Una de las claves del acuerdo entre el uñaquismo y el giojismo para confluir en un mismo frente electoral fue el capítulo municipios. Si uno asfixia al otro, entonces pierden ambos. La Ley de Lemas solo funciona si cada quien logra hacer su mayor aporte para la sumatoria final. Sin embargo, no siempre es fácil compatibilizar intereses. Rawson -cuándo no- es epicentro de una situación delicada todavía sin resolver.

Aunque los rumores venían en circulación desde fines de enero, recién a mediados de febrero tomaron otro volumen. ¿Se baja o no se baja el intendente Rubén García de su carrera por la reelección? A través de su oficina de prensa, el jefe comunal desmintió las versiones y ratificó su vocación de competir.

En un primer vistazo, cualquiera podría interpretar que es una cuestión inherente a las dificultades de la gestión. Los vecinos de Rawson manifiestan malestar por diversas razones, una de ellas es la deficiente recolección de residuos. En Banda Ancha, García admitió que tenía una merma de personal por vacaciones, pero también acusó a sus competidores por haber montado una 'campaña sucia'. Dio a entender que le estaban revoleando bolsas de basura para desestabilizarlo. Un boicot, en el más clásico de los sentidos.

Entonces, frente a un clima adverso, sería natural que García estuviera considerando tirar la toalla. Pero no. Todo lo contrario. Parece dispuesto a dar la batalla sea como fuere. Con un batallón de retadores peronistas y no peronistas. Y con el Concejo Deliberante en contra.

Pero el cuadro de situación demanda un segundo vistazo, más profundo. La experiencia indica que cuando hay una ola de versiones, alguien las está sembrando y algún motivo existe. Nunca es un hecho fortuito. Mucho menos, inocente. En esa tarea de sondeo periodístico surgió otra justificación de carácter político, atada a aquel pacto uñaquista y giojista que permitió la unidad.

Ese acuerdo de convivencia incluyó establecer pautas para la competencia en los municipios. Vale la reiteración: si uno asfixia al otro, entonces pierden ambos. El uñaquismo y el giojismo presentarán su propia gama de candidatos a intendente. Si uno duplica o triplica al otro en cantidad de listas, el tablero quedaría tan inclinado que el resultado estará cantado desde el arranque. Es un desvío que necesita intervención.

Podría ser la explicación para lo que sucede en Rawson. El uñaquismo tiene unos seis candidatos -entre confirmados y potenciales- para la intendencia. Está el propio García, embalado para ir por la reelección aunque sea cuesta arriba, como también están Carlos Munisaga, Mauricio Ibarra, Claudio Bonomo, Eduardo Camus y alguien de la Junta Departamental, todavía sin definir. 

Seis contra dos. El giojismo tiene solo un par de nombres en juego en Rawson: Juan Carlos Gioja y Roberto 'el Yeyo' Sosa. Aunque tuvieran una elección excepcional, difícilmente podrían equiparar y mucho menos ganarle al tándem uñaquista porque, desde la línea de largada, hay una diferencia fenomenal. Les triplican la cantidad de jugadores.

Si el acuerdo entre cúpulas incluyó pautas para una coexistencia relativamente armoniosa, entonces hay dos soluciones para Rawson. La primera, que el giojismo aumente exponencialmente sus candidatos a intendente. La segunda, que el uñaquismo baje algunas de sus listas. Es ahí donde cobra sentido la ola de versiones sobre el desistimiento de García.

Si no es por voluntad propia, igualmente podría haber interés en que el intendente decline sus aspiraciones. García tiene adicionalmente un conflicto de filiación política. Vale explicar esta afirmación.

Fue funcionario de Juan Carlos Gioja y desde ese espacio se proyectó su precandidatura a intendente en 2019. Confrontó con el uñaquista Pablo García Nieto y le tocó ganar la primaria. Luego arrasó en la general. Ascendió con mayoría propia en el Concejo Deliberante. Pero todo era prestado.

Las relaciones se fueron desgastando. Entró en conflicto con el presidente del Concejo, Juan Carlos Salvado. Y ese fue el prólogo de su ruptura con el giojismo. El gobernador Sergio Uñac le dio cobijo y llamó a sus referentes en el departamento -García Nieto y Munisaga, entre otros- para apoyar la gestión municipal o, cuanto menos, no abrir otros frentes de batalla.

Así se llegó a las elecciones legislativas de mitad de mandato de 2021. El peronismo y sus aliados derrotaron a la oposición por un escaso margen. Y ese será el punto de referencia para encarar el 2023. Por lo tanto, el clima de concordia fabricado artificialmente se terminó de resquebrajar.

Si García no pertenece más al giojismo y no encuentra su lugar en el uñaquismo, ese es el conflicto de filiación política antes aludido. En Banda Ancha el intendente dejó abierta la puerta al diálogo con los hermanos Gioja. Responsabilizó a Salvadó y a otros concejales como Fabián Olguín por los desacuerdos. Confió en que no está todo dicho.

Sin embargo, el calendario sigue corriendo y el diseño de listas está cada vez más cerca. El sábado 11 de marzo habrá que presentar los sublemas ante la autoridad electoral de cada frente. A García le quedan 12 días, a partir de este lunes, para limar asperezas y encontrar su lugar. O no.


JAQUE MATE