El peronismo se encamina a terminar su peor año de las últimas décadas, para recibir el 2024 con un horizonte todavía muy borroso. Las diferencias internas no están saldadas. A la histórica discordia entre uñaquismo y giojismo le brotaron otras subdivisiones. En esta madeja enredada se puede identificar al menos cuatro puntas, imprescindibles para comprender el presente del partido más poderoso, circunstancialmente machucado por la trompada electoral.

El PJ sigue siendo la organización política con mayor cantidad de afiliados en San Juan. Además, los peronistas gobiernan 13 municipios (ellos dicen 15 porque cuentan como propios los 2 bloquistas). Están a un diputado de tener dos tercios de la Legislatura, sumando al uñaquismo y al giojismo.

Marcelo Orrego sintió el remezón de esta mayoría la semana pasada en el recinto, cuando el uñaquismo fue por todo lo que quiso: la representación en el Consejo de la Magistratura y las vocalías del IPEEM, más una modificación sobre tablas en la ley de coparticipación municipal que le quitó al gobernador el manejo de unos 9.000 millones de pesos (*).

Sostener que el PJ es el partido más poderoso no es metafórico. También es cierto que se encuentra en en ebullición. Enfrenta su peor fantasma: la ruptura. Cada desprendimiento que sufra el justicialismo será una buena noticia para Orrego. Fundamentalmente, para su vicegobernador, Fabián Martín, el responsable de conducir la Legislatura.

El riesgo de quiebre en el peronismo está latente. Tal vez por esa razón la semana pasada el veterano Walberto Allende propuso en Banda Ancha prorrogar los mandatos partidarios. Su declaración solo avivó más el fuego. La nota de Canal 13 generó un altísimo impacto. ¿Acaso el diputado nacional está operando para darle más tiempo a Sergio Uñac en la conducción del PJ? No necesariamente.

Para Allende, la convulsión nacional que se traduce en una fuerte inestabilidad social no admitiría otro espectáculo internista del peronismo. Desde ese punto de vista, se justificaría una extensión de mandatos hasta mayo. Es decir, solo un par de meses más que lo establecido en la carta orgánica del partido. Las piezas podrían acomodarse mejor en ese paréntesis, siempre mirando hacia la renovación.

Este es el marco en el que se puede identificar las cuatro puntas de esta madeja enredada que hoy ofrece el peronismo sanjuanino.

-Primera punta: El post uñaquismo. Los intendentes y los diputados departamentales terminaron imponiéndose sobre el círculo de confianza que rodeó al ex gobernador en sus ocho años de gestión. Ese círculo íntimo, esa mesa chica, se desplazó hacia cargos vitalicios inhibidos de hacer política. 

Valga citar tres nombres para entender el asunto: el ex diputado y ex Defensor del Pueblo, Pablo García Nieto, asumió como presidente del Tribunal de Cuentas de por vida; el ex secretario general de la Gobernación, Juan Flores, se convirtió en vocal permanente del mismo órgano de control; el ex subsecretario general de la Gobernación, Marcelo Espósito, juró como Juez de Faltas.

Hubo un intento de impulsar a la ex ministra de Hacienda, Marisa López, como presidenta del bloque justicialista de la nueva Cámara de Diputados, pero su postulación no pudo prosperar. Se rebelaron los departamentales e impusieron al veinticinqueño Juan Carlos Quiroga Moyano. Esgrimieron dos argumentos irrebatibles: es un dirigente territorial y nunca perdió una elección, jugando siempre con votos propios. No se diga más.

-Segunda punta: Allende emerge como presidente de transición. Esta posiblemente sea la hipótesis más conflictiva de todas, porque hay varios que tienen aspiraciones propias. Sin embargo, quienes alientan la conducción del nuevejulino al frente del PJ alegan que cierra por todos lados.

El primer argumento es que no representa una amenaza para nadie, en términos electorales. Cualquier otro dirigente coronado como presidente del partido podría aprovechar la ubicación para empezar a pensar en el 2027. No será el caso de Allende, quien además fue el puente del uñaquimo con el giojismo en tiempos de guerra fría.

Por esta cualidad, Allende podría revertir el desorden interno. Es peronista de cuna, no cabría acusarlo de recién llegado. Ese 'peronómetro' le sigue pesando a otros jóvenes dirigentes con alta proyección pero cuya afiliación es más reciente.

-Tercera punta: Otros tienen apetencias. Antes del traspaso de mando en la provincia y los municipios se selló la alianza entre Carlos Munisaga y Fabián Gramajo. Fue la reacción de ambos ante una operación para bloquearlos en la competencia interna del justicialismo. Quieren estar en la mesa de decisiones. Pero no está claro todavía en qué términos podrían llegar a un acuerdo, si el uñaquismo de paladar negro los sigue mirando con desconfianza.

Con perfil un poco más bajo, también aparece en esta línea de sucesores el ex intendente de San Martín, Cristian Andino. Quedó en el llano tras la derrota de la fórmula que primero encabezó Sergio y luego lideró Rubén Uñac. Se ganó el reconocimiento de los compañeros por su tarea territorial, pero le siguen facturando la escasa antigüedad de su ficha de afiliación.

-Cuarta punta: El giojismo está dispuesto a jugar. Lo dejó clarísimo la diputada Graciela Seva el pasado viernes en Banda Ancha. Coincidió con el discurso generalizado de que lo mejor sería el consenso. Pero aclaró que nunca será a cualquier costo. Como viene diciéndolo José Luis Gioja, el espacio 'San Juan Vuelve' demanda un examen de conciencia acerca de las responsabilidades. Porque la derrota no sucedió espontáneamente.

Los dedos acusadores están listos para salir a la luz apenas se abra el proceso de renovación partidaria. ¿Se podrá desanudar este enredo en apenas 60 días? En cualquier caso, el destino del PJ será relevante para sus propios afiliados y dirigentes. Pero también para Orrego. Siempre será conveniente para el gobernador que el justicialismo se entretenga en sus propias desventuras.


JAQUE MATE

(*) Fe de erratas: el monto ronda los 4.000 millones de pesos de acuerdo al siguiente detalle oficial.

Extracto del texto aprobado el jueves 21 de diciembre