Tras la derrota del Frente Juntos por el Cambio, una corriente discursiva fue ponderar los 40 puntos de Mauricio Macri como si se tratara de un "empate técnico" con el presidente electo Alberto Fernández, bajándole el precio a la victoria en primera vuelta. En un segundo plano, empezaron a correr las acusaciones cruzadas y, cada vez con menos disimulo, los choques entre el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y la gobernadora María Eugenia Vidal, también derrotada en provincia de Buenos Aires. Una réplica de estas roscas puede apreciarse en San Juan.

En primer término, a pesar de la caída de Macri en San Juan, como no ocurrió en Mendoza, ni siquiera en San Luis, puertas adentro del ex Juntos por el Cambio se aferran al rendimiento del ahora diputado nacional electo Marcelo Orrego. Hacía largos años que la fuerza opositora no alcanzaba 38 puntos de adhesión, como logró el santaluceño el pasado domingo en toda la provincia. Arañar el 40% lo pone a tiro de cualquier aspiración para 2023 y lo ubica como el referente indiscutido del espacio. El resto, a la cola.

Pero, así como la gobernadora Vidal consideró irremontable su diferencia negativa con Axel Kicillof en la primaria y liberó a los intendentes bonaerenses para que salvaran sus municipios, aún a costa de cortar boleta, en San Juan también hubo acciones similares. Solo la acción de la tijerita posibilitó que Orrego ganara en tres departamentos, Santa Lucía, Capital y Rivadavia, mientras Macri únicamente logró imponerse en la Ciudad de San Juan.

Un alto dirigente del espacio macrista en San Juan admitió en una conversación reservada, que terminaron fastidiados por las políticas de Cambiemos. Que terminaron optando por Macri frente a la ausencia de otra alternativa al kirchnerismo. Pero que los desorientó la falta de reflejo político de la Casa Rosada, detonada por los resultados económicos.

El enojo silencioso de los intendentes sanjuaninos con el macrismo radica en que corrieron seriamente el riesgo de perder sus territorios en las elecciones provinciales, por el solo parentesco político con Cambiemos. Les costó sangre, sudor y lágrimas sostener los municipios en las urnas, negando como San Pedro antes de que cante el gallo.

En este afán por conservar los gobiernos comunales, usaron la tijerita sin complejos. Si aquella elección provincial del 2 de junio había sido desdoblada de Nación y aún así tuvieron que esforzarse en despegarse todo lo que pudieron, los comicios del domingo pasado ponían a Orrego en situación de desmoronarse y dilapidar el capital propio, por el arrastre negativo. 

Dentro del cuarto oscuro hubo boletas enteras del Frente Juntos por el Cambio, con la sección de presidente y vice más la sección de diputados nacionales. Pero también hubo boletas de Orrego ya cortadas, apiladas prolijamente, para facilitarle la tarea al votante y que el malestar con Macri no se convirtiera en motivo para castigar al santaluceño. La estrategia rindió frutos.

Para ellos, los promotores de la tijera, el corte no es motivo de ofensa. Lo hizo el propio Fabián Martín, despegándose de la boleta de Orrego en las elecciones del 2 de junio, para retener el municipio. No fue un castigo para su propio candidato a gobernador, sino una maniobra de supervivencia ante la ola uñaquista que amenazaba con llevarse puesta la intendencia.

Todavía protestan en voz baja dentro de Producción y Trabajo por la manera en que Macri malgastó la construcción política que lo llevó al poder en 2015, no escuchó las voces disidentes y terminó con las peores variables económicas. Sostienen, los herederos del basualdismo, que si el presidente hubiera sido capaz de sostener los mismos resultados inflacionarios y de ocupación que Cristina Kirchner, hoy la historia sería otra. No lo dicen como halago o reconocimiento a la vicepresidenta electa, por el contrario. La señalan todavía como autora de la pesada herencia. El problema, para ellos, es el mismo que para todos los demás: Macri empeoró las cosas.


JAQUE MATE