Herrera, una voz con reconocimiento internacional, realzó el carácter “dinámico y vivaz” de la puesta y afirmó que, más allá de este título en particular, la ópera debe abrirse a “nuevos formatos” y que “no le debe dar la espalda a los medios de comunicación”.

“Será una propuesta escénica activa, vivaz. Con una música muy virtuosa que somete a los cantantes a una alta exigencia. Es un reto atlético”, sintetizó Herrera en una entrevista con Télam.

La referencia de la mezzosoprano de 50 años es hacia la puesta que tendrá la dirección de escena del andorrano Joan Anton Rechi y la conducción musical del italiano Antonello Allemandi, al frente de la Orquesta Estable del Teatro Colón.

El título es resultado de un trabajo del coliseo porteño en coproducción con la quincena musical de San Sebastián y el Festival San Lorenzo del Escorial de Madrid.

La primera función será el viernes 4, a las 20, y luego habrá más representaciones el sábado 5, miércoles 9, jueves 10 y viernes 11 de mayo a las 20 y el domingo 6 de mayo a las 17. La programación de esta ópera es una forma de conmemorar los 150 años de la muerte de Rossini.

Estrenada el 22 de mayo de 1813 en el Teatro San Benedetto de Venecia,. “La italiana de Argel” se una ópera en dos actos con libreto de Angelo Anelli que narra la historia de Isabella, una italiana que se fuga a Argelia para conseguir la libertad de su amado, Lindoro, esclavo del poderoso Mustafá.

Télam: ¿Qué elementos la llevaron a aceptar el rol de Isabella?

Nancy Herrera: Lo primero que observo en estos casos es si el rol se adapta a mi voz y luego, ya en un segundo plano, la cuestión del gusto y, en ese punto, debo decir que Rossini es un compositor cercano para mi. Siempre me gusta volver a él, especialmente cuando vengo de trabajar desde otro punto de la vocalidad. Porque en esos casos Rossini se convierte en un trabajo de puesta a punto, en una maquinaria muy precisa, un reloj suizo.

T: ¿Qué lugar ocupa “La italiana de Argel” dentro de la obra de Rossini? Muchas veces se la señala relegada en relación a sus títulos más populares.

NH: Tiene un carácter singular. Porque sin bien conserva elementos que podemos decir comunes con el resto de sus óperas bufas (cómicas), en esta se trabaja con una vocalidad más grave, que no es necesariamente la tesitura de Rossini, que no es, por ejemplo, la tesitura de “La Cenerentola”. Creo que ese cambio va bien con el personaje de Isabella, que es una mujer experimentada, y que se acomoda a mi voz. Además es una ópera con momentos mozartianos. Eso también la distingue. La voz es un instrumento cambiante. Las voces más graves alcanzan la plenitud en la madurez y en ese sentido me siento a gusto en este momento de mi carrera. Es un instrumento que adquiere matices, que los otorgan el tiempo, la edad y el trabajo.

T: Este es un título clásico, que no aspira a la novedad, ¿Hacia dónde va la ópera como formato de espectáculo? ¿Resiste más repeticiones sin una transformación?

NH: Es un formato que va evolucionando. No sabría decir hacia dónde va la ópera pero es claro que sí se está haciendo un esfuerzo por despojarla del prejuicio de elitismo, por quitarle las telarañas que le quieren poner algunos. La ópera es drama humano y, en ese sentido, no tiene tiempo. Lo que ocurre es que no se la promueve a los niños, ni en los colegios, ni en los medios. Y la verdad es que no hay nada más poderoso que ver en un solo lugar, sin que haya nada microfonado, a la orquesta, los cantantes y el ballet. Es un género con plena vida. Pero hay que buscar nuevos formatos, como en su momento fueron los “Tres tenores” (en relación a los conciertos en espacios masivos que ofrecían Luciano Pavarotti, Plácido Domingo y José Carreras), que fue un modo de adaptarse a la era mediática. La ópera no puede darle la espalda a la era mediática.