Desde el 3 de marzo hasta este 18 de mayo pasaron apenas dos meses y dos semanas. Eso es lo que duró el acuerdo salarial alcanzado con mucho esfuerzo en las paritarias de docentes y estatales. La inflación puso en jaque todas las previsiones y terminó vulnerando en tiempo récord la calma sanjuanina. Este jueves los gremios le pedirán a la ministra de Educación, Cecilia Trincado, que active los resortes para retocar el pacto antes de que los tape la ola.

Y se viene, cual tsunami. Según datos oficiales del INDEC, en los primeros cuatro meses del año el índice de precios al consumidor alcanzó el 23,1 por ciento. De abril a abril, el último año la vida se encareció el 58 por ciento. Ya no es un pronóstico opositor solamente: la inflación tiende al 60 por ciento. O más. Por eso las paritarias del sector privado están apuntadas a ese número, dejando atrás al conservador 45 por ciento que parecía suficiente cuando despuntaba el 2022. Pasado pisado.

El 3 de marzo, después de un intenso ida y vuelta, la ministra de Hacienda, Marisa López, consiguió cerrar con los docentes y todo el arco sindical estatal un acuerdo del 45 por ciento en cuotas hasta diciembre, más la promesa de reabrir la negociación en julio. Pero resulta que julio queda demasiado lejos, a juzgar por la desenfrenada carrera de precios que apenas se ralentizó unas décimas en abril con respecto al trágico marzo de casi 7 puntos.

Podría decirse que el secretario general de UDA, Julio Roberto Rosa, es un dirigente sindical dialoguista. Muchas veces se enfrentó internamente a su líder nacional, el beligerante Sergio Romero, precisamente por esa diferencia de estilos. Pero la cordialidad no es suficiente para camuflar la realidad.

Este martes, Rosa admitió en Banda Ancha que habrá que rediscutir totalmente el acuerdo salarial para el segundo semestre. Y que para llegar a julio, habrá que adelantar el 5 por ciento de ese mes. Y traer también el 10 por ciento comprometido para octubre. Solo así habrán alcanzado el 40 por ciento de incremento en los siete primeros meses del año. 

Solo con ese esquema de adelantamiento los salarios estatales sanjuaninos estarán empatados, cabeza a cabeza, con la inflación proyectada. Lo dijo Rosa pero no fue ocurrencia suya en absoluto. Es el estado de situación inocultable, que la propia ministra López viene sopesando. 

En la última rueda de prensa, con motivo del censo, la funcionaria debió responder sobre la escalada de precios y se mostró esperanzada -no confiada- en que haya una desaceleración. Eventualmente le llegará el pedido formal de los sindicatos para pasar los números en limpio.

¿Hasta ahora los salarios estatales han salido airosos? La respuesta es: no. Hasta mayo recibieron un incremento del 25 por ciento, contra 23 por ciento de inflación registrada hasta abril. Puntos suspensivos. Cuando termine el quinto mes del año y el INDEC informe el IPC respectivo, lo más seguro es que los haberes habrán quedado por debajo. No se trata de ser agorero, sino de poner blanco sobre negro. Es matemática elemental.

Por eso Hacienda debería estar sacando cuentas para anticipar los desembolsos previstos para julio y octubre como ya se sabe que pedirán los sindicatos. Tal medida impactará necesariamente en las cuentas fiscales por encima de las previsiones originales. Pero todavía estará pendiente enfrentar el segundo semestre. Apenas quedará un 5 por ciento de aumento salarial pensado para diciembre. Un número simbólico que habrá que engordar significativamente. Forzosamente.

Si bien para la ministra de Hacienda esta es una situación incómoda, desafiante, tiene a su favor un factor importante y es de carácter político. La relación entre los sindicatos sanjuaninos y el gobierno provincial es óptima. Salvo el Sindicato Médico, que suele tener una posición más combativa, el resto del arco gremial se ha mostrado siempre comprensivo de la situación. En la contracara, obtuvieron acuerdos salariales muchas veces mejores que los del sector privado.

La postura de Sergio Uñac ha sido mantener el equilibrio fiscal. No asumir compromisos que pongan en riesgo el manejo del gasto corriente. Aún dentro de esas limitaciones, los estatales contaron primero con cláusula gatillo, durante dos años consecutivos, y luego con paritarias que tuvieron siempre como parámetro la inflación. Ese es el antecedente.

Contar con un clima de paz política no es poca cosa en los tiempos que corren. A nivel nacional esa concordia se empezó a agrietar. Sucedió el viernes pasado, cuando ADICUS, en el marco de una medida convocada por Conadu Histórica, mandó a todos los docentes universitarios al paro, precisamente por la negativa del ministro de Educación de Nación, Jaime Perczyk, de reabrir de inmediato la paritaria.

En lo nacional pasa lo mismo que en lo provincial: los acuerdos salariales quedaron desfasados por la inflación galopante. Y más temprano que tarde, lo nacional meterá la cola en lo provincial, porque está derrumbándose el acuerdo por el salario inicial de 53.000 pesos para el maestro de grado. Quedó desfasado como parámetro ordenador para todo el país.

Pero todo este embrollo de porcentajes y de cifras se puede sintetizar. Se puede decir más fácilmente. La inflación ha sido tan demoledora, que en su paso se llevó por delante los acuerdos salariales. Y la paritaria sanjuanina quedó herida de muerte, tan solo dos meses después. Duró poco, casi nada.

JAQUE MATE
 

La paritaria sanjuanina llegó a un acuerdo salarial el 3 de marzo, por el 45% de aumento dividido en cinco tramos:

20% con los salarios del mes de marzo,
5% con los de mayo,
5% con los de julio,
10% con los de octubre y
5% con los salarios de diciembre.

Más revisión a fines de julio.