Se dieron un fuerte abrazo entre compañeros. Él, ex funcionario de la gestión anterior. Ella, todavía en ejercicio de un cargo electivo. El tema surgió espontáneamente. Ambos compartieron la preocupación por la grave situación social del país. Sobre todo, por la notable inacción de los sindicatos. El silencio de la CGT frente a la reforma laboral les provocó desconcierto. O, mejor dicho, una amarga decepción.

La CGT. ¿La CGQué?

El encuentro aquí descripto ocurrió la semana pasada, delante de este periodista. Sucedió tras la difusión de los datos de pobreza e indigencia del INDEC y luego de la reglamentación de la reforma laboral que, entre otras cuestiones, elimina la indemnización por despido y la sustituye por un 'fondo de cese' similar al que hoy opera en el ámbito de la construcción.

Aunque ningún peronista haya salido a decirlo, internamente hay un señalamiento hacia la UOCRA por la colaboración flagrante con el gobierno de Javier Milei. Al menos para algunos dentro del PJ esto es imperdonable.

La UOCRA de Gerardo Martínez y de Eduardo Cabello inspiró y le dio fundamento a ese capítulo de la reforma laboral pergeñada por el ministro Federico Sturzenegger. En vez del cálculo de la indemnización estimado en base a la cantidad de años de servicio, el nuevo fondo funciona como un seguro de desempleo más barato y prácticamente sin derecho al reclamo judicial.

Esa es la justificación política del modelo: terminar con 'la industria del juicio laboral'. La UOCRA, por la naturaleza de su actividad, hace tiempo acordó este sistema de altas y bajas con nula conflictividad. A la postre, es el sector que más sufrió la recesión, medido en cantidad de despidos.

A nivel nacional, Cabello es el titular del Instituto de Estadística y Registro de la Industria de la Construcción o IERIC. Oficialmente se define como 'una entidad pública no estatal sin fines de lucro' que persigue la formalización laboral en la construcción.

Entre otras funciones, el IERIC de Cabello monitorea la registración de los trabajadores. Su poder es superlativo. Su relación con la Cámara Argentina de la Construcción, los empleadores, es muy amigable. En opinión de un ex subsecretario de Trabajo, la cercanía entre el sindicato y la patronal ya se pasó de rosca.

Este es el espejo en que empezó a mirarse el Sindicato de Empleados de Comercio. Hay efecto contagio. Aún en campaña, antes de que Javier Milei derrotara a Sergio Massa, el eterno Armando Cavalieri se pronunció a favor de llevar ese sistema de altas y bajas símil construcción al resto de las actividades. Lo dijo en Radio Mitre, entre otros medios porteños.

Ahora la eliminación de la indemnización tradicional quedará en manos de los convenios colectivos de trabajo que se firmen sector por sector. Por lo tanto, la voluntad de los sindicatos será clave para ir liberando progresivamente a los empleadores. Para los libertarios, como para el macrismo, esta es la manera de terminar con la informalidad en Argentina.

A octubre del año pasado, casi la mitad de las personas ocupadas en el país tenían empleos informales según datos del INDEC. La situación tendió a agravarse después de la pandemia. Las cámaras empresarias responsabilizan por el trabajo en negro a los altos costos laborales y la alta presión impositiva. Por lo tanto, la solución parece cantada: hay que flexibilizar, flexibilizar y flexibilizar.

El poder de los sindicatos ya no es lo que era. Si la mitad de los trabajadores está en negro, no son afiliados a ninguna institución gremial. Quedaron librados a su suerte. Y hoy rechazan cualquier intromisión de esa 'casta'. A las pruebas habrá que remitirse.

En plena pandemia, cuando estalló el fenómeno del delivery por el impedimento de circular libremente por las calles, la Subsecretaría de Trabajo intentó acercarse a los muchachos que pedalean con la enorme mochila colorada sobre sus espaldas. El objetivo era brindarles un marco regulatorio, una protección contra la informalidad. La respuesta de ellos a la autoridad oficial fue unánime: 'que el gobierno no se meta'.

El episodio le sucedió al ex subsecretario uñaquista Jorge Oribe y él mismo lo relató oportunamente, ante la consulta de este medio. Como canta Charly García, say no more.

Frente a esta realidad de exclusión, surgió el modelo Grabois. La semana pasada en Banda Ancha una de las colaboradoras más cercanas de la Unión de los Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), Dina Sánchez, dijo que este tipo de trabajo cuentapropista y cooperativo llegó para quedarse. Aunque le duela a la CGT. Aunque no le cierre al sindicalismo clásico.

La creación del denominado 'empleo de calidad' puede que ya no sea lo que alguna vez fue. Mientras tanto, la CGT le estrechó la mano al Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, en la víspera de la marcha universitaria. ¿Hace falta decir más?


JAQUE MATE