Cerca de cumplirse cuatro años desde que la denuncia fuera presentada, R.S. fue finalmente condenado por cometer repetidos abusos sexuales en contra de R.O., una joven a quien él había criado como su propia hija. El hombre, quien ejercía como pastor evangélico al momento de los ataques, recibió una sentencia de diez años de cárcel.

Este caso se resolvió a través de un juicio abreviado, en el cual tanto la fiscalía como la defensa llegaron a un acuerdo. Según este acuerdo, R.S. admitió su culpabilidad en el delito y, a cambio, se le impuso una condena de diez años de prisión.

En su reconocimiento ante los jueces Adriana Karina Lucero Alfonso, Hugo Guillermo Saá Petrino y José Luis Flores, R.S. aceptó ser responsable del delito de "Abuso sexual con acceso carnal agravado por encontrarse el mismo encargado de la guarda y en orden a la situación de convivencia preexistente".

La denunciante, quien forma parte de una fundación que promueve actividades socioeducativas, así como la mujer que asumió la tutela de la víctima desde que los abusos se denunciaron, están satisfechas con el veredicto. Para R.O., lo más importante era que le creyeran, dado que temía que su testimonio no fuese tenido en cuenta, ya que el acusado había sido previamente denunciado por otro abuso, un caso que terminó siendo sobreseído.

Los abusos comenzaron cuando la víctima tenía solo 11 años, y continuaron durante un tiempo. La joven finalmente se atrevió a contar su terrible experiencia, y el pastor fue detenido en febrero de 2021. Durante el proceso, exámenes médicos confirmaron los signos de abuso sexual de larga data en la víctima.