El apuro es mal consejero
Cada vez que alguien intentó predecir el futuro en pandemia, se equivocó. El Covid 19 dejó varias moralejas: la prudencia, la primera de todas.
Iba a llegar el día en que Argentina se pudiera sacar el tapabocas. Era uno de los pasos siguientes a imitar, en esta secuencia que ha descripto la pandemia desde su arranque: lo que sucede en el hemisferio norte, luego pasa en el hemisferio sur. Sin embargo, la oportunidad del anuncio lo tiñe de política. Es inevitable.
Fue la primera aparición pública del flamante jefe de Gabinete, Juan Manzur, al día siguiente de haber jurado el cargo. Su presencia le puso el sello de autor al anuncio de la ministra de Salud, Carla Vizzotti. Por supuesto que una medida de esta naturaleza siempre debería estar fundada en parámetros epidemiológicos. Pero la participación del tucumano le dio esa otra dimensión de tablero de ajedrez.
Fue poco lo que aportó Manzur, después de la larga y completa exposición de Vizzotti. Simplemente pidió mucho compromiso social, lo cual es coherente. Y se atrevió a pronosticar que el país está cerca del final de la pandemia. Ahí empezó a jugar el riesgoso oficio de las declaraciones que se amarran como un grillete al funcionario de turno. Ojo. El hombre es esclavo de sus palabras y del archivo.
Claro que Manzur no es Santiago Cafiero. Primero, es médico. Segundo, fue ministro de Salud de Nación y tiene bastantes otras batallas sobre su espalda. Lo pidió Cristina y lo convocó Alberto Fernández para reconducir el gabinete luego del fuerte llamado de atención en las urnas. Manzur llegó para hacer lo que está haciendo.
¿Entonces terminó la pandemia? No, en absoluto. Es verdad que la curva de contagios y la ocupación de camas están en niveles absolutamente benignos. La vacunación avanzó hasta cubrir al 87 por ciento de la población mayor de 18 años con al menos una dosis y se nota. También es cierto que la estacionalidad cumple su parte. Pero el Sars Cov2 tiene larga vida por delante.
El anuncio de sacarse el tapabocas al aire libre y eliminar otras restricciones, todo junto, tiene basamento sanitario y es una decisión de gobierno. La economía está urgida de una recuperación mucho más acelerada que los números macro que puede exhibir por áreas el ministro de Economía, Martín Guzmán. Reactivar es la consigna y afortunadamente la pandemia ha cedido lo suficiente.
Con la renovación parcial del gabinete, Fernández relanzó la gestión. Fue una bocanada de oxígeno en busca de reconquistar el voto desencantado. Por lo tanto, el anuncio del tapabocas es una acción de campaña. Y que nadie se asuste con la expresión. Es al mismo tiempo una medida sanitaria.
Los números son consistentes con la decisión. Según la ministra Vizzotti, Argentina superó las 16 semanas de caída sostenida de casos. San Juan está dentro de esos parámetros. La primavera llegó con el menor nivel de casos activos de Covid 19 de todo el año, con apenas por encima de los 400 infectados. De 244 camas críticas solo hay 100 ocupadas por todo concepto. El Coronavirus apenas insume el 17 por ciento de las salas tanto públicas como privadas. Aún así, esta historia todavía se está escribiendo.
La estacionalidad es determinante. Está verificado en el hemisferio norte y ahora también en el hemisferio sur. Precisamente por ese factor climático es que se resolvió posponer el calendario electoral. Atrasar las primarias de agosto a septiembre y las generales de octubre a noviembre. No estaba en los planes del oficialismo, evidentemente, recibir una cachetada en las urnas. Por eso el anuncio del tapabocas, el más simbólico de todos los anuncios posibles, el más visible, el que más recuerda a la vieja normalidad, fue también un intento de reconciliación.
Amigarse con buena parte de una sociedad agotada fundamentalmente en los principales centros urbanos, los más densamente poblados, los que más sufrieron el confinamiento. San Juan pudo tomar distancia. La pandemia hizo estragos en esta provincia, poniendo las salas de terapia intensiva al borde de la saturación. Hubo más de 1000 muertos. Es y será una tragedia, para siempre. Sin embargo, aquí las flexibilidades llegaron mucho antes.
De hecho, la autorización para la reapertura de boliches se produjo una semana antes en San Juan, con mayor aforo que a nivel nacional y sin el requisito del carnet de vacunación. Sirve apenas como ejemplo. En varias otras áreas se podría encontrar ejemplos semejantes.
Hasta el anuncio simbólico de la no obligación de ponerse tapabocas fue relativizado en San Juan. El subsecretario general de la Gobernación, Marcelo Espósito, dijo públicamente que aquí hace tiempo no se perseguía al que circulaba en la vía pública a cara descubierta. Aún así, el Comité Covid tendrá que compatibilizar las medidas porque hay mucha letra chica, incluso en lo referido a la reapertura del paso de Agua Negra.
En la carrera electoral, el gobierno nacional eligió una fecha significativa, para que quede marcado en el calendario este 21 de septiembre como una primavera diferente, más parecida a lo que alguna vez fue. Consecuente con el slogan: 'El país que queremos'.
Volver a verse a la cara en la calle. De eso se trata el anuncio. Inyectar una cuota de optimismo, después de un año y medio de angustia y zozobra. Aún así, es una apuesta riesgosa. Cada vez que alguien intentó predecir el futuro en pandemia, se equivocó. Sin ánimo de ser agorero, el Covid dejó varias moralejas. La prudencia, la primera de todas. El apuro es mal consejero.
JAQUE MATE