Ante la disolución de la interna y la imposibilidad de competir con lista propia, sigue el misterio acerca del aporte real de votos que hace el bloquismo en el Frente de Todos. Por eso, como segunda instancia de análisis, había especial interés en el resultado de los tres departamentos que hoy tienen intendentes del partido de la estrella. Como jefes políticos de esos distritos, eran los principales responsables. En dos pasaron la prueba. En el más estratégico hubo una piña.

En Zonda nunca hubo dudas acerca de la maquinaria bloquista. Independientemente del brillo o la opacidad de la gestión de Miguel Atampiz, su dúo con el diputado Edgardo Sancassani se ha consolidado en la jurisdicción. El voto nunca está garantizado pero hasta ahora solo han cosechado victorias. Y esto ha sido uno de los factores que mantuvo al peronismo al margen, relegado en ese departamento.

En Angaco el intendente Carlos Maza salió airoso de la primera cita electoral bajo su conducción. Había intrigas porque su divorcio del peronismo es irreconciliable. Su fractura con el intendente anterior, José Castro, no tiene remedio. Pero logró anotar una victoria para el oficialismo y en este contexto, sirvió.

El problema fue Iglesia. También había dudas en la víspera. El consultor Maximiliano Aguiar exhibió una encuesta publicada el 11 de agosto en la que ya se medía la derrota del bloquismo. Finalmente sucedió. Además del eje Este-Oeste, que atraviesa Santa Lucía, Capital y Rivadavia, siempre arisco al peronismo, se sumó el departamento minero por excelencia. El municipio donde se asienta Veladero, Lama, Josemaría, el paso de Agua Negra, la Ruta 150 y el dique Cuesta del Viento. Cachetazo y ojo en tinta.

Por supuesto que el golpe fue para todo el oficialismo, pero el bloquismo tuvo que poner la cara por razones obvias. Espejo es el jefe político del distrito y el presidente de su partido, Luis Rueda, también cargó con la mochila.

Rueda dijo que hubo un ruido provocado por la interna no resuelta. Espejo alcanzó la candidatura a intendente midiéndose contra los hermanos Mauro y Marcelo Marinero. Ganó el comicio en 2019, los desplazó y arracó con los tapones de punta. Hizo denuncias por el desmanejo administrativo que encontró e incluso acusó cuentas poco transparentes con las millonarias y dolarizadas regalías de Veladero.

En Iglesia el oficialismo quedó 5 puntos por debajo de Juntos por el Cambio. Apenas 140 votos. Esas voluntades, en un municipio donde se conocen todos, se pueden dar vuelta fácil. Es un padrón muy corto. Tal vez a eso obedezca la estrategia de no confrontación que súbitamente desplegó Espejo.

El día después de la piña, el intendente dijo públicamente que asumía la responsabilidad, que le faltó avanzar con algunas obras y además debió comunicar mejor. Cero interna. Cero mención a los Marinero. Cero denuncia de infidelidades o de trabajo en contra.

Rueda sí lo blanqueó. Reconoció el presidente del Comité Central que hay asuntos sin resolver. Si los Marinero no actuaron con revanchismo para cobrarse las deudas políticas con Espejo, posiblemente sus segundas o terceras líneas lo hayan hecho. Incluso por cuenta propia. 

Un par de semanas antes de las elecciones, un alto dirigente peronista había manifestado su preocupación por Iglesia, Caucete y Jáchal. En los dos últimos hubo un acompañamiento menos holgado que el que esperaban, pero ganaron. En el departamento cordillerano se complicó finalmente. Pero el justicialismo iglesiano no tiene poder de fuego todavía. Dependen mucho de la actitud de los bloquistas, que conservan el dominio territorial.

Después del 12 de septiembre alguno pudo apresuradamente profetizar un fin de ciclo para el bloquismo iglesiano. Sin embargo, cinco puntos se dan vuelta fácil. Son apenas 140 votos. ¿Cuántas familias entran en 140 votos? ¿A cuántos hay que convencer en los dos meses que quedan por delante? No parece imposible.

Sin embargo, el desafío bloquista focalizado en Iglesia, Zonda y Angaco, también tiene cuotas de responsabilidad en otras jurisdicciones donde al Frente de Todos le fue mal.

El bloquismo  muerde en las derrotas de Capital, Santa Lucía y Rivadavia. Cuando el partido de la estrella se entusiasmaba con la posibilidad de competir con lista propia, el objetivo inicial era trabajar especialmente en los departamentos donde no es gobierno el oficialismo. Les fue mal.

Sergio Uñac habló de sumar hasta 8 puntos más el 14 de noviembre. Esos votos deberían salir fundamentalmente de los que se quedaron en casa en las primarias, porque el sufragio en blanco estuvo por debajo del promedio histórico, sin alcanzar siquiera el 3 por ciento. Es decir, hubo una abrumadora mayoría de votos positivos. En esta estrategia, los bloquistas también tendrán que arremangarse.

Quedan dos meses. Tic-tac. En esta cuenta regresiva hay mucho más que un par de bancas en el Congreso. El escenario político cruje y amaga con reconfigurarse. Dependerá en buena medida del escrutinio del 14 de noviembre. Tic-tac.


JAQUE MATE