El pasado sábado, Rosario Central se coronó como el nuevo campeón del fútbol argentino. El equipo de Miguel Russo hizo historia, le ganó a Platense por 1 a 0 en Santiago del Estero. Con un gol de Maxi Lóvera hizo la diferencia en el marcador y luego fue necesario usar la cabeza para llegar a la meta.

Central jugó un primer tiempo digno de una final. En medio de un partido reñido con presiones, tensiones, el Canalla no encontraba se veía cómodo en la cancha, pero su rival tampoco mostraba demasiado. Es cierto que el Calamar lo complicó con alguna contra, sobre todo una que salvó milagrosamente Ortiz, pero poco más. Por suerte, antes de que termine el primer tiempo apiló a los rivales, le metió un caño a Suso y definió de zurda notable sobre Macagno.

El segundo tiempo fue de lucha. En el arranque un choque de cabezas entre Mallo y Pellegrino, derivó en la rotura del tabique del delantero calamar y en la lesión de rodilla de Damián Martínez. Si bien Platense lo fue a buscar y el Canalla lo quiso rematar de contragolpe, no lo consiguió. Por eso tuvo que sufrir al final.

Campaz manejó una contra y quiso terminar él una acción para muy clara de contra. La desperdició, pero al menos pudo sacarle la tarjeta roja a Suso. El Calamar fue con toda su necesidad a cuestas, pero apareció Jorge Broun, uno de los jugadores más importantes durante todo el año y por supuesto también en la final. Los 9 minutos de agregado no fueron suficientes para el Calamar, que parecía no tener ideas para empatarlo. Solo le quedaba el empuje.

Finalmente, Nicolás Ramírez, el juez, marcó el final del juego y desató la locura de los más de 20 mil hinchas que viajaron hasta Santiago del Estero e hizo estremecer a Rosario, a pesar de la distancia.