Este domingo, un terremoto de magnitud 5,9 sacudió el sureste de Cuba, cerca de Santiago, seguido de una potente réplica de 6,8 grados, según informó el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS). Las autoridades cubanas reportaron deslizamientos de tierra y daños en viviendas e infraestructura eléctrica, aunque no hubo víctimas fatales.

El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, pidió a los habitantes de Granma y Santiago de Cuba evacuar a espacios abiertos y priorizar la seguridad: “Lo primero y esencial, salvar vidas. Comenzamos a evaluar los daños para iniciar la recuperación”, escribió en la red social X.

El USGS ubicó el epicentro del primer sismo a 14,2 km de profundidad en el océano, cerca de Bartolomé Masó, Granma, y a unos 175 km de Santiago de Cuba. La réplica, de 6,8 grados y a 23,5 km bajo el mar, se produjo una hora después y se sintió en varias provincias. No se emitieron alertas de tsunami.

La situación en Cuba ya era tensa debido a los efectos del huracán Oscar, que en octubre causó al menos ocho muertes, y del huracán Rafael, que dejó severos daños y apagones masivos aún sin solucionar. La crisis energética ha generado protestas en diversas localidades, con ciudadanos exigiendo restablecimiento del servicio eléctrico.

“La gente salió a las calles, está muy nerviosa”, relató Yolanda Tabío, una vecina de Santiago de Cuba. En varias zonas del país, habitantes reportaron daños menores en construcciones y mucha tensión por la repetición de las réplicas.

En Bayamo, una ciudad de 140.000 habitantes, los temblores se sintieron con fuerza. “Los postes se movían, la gente salió corriendo”, contó Liván Chávez, un soldador de 24 años. Dalia Rodríguez, otra residente, expresó su frustración: “Esto es lo último que podíamos pasar. Anoche no pude dormir esperando el agua”.

Mientras tanto, en el centro de Santiago de Cuba, Andrés Pérez, de 65 años, describió la fuerte impresión que dejó el sismo en su familia: “Mi esposa está hecha un manojo de nervios”.