Hasta en el corazón mismo del kirchnerismo clásico hay grietas. Una importante referente, devota de Cristina y con llegada directa al Instituto Patria, reveló las discrepancias que transita el espacio por estas horas. No se trata ya de la disputa ficticia y desigual con el gobernador riojano Ricardo Quintela, en absoluto. Las dificultades tienen que ver con el rumbo trazado hacia adelante y, especialmente, la guerra interna con Axel Kicillof.

Vale hacer una aclaración para principiantes. En San Juan preocupa la escalada contra el gobernador bonaerense porque son cada vez más los militantes que entienden que Axel es el mejor prospecto posible para encarar el 2027. Combatirlo desde adentro parece una mala idea. Pésima.

La semana pasada en Banda Ancha dos primeras figuras del justicialismo sanjuanino pusieron la cara para frenar la avanzada camporista. Primero lo hizo el diputado nacional Walberto Allende. Al día siguiente, el parlamentario del Mercosur Matías Sotomayor. Sin vueltas, sin eufemismos, ambos se declararon orgánicos y verticales. Pero la incondicionalidad con Cristina ya no es lo que era.

¿Es Cristina la persona indicada para el ordenamiento del PJ? 'Aparentemente no', contestó Allende sin rodeos. Dijo que el problema nunca fue Quintela sino 'todo lo que está detrás'. Es decir, ese cúmulo de peronistas que, aún minoritario, no quiere saber nada con Ella. ¿Dónde quedó la renovación?

La pretendida neutralidad de Kicillof entre la Jefa y el Gitano -así lo apodan al riojano- le costó que Máximo saliera a crucificarlo públicamente en una entrevista con Jorge Rial. Para La Cámpora fue, es y será imperdonable la tibieza de Axel.

Paradójicamente, esa moderación del gobernador bonaerense es lo que empezó a cuajar bien en los grupos no kirchneristas. Ese carácter dialoguista y amplio, compatible con los Quintela, los Yoma y compañía, es una de las fortalezas para edificarse como candidato presidencial. Todo quedó al borde del colapso por la insólita disputa con el kirchnerismo que lo alumbró.

Como Allende, Sotomayor también puso peros a la conducción de Cristina. No a Ella, puntualmente. Ella no se discute. No se discute su historia ni su liderazgo. Pero sí su guardia de hierro liderada por Máximo. 'Apoyo a Cristina pero no para limar a Axel', dijo el parlamentario del Mercosur. Claro como el agua.

Que Allende y Sotomayor salieran a marcar estos condicionamientos fue doblemente significativo. Por un lado, porque ambos tienen vinculación nacional e internacional. Dialogan permanentemente con pares del resto del país. Reflejan los discursos y las posiciones que están circulando por lo bajo hace tiempo y que hasta ahora se habían silenciado, en pos de lavar los trapos sucios en casa.

Por otro lado, tanto Allende como Sotomayor tienen peso específico propio, más allá del bastón de mando de Sergio Uñac y José Luis Gioja. Los ex gobernadores integran la lista de CFK y, tras el fallo de María Romilda Servini, forman parte de la nueva conducción nacional del PJ. Si bien los dos retienen su cuota de liderazgo en San Juan, en sus propias tropas hay disidencias.

Nadie desconoce que Cristina es quien tiene la espesura para rivalizar con Javier Milei. El presidente la convalidó como interlocutora política, con la evidente intención de polarizar el escenario y anular cualquier otra expresión. Hasta parece un contrato ganar-ganar, donde ambos se retroalimentan.

Pero esta Cristina empoderada en el seno del PJ, con la lapicera que tantas veces le reclamó a Alberto Fernández, elevó la apuesta. A partir de ahora se sentará en la cabecera de la mesa. Ya no desde su Instituto Patria, sino desde el partido. Será la interlocutora imprescindible de los gobernadores, de los senadores y los diputados. Fundamentalmente, tendrá el cortapizza para la confección de las listas del año que viene. Y para el 2027.

No, nadie desconoce el liderazgo de CFK dentro del uñaquismo y dentro del giojismo. Pero esto no significa incondicionalidad. Hay que entender las declaraciones de Allende y de Sotomayor como algo más que expresiones personales. Es con Cristina, sí. Pero no un cheque en blanco.


JAQUE MATE