Dos activistas de la agrupación "Última Generación" realizaron una protesta ecologista en la Galería Uffizi de Florencia, cubriendo parcialmente la famosa pintura "El nacimiento de Venus" de Sandro Boticelli con imágenes de inundaciones en Toscana. Esta acción es parte de una tendencia reciente en la que activistas atacan obras de arte para destacar los problemas ambientales.

La pieza de más de 500 años es una alegoría del renacimiento del alma humana y fue cubierta por imágenes que pretenden alertar sobre la emergencia ambiental. Esta no es la primera vez que la obra maestra de Botticelli es objeto de protesta, ya que en 2022, dos activistas pegaron sus manos al cristal que protegía la pintura. Aunque la obra no sufrió daños, estos actos han generado críticas y rechazo.

Tan solo en los últimos días, activistas arrojaron sopa de calabaza sobre el cristal que protege La Gioconda de Leonardo da Vinci, a fines de enero, y lo mismo hicieron sobre La primavera del pintor impresionista Claude Monet en el Museo de Bellas Artes de Lyon.

La seguidilla venía del año 2021, cuando atacaron Los girasoles de Van Gogh en la National Gallery de Londres, mientras que en octubre del 2022 la policía neerlandesa detuvo a tres activistas climáticos del movimiento Just Stop Oil luego de que atacasen el cuadro La joven de la perla (1665), del pintor del Siglo de Oro Johannes Vermeer, en la galería Mauritshuis de La Haya.

Las acciones no ha hecho más que ganar críticas y rechazo: irrumpen en espacios cerrados, atacan patrimonio cultural, en su mayoría obras de cientos de años, a veces tiran comida, en nombre de la defensa del planeta.

El Parlamento italiano aprobó en enero una ley que aumenta las penas para los autores de acciones contra monumentos o lugares culturales, en respuesta a una serie de acciones por parte de los protestantes.