Los intendentes uñaquistas 'están desmoralizados'. Lo reconoció un alto dirigente de este espacio opositor. La coyuntura política y económica parece condenarlos a pasar la escoba, recoger la basura y cambiar lamparitas. Por supuesto, pagar sueldos. Y poco más. 

Atrás quedaron los sueños de las grandes obras para la posteridad. No tienen un gobernador de su signo político y en Nación ni siquiera hay interlocutor. Hacía 20 años que un municipio justicialista no enfrentaba una situación semejante. Se quedaron sin puertas donde ir a golpear.

Primero, hay que ponerle nombres al asunto. En el Gran San Juan solamente quedó un uñaquista en carrera: el intendente de Rawson, Carlos Munisaga. La otra intendenta peronista de este primer anillo es Daniela Rodríguez. Sin embargo, ella está inserta en el gramajismo que tiene cierta autonomía. Los chimberos no son visitantes frecuentes de Sergio Uñac. Munisaga sí.

El rawsino se hizo cargo de un distrito gigantesco en superficie y en desafíos. Tiene todo por demostrar, como cualquier debutante. Frente a Casa de Gobierno, le toca competir en desventaja con Santa Lucía, Capital y Rivadavia, el corredor gobernado por Producción y Trabajo con Juan José Orrego, Susana Laciar y Sergio Miodowsky respectivamente.

También milita en esta liga de intendentes uñaquistas el pocitano Fabián Aballay. Su lazo con el ex gobernador va más allá de lo político. Crecieron juntos, como hermanos. La confianza es recíproca. A Fabio -su apodo- le tocó volver al territorio el año pasado. Pero las circunstancias son muy distintas a las que lo acompañaron cuando fue jefe comunal entre 2011 y 2019.

¿Se puede gobernar un departamento con este desánimo? ¿Alcanza con administrar lo poquito que llegue? La cuestión excede el amor propio. Desde que asumieron el 10 de diciembre empezó la cuenta regresiva para el primer plebiscito. Serán las elecciones legislativas del año que viene

Ese domingo cuando termine la jornada de votación los intendentes sabrán si pudieron defender su municipio o, por el contrario, les pintaron el mapa de otro color. Ha pasado y siempre ha sido ingrato para el dueño de casa.

El segundo plebiscito y más importante de todos llegará indefectiblemente en 2027. Los que están iniciando la gestión tendrán la posibilidad/obligación de buscar un segundo mandato consecutivo. En apenas tres años y fracción tendrán que demostrarle al vecino que no se equivocó y que el proyecto merece continuidad

En un contexto de semejante volatilidad, hacer planes a tan largo plazo parece ciencia ficción. Sin embargo, así se construye la política. Camarón que se duerme se lo lleva la corriente. O cocodrilo que se duerme es cartera. Se entiende la moraleja.

Por supuesto las aspiraciones nunca terminan en la patria chica. Todo cura quiere ser obispo y todo obispo quiere ser Papa. Es legítimo y esperable que cualquier intendente haga planes de ascender en la consideración y asomar como dirigente de escala provincial. 

Dicen que las candidaturas buscan a las personas y no al revés. Para que eso ocurra, primero el interesado habrá tenido que desplegar sus habilidades. Nadie aparece en una encuesta de imagen o intención de voto sin trabajo previo. Nunca sucede de manera espontánea.

¿Puede siquiera fantasear un intendente de este periodo con exhibir una gestión brillante? ¿Puede escalar en la consideración de los sanjuaninos para llegar a 2027 de manera competitiva? Sí, puede. El problema es el combo de alta inflación con caída de recaudación y alto malhumor social.

La relación de los intendentes uñaquistas con Marcelo Orrego es correcta. Por momentos, tirante. El punto de conflicto ha sido hasta ahora la falta de acompañamiento de los diputados departamentales. 

El nuevo oficialismo, que juega en minoría en la Legislatura, espera reciprocidad cada vez que tenga un gesto con los jefes comunales. La única manera de responder amistosamente al gobernador sería acompañar con votos en el recinto. No ha pasado en las pocas y explosivas sesiones extraordinarias de diciembre.

Tiempo atrás un alto dirigente del orreguismo se quejó de que los intendentes uñaquistas dicen no tener injerencia en el voto de sus diputados departamentales. 'Ahora resulta que están todos peleados', protestó el funcionario del Ejecutivo. En el fondo, no terminan de creerlo. Sospechan que se trata de una estrategia: intendentes buenos con legisladores malos. Nada nuevo hay bajo el sol.

La relación de los intendentes justicialistas con Uñac está sólida. Asisten con regularidad a la oficina del senador en avenida España y Arenales. En esos encuentros surgió el planteo de quedarse con el Fondo de Emergencia Municipal y el Fondo de Desarrollo Regional que votaron los diputados en la sesión del 21 de diciembre. Luego Orrego vetó la reforma y mantuvo el statu quo. Perdieron esa pulseada.

La disputa fue por unos 4.000 millones de pesos de coparticipación municipal. El gobernador conservó el manejo de esos recursos, que los intendentes a través de sus diputados pretendieron apropiarse sin pasar por el filtro del Ejecutivo. No pudieron.

Con una recaudación en caída y sin programas nacionales, los intendentes quedaron atados a la buena voluntad del gobierno provincial, que también está muy ajustado. Vendrán tiempos de mucha creatividad para sobrellevar la sequía. Sin caer en depresión ni tirar la toalla.


JAQUE MATE

*Nota: Horas después de emitir esta columna de opinión, el Gobierno de la Provincia comunicó la decisión de Marcelo Orrego de enviar 400 millones de pesos a los 19 intendentes, correspondientes al Fondo de Emergencia Municipal (FEM)