Nueva York dejó de ser "la ciudad que nunca duerme", para hibernar durante un tiempo indefinido.Venecia se quedó sin navegantes para recorrer sus aguas, quedándose solamente con la compañía de los peces que nadan en sus canales San Juan no quiso ser la excepción, y decidió regalar la imagen del vacío imponente, en uno de sus paisajes más espectaculares: el Teatro del Bicentenario, junto a la plaza que lo rodea. 

Desde su inauguración a finales del 2016, el Teatro y sus alrededores se convirtieron en un punto de encuentro ideal para reuniones entre amigos, familiares, o parejas. Hoy, luce desolado frente a la ausencia de la gente que solía frecuentar sus alrededores. La compañía que visita la zona de este paisaje, es un simpático perro, que si pudiera hablar se preguntaría: ¿Donde esta la gente? ¿Cuando podré volver a jugar?. 

Los alrededores de la Ex Estación General San Martín y sus escalinatas, esperan el regreso de aquellas personas que solían copar la plaza para compartir tardes, momentos, y anécdotas que hoy solamente se reviven mediante el recuerdo de sus protagonistas. El silencio de misa del lugar, solo se rompe por la inquietante calma que produce el sonido del agua de la fuente

La única presencia humana que se puede observar, es una agente de la policía, que custodia los alrededores para proteger a la ciudadanía, que espera impaciente, el momento de poder regresar a transitar las calles, como se hacía en un tiempo no muy lejano.

Así, es la postal que nos deja la Plaza del Bicentenario, el lugar que espera volver a pintar su verde césped, del abrazo de sus visitantes, y teñir sus alrededores, de risas, juegos, bailes, y cuentos.