En el umbral de este segundo semestre, el Partido Bloquista puede convertirse en uno de los protagonistas para mirar de cerca. Seguirá inserto en el Frente de Todos, asociado al Partido Justicialista, pero por primera vez en década y media podría ensayar una lista autónoma. Si se concreta, tendrán la posibilidad de medir voto por voto cuánto representa la fuerza centenaria fundada por los tres machos Cantoni. Sea cual fuere el resultado, tendrá réplicas en todo el arco político.

El pasado viernes Luis Rueda concentró al Comité Central para llamar a la Convención Bloquista, donde se cumplirá la formalidad de facultarlo para hablar personalmente con Sergio Uñac. Es la burocracia que le da marco a un secreto a voces: será ratificada la alianza pero con la pretensión de presentar candidatos propios, no mezclados con el peronismo. La última vez que el partido de la estrella tuvo lista pura para el Congreso Nacional fue en 2005. La fórmula integrada por Juan Gilberto Maratta para el Senado y Alfredo Castillo para Diputados obtuvo un magro 7 por ciento.

En esta oportunidad habrá elecciones para renovar tres bancas en la Cámara Baja del Congreso. El bloquismo tiene dos alternativas, según haya que encabezar con una mujer o un varón, dependiendo también de cómo jueguen el justicialismo y el resto de las fuerzas en la contienda. En caso de una avanzada femenina, la decisión está tomada: será Laura Adámoli quien aparezca en la línea de largada. Pero si la opción fuera masculina, el concejal Alfredo Nardi es quien corre con ventaja.

No es igual una figura que la otra. Hay un perfil político distinto hacia adentro y hacia afuera del partido, en ambos casos. Adámoli es la vicepresidenta del bloquismo pero su debut en la estructura orgánica es muy reciente. Hizo su carrera al lado de Leopoldo Alfredo Bravo, compartió la vida con Don Leopoldo y Doña Ivelise. Esa historia familiar robustece sus posibilidades. Pero también su propia trayectoria al frente de la Fundación Banco San Juan. Esa proximidad con el Grupo Eskenazi le confiere un perfil distintivo, que cuadra con un electorado muy específico de la provincia.

Adámoli dijo en Banda Ancha el miércoles 31 de marzo que le pidieron que sea candidata. Pero fue más allá y en un acto de honestidad política casi temerario, se definió muy crítica del gobierno de Alberto Fernández, aunque bastante afín al de Uñac. ¿Llevaría el bloquismo una cabeza de lista con el sello del Frente de Todos con este antecedente? La respuesta es sí. Aparentemente, esa distancia marcada por Adámoli contiene la expectativa de sumar apoyos que hoy están negados al oficialismo, por su correspondencia absoluta al proyecto nacional. Pero será bastante difícil explicar en Buenos Aires la coexistencia con una precandidata tan crítica al espacio que representa.

Hay sectores bloquistas incómodos con esta opción. No lo dicen en público pero sí en privado. Son los que auspician la promoción de Nardi. El concejal capitalino tiene una historia diferente. Desde 2015 acompaña a Emilio Baistrocchi, primero en el Ministerio de Gobierno y luego en la municipalidad. Ha manifestado su vocación de ser candidato a intendente en 2023 y para ello le resultaría óptimo poder hacer campaña en 2021, a sabiendas de que nunca le ganaría la primaria al justicialismo.

La hipótesis de Nardi candidato a intendente en 2023 no le disgusta a Baistrocchi tampoco. Hubo una conversación previa. En el entorno del intendente sienten al concejal como un integrante del propio equipo, aunque pertenezca a otro partido aliado. Pero si el destino está marcado y el bloquismo va rumbo a la autonomía de listas, es mejor enfrentarse a un viejo conocido con reglas claras, antes que a un oponente sorpresa. Más adelante se verá lo que suceda con Graciela Caselles, quien también amagó con desembarcar en Capital.

Nardi no tiene un discurso tan duro como el de Adámoli. Es bastante más compatible con el del propio Rueda o incluso el diputado chimbero Andrés Chanampa, más contemporizador con el Frente de Todos. ¿Servirá estratégicamente a la hora de los votos? Es pura adivinación.

Por supuesto que todavía hay margen para que el bloquismo comparta listas con el PJ. No se puede desechar esa hipótesis. Pero hay una posibilidad cierta, por primera vez, de que se permita la competencia interna con candidatos puros. Para el partido de la estrella la ocasión será única y riesgosa. Saben puertas adentro que no competirán para derrotar al peronismo sino para testear el nivel de adhesión en las urnas. En ese abanico hay dos extremos: una elección muy buena o una muy mala. La muy buena no alcanzaría para ganar, pero les permitiría cotizar mejor dentro del reparto de espacios del Frente de Todos en 2023. O incluso podría alentar a los autonomistas a forzar la ruptura.

Pero si les va muy mal, entonces Rueda tendría en la mano un argumento imbatible para callar a los que vienen exigiendo la separación del PJ. Si no hay votos, de ninguna manera se podría plantear un proyecto diferente en 2023 para desafiar a Uñac. Y si les va muy mal, la cuota de poder interno en el frente también podría achicarse. Puro sentido común.

La oposición estará atenta a este experimento bloquista. Primero por el perfil de candidata o candidato electo para la contienda. Como ya se dijo, no sería igual Adámoli que Nardi. Habría un mensaje diferente en uno y en otro caso, hacia adentro y hacia afuera. Luego la oposición también estará a la expectativa de cualquier resquebrajamiento de la relación principal del partido gobernante. Una alianza que con bemoles consolidó victoria tras victoria desde el acuerdo entre José Luis Gioja y Polo Bravo hasta el presente.


JAQUE MATE