Inauguraron el homenaje a Oscar “Sapo” Silva, un soldado sanjuanino que dejó su vida en Malvinas
Se trata de una muestra permanente compuesta por armamento e indumentaria utilizada por los capitalinos que dejaron la vida en la guerra.
Tras años de intentar realizar un serio homenaje a su valentía, este viernes, el Consejo Deliberante de Capital logró inaugurar una muestra permanente de Oscar “Sapo” Silva, un héroe de Malvinas.
Se trata de una muestra permanente comprendida de armamento e indumentaria utilizada por el capitalino que dejó la vida en la guerra. El subteniente del Ejército Argentino tenía 26 cuando murió en combate. Desde entonces, la provincia lo recuerda, sobre todo la Municipalidad de Capital.
El móvil de Canal 13 dijo presente en esta muestra permanente. Allí conversó con la hermana del fallecido soldado, Diana Silva, que expresó: "Lo recuerdo como un ser muy especial siempre para la familia. Siempre decíamos que era como un ángel, como hijo y como hermano, nos cuidaba a todos"
Diana confesó que cuando Oscar se fue a Malvinas, toda la familia pensó en que podía no volver. "Nosotros estábamos seguros de que iba a dejar la vida por su patria, y así fue, ya que el dejó su vida por la de sus soldados", señaló la hermana del caído en batalla minutos previos al acto en donde le rindieron homenaje.
"Dejó todo. Él no iba a volver hasta que no hiciera todo lo que tenía que hacer. Él era así, así fue en su vida, muy especial. Nosotros como hermanas tenemos un recuerdo muy especial", dijo emocionada Diana.
El concejal Javier García, quien siempre lleva muy presente la causa Malvinas, contó que la tarea para realizar este homenaje no fue nada sencilla, puesto que, en la gestión de Franco Aranda al mando de la intendencia, allá por 2014, cuando lo declararon vecino ilustre, el trabajo fue intenso. De todos modos, el edil capitalino recordó que fue un trabajo muy gratificante.
El presidente del Consejo Deliberante de Capital, Elio Martos, contó que las donaciones que recibieron de la familia fueron restaurados y acondicionados por completo con colaboración de personal del Museo Casa Natal Domingo Faustino Sarmiento. "La verdad es que esto ha sido una gran iniciativa. Yo creo que es el primer Consejo Deliberante del país que ha hecho posible conmemorar permanentemente la historia de las Malvinas".
La historia de este soldado caído en Malvinas
Este joven capitalino era conocido por sus amigos por su apodo de "El Sapo”. Este muchacho inició su carrera militar en el Liceo Militar General Espejo de Mendoza, donde egresó como subteniente de reserva del arma de Infantería. Tuvo un breve paso por la Escuela Naval y en tercer año comenzó a estudiar ingeniería en la Universidad de Buenos Aires, hasta que finalmente se decidió por ingresar como cadete del Colegio Militar de la Nación. El día en el que egresó de la escuela una tragedia lo sacudió: su madre que iba en viaje al acto de egreso murió en un accidente de tránsito. Días después de esta tragedia, Oscar recibiría el sable y el despacho en la oficina del director del Colegio Militar.
Después llegó la Guerra de Malvinas. En la madrugada del 13 junio de 1982, el subteniente sanjuanino estaba designado en el Monte Tumbledown al mando de su grupo. Los testimonios de los sobrevivientes daban cuenta de que el Sapo iba corriendo de un sector a otro, alentaba a viva voz a sus compañeros y los instaba a aguantar el ataque británico.
De un momento a otro llegó la orden de repliegue. Allí se presentó al teniente Vázquez, un oficial infante de Marina de la Armada Argentina y según cuenta el oficial, Silva le preguntó si necesitaba ayuda. Ante la respuesta afirmativa, el soldado sanjuanino se quedó combatiendo a la par. En medio de la lluvia de balas, el sanjuanino decidió que iba a morir peleando, le ordenó a sus soldados que continúen la retirada al tiempo que pidió una ametralladora y un Fusil Automático Ligero (FAL), y se quedó combatiendo al grito de “¡Viva la patria, carajo!”, según relataron los sobrevivientes.
Los enemigos avanzaron y Silva murió. Cuando llegaron los ingleses, estos lo encontraron con los ojos abiertos mirando al cielo y aun sosteniendo el FAL en sus manos, con el dedo en el gatillo. Al ver esto, el comandante británico ordenó que el subteniente fuera sepultado con el arma y hasta le ofrendó un saludo militar en reconocimiento al valor demostrado en combate.