Según su futuro ministro de Producción, Trabajo e Innovación, Gustavo Fernández, el gobernador electo Marcelo Orrego suele referirse a la Argentina como un avión con 24 butacas. Una para cada provincia más la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La suerte de todos los pasajeros quedará atada a la suerte del piloto. Es decir, la gestión local estará fuertemente condicionada por la serenidad o la turbulencia del vuelo a partir del 10 de diciembre.

Faltan apenas cuatro días para conocer al piloto. Será Sergio Massa o Javier Milei. Independientemente de las condiciones políticas, habrá modelos económicos diametralmente opuestos en lo metodológico, para atacar los mismos problemas identificados: la inflación, el déficit fiscal, el tipo de cambio y la presión tributaria.

El lunes en Banda Ancha el futuro secretario general de la Gobernación, Emilio Achem, advirtió que vendrán tiempos difíciles. No esperan un viaje sin contratiempos. En la misma línea se pronunció este martes el futuro ministro de Producción. 'No somos una isla, las oportunidades están atadas a la solución de los problemas macro', advirtió Fernández también en Canal 13.

Si el próximo presidente no asume con un plan concreto para frenar la inflación, salir del cepo cambiario y reducir la presión tributaria en las pymes, el panorama para el próximo gobierno provincial será muy limitado. A esto se agrega una realidad fáctica que ya afectó el último tramo de la gestión de Sergio Uñac: una reducción de coparticipación por la menor recaudación del impuesto a las ganancias y por la devolución del IVA en los alimentos.

Dos provincias Argentinas fueron a la Justicia para revertir estas medidas tributarias que impactan negativamente en los recursos coparticipables. Primero fue Mendoza, luego Corrientes. ¿Lo hará también Orrego luego de asumir el 10 de diciembre?

Este punto de partida le impone a Marcelo una restricción de origen. Fernández lo definió como 'hacer de la austeridad una bandera'. ¿Cómo se traducirá esto en el plan de gobierno? Habrá que verlo para tener un panorama más claro. Sin embargo, el ministro de Producción ya trazó una comparación con la gestión uñaquista al decir que al PJ siempre le tocaron vacas gordas.

Gane quien gane este domingo, Massa o Milei, el orreguismo descarta que haya una continuidad de gentilezas de la Casa Rosada con San Juan. Todo lo que sea externo a la coparticipación demandará un esfuerzo político adicional. El gobernador electo es plenamente consciente de ello y su equipo está acomodándose a esa idea.

Por eso están fuertemente alineados con el bloque de gobernadores de Juntos por el Cambio. Si logran blindar el conjunto de 10 mandatarios, el próximo presidente tendrá que atenderlos a todos con el mismo criterio. Son 10 de los 24 pasajeros del avión, siguiendo la analogía orreguista.

El nuevo gobierno provincial asumirá el domingo 10 de diciembre con tarea pendiente y urgente. Además de la formalidad de enviar la Ley de Ministerios para darse un organigrama propio de funcionamiento, tendrá que enviar de inmediato la Ley de Presupuesto 2024 a la Cámara de Diputados. En esa declaración de intenciones estará la previsión de recursos y la asignación de partidas.

No tendrá nada de novedoso, por cierto. Por supuesto estará subordinado al plan del próximo presidente. Massa ya envió su proyecto de Presupuesto 2024 al Congreso, que no ha sido tratado ni siquiera en comisión. Si ganara Milei, podría considerarse letra muerta. en los 20 días que quedarán hasta el traspaso del poder, tendrán que activar un rediseño integral de la ley de leyes, establecer parámetros como inflación, tipo de cambio y partidas para obras en las provincias.

Mientras tanto, Orrego y todos los gobernadores estarán deshojando la margarita hasta saber qué caja tendrán disponible. Todo esto sucederá en medio de un clima de impaciencia.

Los más apurados son los empresarios de la obra pública, que percibirán ahora en noviembre las certificaciones de obra correspondientes a octubre. De ahí en adelante dependerán de la agilidad que tenga el nuevo gobierno para ponerse en ritmo. No solo eso. Fundamentalmente dependerán de la disponibilidad de fondos.

En febrero a más tardar Orrego tendrá que encarar la primera paritaria con docentes y estatales. La vara está alta, tanto como la inflación misma. Uñac deja un acuerdo con cláusula gatillo que garantiza estar siempre 5 puntos por encima del índice de precios al consumidor que informa el INDEC. ¿Será posible sostener este criterio en el tiempo sin poner en riesgo el equilibrio de las finanzas públicas?

Visto desde la óptica sindical, arribar a un acuerdo por debajo de ese parámetro podría gestar nuevamente la protesta de los autoconvocados. Orrego tiene un punto a favor, en este sentido: una parte de los autoconvocados lo acompañó en la campaña de 2023. Debería gozar de cierta mirada amistosa al menos los primeros 100 días.

Pero, como toda luna de miel, en algún momento terminará. Nuevamente estará todo enmarcado por el clima macroeconómico nacional. Massa sostiene que 2024 será mucho mejor que este año que termina, fundamentalmente porque habrá terminado la sequía y deberían entrar unos 20.000 millones de dólares por exportaciones adicionales. Solo ese factor permitiría descomprimir las tensiones del Banco Central. Si a ello se suma la renegociación con el Fondo Monetario, las cosas podrían acomodarse en el corto plazo.

Si gana Milei, la cosecha también lo acompañará porque la naturaleza no tiene color partidario. En todo lo demás, habrá que esperar un fuerte recorte. Una política de shock. Gobernadores, ajústense los cinturones.


JAQUE MATE