Puede engañar ese tono leve y cansino, que Luis Rueda usa en cada entrevista. Es casi una marca partidaria, un signo característico de los dirigentes que marcaron a fuego la historia reciente como Don Leopoldo Bravo, Javier Caselles y, por qué no decirlo, también su hermana Graciela. Detrás de ese ritmo pausado y volumnen contenido, hay un vigor que se abre paso en la arena política, muchas veces para sorpresa de varios.

Con ese halo de calma inalterable, Rueda sentenció el final de lo que la prensa llamó "bloquismo disidente", para rotular de alguna manera la grieta interna que separó a los herederos de Don Leopoldo que optaron por el Frente para la Victoria y los que emigraron hacia el basualdismo o el Frente Cambiemos, un poco después.

Para el coordinador de la Unidad Gobernación, virtual mano derecha del gobernador Sergio Uñac, la mínima participación de bloquistas en las listas de Marcelo Orrego este año selló la defunción del movimiento disidente. A punto tal esto fue así, que dirigentes de Capital Centro como Alejandro Bravo se terminaron sumando a la campaña justicialista de Emilio Baistrocchi.

Lleva tiempo trabajando en este operativo de reconciliación el joven oriundo de Pocito, con la clara intención de conducir el partido. Pero no está dispuesto a hacerlo a cualquier costo, sino que pretende generar el suficiente consenso para ser coronado por unanimidad el año que viene. Los ex disidentes ya no serían un obstáculo. El casellismo... veremos. La diputada nacional y actual presidenta partidaria ya manifestó su voluntad de acompañar.

En ese tren de suturar heridas internas, Rueda congenió con los zondinos, trayendo de regreso al Changuito Sancassani a la Convención Bloquista. Y por estas horas está actuando también como interlocutor de otros municipios, sin desmedro de que también lo esté haciendo Graciela. Ahora bien, ella es la actual autoridad partidaria, le corresponde hacerlo. Del joven heredero, podría decirse que está desplegando su vocación de ser.

Ayer en Banda Ancha, Rueda atendió a los iglesianos. Dijo que Marcelo Marinero tiene que etender que es el turno de Jorge Espejo porque así lo resolvió la ciudadanía del departamento cordillerano. Y advirtió que el intendente electo está obligado a escuchar a todos. Vale interpretar, también a los hermanos Chelo y Mauro, con quienes tiene un enfrentamiento difícil de revertir.

Rueda también reconoció que nunca perdió el contacto con el intendente electo por Angaco, Carlos Maza, quien ganó las elecciones compitiendo por el frente que encabezó Martín Turcumán. En el Frente Todos le habían ofrecido la banca de diputado nuevamente, pero él la rechazó y, ante la imposibilidad de abrir la interna, encontró cobijo en ese otro espacio. Pero nunca se abrió de su propio partido. El vínculo está y siempre se mantuvo.

Todo así, sin levantar la voz. Sin hacer demasiado aspaviento. El gobernador Uñac le delegó el rol de coordinador de campaña a la par del intendente de Rawson, Juan Carlos Gioja, en este tramo presidencial. Con esas jinetas aceleró su ronda de contactos con potenciales funcionarios del eventual gobierno de Alberto Fernández. Su teléfono se recalentó en las últimas semanas.

Por el momento no tiene un lugar confirmado para después del 10 de diciembre. Ayer reiteró que se siente más que cómodo en el cargo que hoy desempeña. El bloquismo parece haber encontrado una versión 3.0. Eso sí, con bastante peronismo por delante también.


JAQUE MATE