Uno de los más desgarradores testimonios de una de las madres que era esclavizada por el propietario de un taller textil aludió a que "Cuando mi hijo empezó a gatear, le pasaba una cinta por la cintura y lo ataba a un fierro". Este taller de Bajo Flores tenia como trabajadores a 33 hombres y varias mujeres. Todos de nacionalidad boliviana. Algunas de las mujeres tenían hijos los cuales vivían en un espantoso lugar y con jornadas laborales de 17 hora. 

Estos talleres, ubicados en Cajaravilla 4.675 y 4.726, en la Ciudad de Buenos Aires, eran reducidos con varias camas por habitación. No tenia ni las condiciones mínimas de limpieza, además que estaban cerrados con rejas en ventanas, techos y puertas. Todas estas medidas eran para evitar que cualquier empleado pudiera salir.

Las familias que estaban en el lugar son de Bolivia, quienes llegaron al país de la mano de la familia Aliaga, una organización encabezada por Kjara Moisés Aliaga y sus hijos Edwin Manuel Aliaga Carlo, Paola Ximena Aliaga Carlo, Oscar Emanuel Aliaga Carlo y Olivia Leonor Aliaga Carlos. Ellos los traían con la promesa de trabajar en tareas de costura en un taller textil por una remuneración mensual de 400 dólares.

A pesar de las promesas, a las victimas  no se les informaba la carga horaria laboral ni dónde estaba ubicado el taller. Aunque si les decían que tendrían comodidades y  una ganancia anual de 10 mil dólares Sin embargo nada más alejado de la realidad. 

Una vez en Argentina, el salario era alimento y unos 300 pesos argentinos. Al mismo tiempo, no se les permitía salir de los talles, con excepción de que algún integrante de la familia Aliaga los acompañara. En esas salidas eran obligados a llamar a sus familias y debían decir que estaban bien.  

El trabajo era idéntico a de los esclavos ya que no podían salir y trabajaban durante 17 horas de corrido. Además de las constantes amenazas. Ellos podían dormir pocas horas ya que les golpeaban sus puertas para que sigan la labor. 

Testimonios del horror

Una de las victimas relató: "No me daban desayuno porque me decían que no había avanzado nada, entonces no desayunaba y a veces ni almorzaba, le daba de corrido. Muchas veces me quedé sin desayunar y sin almorzar. Recién comía a las 12 de la noche en la cena”. Por su lado una de las mujeres subrayó que tenían a sus hijos encerrados y no podían pasar mucho tiempo con ellos.

Uno de los más desgarradores testimonios es de una de las madres que estaba en el lugar quien especificó que logró que la dejaran tener a su niño, pero cuando empezó a gatear tuvo graves problemas. Según la mujer uno de los dueños le prohibió tener a su hijo con ella porque la distraía, entonces hicieron un acto denigrante  "le pasaba una cinta por la cintura y lo ataba a un fierro que había en el patio, entonces mi bebé se la pasaba atado a ese palo como un animalito”.