Primero fue Flagrancia. Después vino el Sistema Acusatorio Adversarial que paulatinamente abarcó casi a la totalidad del sistema penal. El resultado se plasmó rápidamente en el Servicio Penitenciario: en tan solo dos años la población carcelaria creció casi el 40 por ciento, poniendo al borde del colapso las instalaciones de Chimbas. Poniéndole urgencia al nuevo edificio de Matagusanos, en Ullum.

Primero, el medio vaso lleno. En apariencia, se limitó la puerta giratoria. Aún las condenas de cumplimiento no efectivo quedaron registradas y el reincidente terminó o terminará tras las rejas, de manera definitiva, porque ya no cuenta con la lentitud del sistema a su favor. 

Tiempo atrás, muchos autores de delitos comunes tenían frondoso prontuario pero ninguna condena efectiva. Entonces, cada vez que se sentaban frente a un juez era prácticamente como su primera vez. Eso no va más.

Segundo, el medio vaso vacío. Tener mayor agilidad en la Justicia Penal implica haber incrementado sensiblemente la demanda de celdas. Están privados de la libertad aquellos que andaban itinerantes favorecidos por la burocracia. O algunos de ellos, por lo menos. Entonces, el único Servicio Penitenciario en funcionamiento en la provincia, el de Chimbas, quedó en situación crítica. Mirar para el costado no es opción.

Caer en el facilismo de 'que se embromen, por algo están ahí, encima no van a pedir comodidades', significa evadirse de una verdadera bomba de tiempo. Hacerse el distraído no detendrá la cuenta regresiva. Se puede graficar con claridad con un par de números.

Según las reglas Mandela, que establecen las condiciones ideales de reclusión para cualquier ser humano privado de la libertad, el Servicio Penitenciario de Chimbas solo podría alojar a 920 internos. ¿Cuántos hay en la actualidad? Sencillamente, el doble. Son 1.800 las personas albergadas en esos pabellones.

Toda solución demandará tiempo. En los últimos dos años -plazo coincidente con la aceleración judicial- la población carcelaria subió de 1.300 a 1.800 individuos. Ese salto de 500 de un solo saque, equivale a casi un 40 por ciento de crecimiento.

Se puede decir de otra manera, a riesgo de resultar muy reiterativo y hasta obvio. Donde antes había 10 presos hoy tienen que apretarse 14. Y la tendencia es que seguirán los ingresos, en la medida en que siga aceitándose el sistema judicial. ¿Está más segura la sociedad? Sí. ¿Es una solución definitiva? Para nada. 

De todos los números que dejó el secretario de Estado de Seguridad, Carlos Munisaga, la semana pasada en Banda Ancha, uno fue el más impactante de todos. ¿Alguien sabe cuántos internos del Servicio Penitenciario han terminado la escuela secundaria? Solo el 40 por ciento. La inmensa mayoría, 6 de cada 10, solo terminaron la primaria. Y el 30 por ciento ni siquiera completó ese nivel educativo. A duras penas sabe leer y escribir.

Entonces, la falta de oportunidades, la falta de acceso a la educación por una multiplicidad de factores, nítidamente tiene relación con el delito. No se trata de hacer una lectura simplista y lineal. Por supuesto hay grandes estudios antropológicos que podrán desmenuzar en profundidad el fenómeno. Pero el dato tiene que alertar: 6 de cada 10 presos no terminaron la secundaria y 3 de ellos ni siquiera completaron la primaria. Algo está diciendo esa realidad.

El viernes en Banda Ancha el presidente de la Corte de Justicia, Daniel Olivares Yapur dijo que todavía quedan algunos delitos del Código Penal bajo la órbita del sistema anterior. Es decir que esta velocidad experimentada en los últimos dos años seguirá acelerándose en la medida en que todo pase a la modalidad del acusatorio adversarial. La demanda de celdas seguirá creciendo.

Olivares Yapur destacó que el sistema sanjuanino ya es considerado como un ejemplo para otras jurisdicciones porque los delitos que antes tardaban años en ser juzgados, hoy se resuelven en 6 a 8 meses. Aún los más complejos, como los homicidios. La contracara de esta eficiencia es seguir mandando procesados y condenados a una unidad penitenciaria repleta.

Puede seguir a toda velocidad la maquinaria para frenar el delito y mandar a los autores al calabozo. Pero esa espiral solo demandará cárceles cada vez más grandes. Resulta evidente y urgente atacar las causas.

Munisaga habló de fomentar la capacitación en oficios, para que los tiempos de cumplimiento de condena puedan resultar transformadores. Hay talleres intramuros hace tiempo y hay ejemplos de superación. Pero a todas luces hay también una realidad macro que excede a lo judicial y a lo penitenciario, que requiere mucha más escolarización y contención social para atacar directamente las causas. 

La única receta no puede ser trabajar sobre las consecuencias y la dolorosa reinserción social. Primero habría que achicar la exclusión. Sí, es una obviedad. Pero a veces resulta imprescindible empezar por lo obvio.

Mientras tanto, habrá más y más celdas para aliviar la saturación del Servicio Penitenciario Provincial. Están construyendo nuevos pabellones en el predio de Chimbas para sumar 250 unidades. El Penal de Ullum tendrá capacidad para 600 internos en condiciones óptimas, pero por supuesto no es una obra que vaya a terminarse en el corto plazo. Mientras tanto, se puede predecir que seguirá creciendo la ocupación de las instalaciones. Puede que sea una buena noticia tener un delincuente menos en las calles. Pero el problema sigue.

Vale la pena saberlo. Vale la pena mirarlo y entenderlo. Así se llenan las cárceles en San Juan. 


JAQUE MATE