Este domingo, el Gran Premio de Brasil de Fórmula 1 acaparó las miradas no solo por el complicado panorama del piloto argentino Franco Colapinto, sino también por el reñido duelo en el campeonato de pilotos y constructores. En un fin de semana marcado por intensas lluvias, la carrera honró los 30 años del fallecimiento de Ayrton Senna, un ícono del automovilismo brasileño.

El clima adverso jugó un papel clave desde la clasificación matutina, prolongada debido a varios incidentes en pista, y en la que Max Verstappen, tras sufrir problemas en la clasificación y una sanción que acarreó desde el GP de México, debió partir desde la 17.ª posición, cerca de Colapinto. Lando Norris se adueñó de la pole, pero las 69 vueltas en condiciones extremas ofrecieron giros inesperados, y la largada lo dejó sin posibilidad luego de que Russell logre un gran avance y lo dejará atrás. 

Contra toda previsión, el piloto neerlandés Verstappen ascendió hasta el primer puesto, asegurando la victoria y sumando los valiosos 25 puntos, además de marcar un total de 17 vueltas rápidas, desafiando la pista mojada. Esta victoria amplió aún más la distancia en el campeonato entre él y el joven de McLaren, Norris.

Las posiciones estuvieron en constante cambio, con los franceses de Alpine logrando un inusual ascenso al podio, algo casi impensado en condiciones normales y con neumáticos convencionales. El equipo francés se mostró competitivo frente a gigantes como McLaren y Ferrari, impulsados en gran parte por el caos de la pista mojada.

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La carrera se extendió más de lo previsto debido a múltiples incidentes. Stroll fue el primero en derrapar, quedando fuera en la vuelta de formación, seguido por el piloto de Haas, Nico Hülkenberg. Más adelante, en la vuelta 33, Franco Colapinto también sufrió un percance tras un cambio de neumáticos mientras intentaba acercarse al pelotón, y en la vuelta 40, Carlos Sainz se vio involucrado en otro accidente, lo que provocó la salida del coche de seguridad. 

La hazaña de Verstappen en un caótico GP de Brasil

A partir de la vuelta 43, Verstappen impuso un ritmo implacable, encadenando vueltas rápidas y finalizando con casi 20 segundos de ventaja sobre el resto. En un Gran Premio caótico y cargado de homenajes, Verstappen demostró una vez más su dominio en el campeonato.