¿Por qué razón San Juan debería ser la excepción? ¿Qué factor podría separar a la provincia del resto del país o del mundo, en el azote de la pandemia? Las respuestas están cantadas en los sucesivos reportes epidemiológicos. Argentina batió su propio récord con 561 muertos este jueves. Y San Juan alcanzó una marca luctuosa nunca antes registrada. Fallecieron 9 personas en 24 horas. La segunda ola tiene una ferocidad mucho mayor a la primera. Y la receta para apaciguar los contagios es bastante conocida. No por ello resulta fácil apretar el botón rojo.

Superado el impacto por los 9 muertos sanjuaninos por Coronavirus, apareció el segundo dato aterrador. Una de las víctimas tenía apenas 33 años. Un golpe seco de la realidad. Es cierto que el promedio de edad de los fallecidos ronda los 70 años. Sin embargo la peste volvió a demostrar que la vejez no es requisito indispensable para perder la vida. Alguien dirá por ahí que el joven tenía comorbilidades y que era un paciente de riesgo. Seguramente habrá sido así. Pero lo mató el Covid 19.

Hubo más en el último reporte epidemiológico, altamente revelador. Por segundo día consecutivo los casos nuevos detectados superaron los 300. Se despejaron las dudas. San Juan subió definitivamente otro escalón en la curva de contagios, luego de algunas semanas con valores en la franja de los 200. El distanciamiento, la restricción a la nocturnidad desde la 1 de la madrugada y la campaña de concientización no han sido suficientes. Podría ser peor, por supuesto. Igualmente es poco consuelo.

Las restricciones no ayudan si hay desobediencia colectiva, si no hay compromiso para actuar en conjunto en resguardo de todos. En La Rioja la nocturnidad se termina a las 23 todos los días sin distinción de hábiles o fines de semana. Pero las fiestas clandestinas siguen a todo ritmo. Algunas son detectadas por la Policía. Seguramente muchas otras no. Pasa allá y pasa aquí también, por eso vale la pena mirar un poco más allá de los límites sanjuaninos.

En La Rioja se dejó de lado las clases presenciales, que nunca habían tenido la frecuencia alcanzada actualmente en San Juan. En burbujas, los estudiantes asistían dos días por semana. Eso se trasladó completamente a la virtualidad hace un par de semanas, como medida de política sanitaria. La Rioja tiene un índice de mortalidad que asusta. Aunque aparentemente no asusta a todos. Han fallecido 521 personas por Coronavirus, casi lo mismo que en San Juan, pero con la mitad de población. 

A lo largo de esta semana San Juan alcanzó los 534 fallecidos por la pandemia. La ocupación de camas en dos semanas creció el 43 por ciento. En Terapia Intensiva subió el 34 por ciento. Y la demanda de respiradores trepó el 86 por ciento en apenas 14 días. Estos valores solo pueden subir, al mismo ritmo que crecen los casos.

Desde el sector público y el sector privado se ha reconocido que las terapias intensivas están funcionando al límite. Lo estaban hace dos semanas. Tuvieron que incrementar camas tanto hospitales como clínicas y sanatorios. Sucedió en el Marcial Quiroga y en El Castaño. Lo único que no se puede incorporar aunque sobrara el presupuesto, es profesionales terapistas. Al clamor de los médicos se sumó este jueves en Banda Ancha la directora de la Escuela de Ciencias de la Salud de la UNSJ, Ana Naranjo. Dijo que cada año egresan con el título de enfermería unos 110 profesionales. Pero siguen siendo escasos. El recurso humano es crítico.

Sea por Coronavirus o por cualquier otra enfermedad, conseguir una cama en terapia intensiva en San Juan hoy es un desafío. Hay que esperar. Averiguar dónde hay disponibilidad. Los testimonios son todos coincidentes.

Entonces, si San Juan no puede escapar a la ola, si está demostrado que llegó el embate, ¿solo queda apretar el botón rojo? No es una decisión sencilla. Hay una multiplicidad de factores que condicionan la medida. La educación ha sido declarada prioritaria por el gobierno de Sergio Uñac, entendiendo que la presencialidad es imprescindible. Pero también está la economía, porque el 2020 agravó los índices de pobreza, indigencia y desocupación. Es un flagelo que trasciende la renta empresaria o las oportunidades de negocios. Es básicamente una cuestión de índole social. No hay subsidio que alcance para rescatar a un sistema colapsado. 

Por eso declarar un aislamiento estricto como sucedió en agosto del año pasado cuando fue detectado el brote en Caucete, hoy es considerado como la última opción. Hay una gama de acciones que se pueden aplicar gradualmente. Cualquiera de ellas con seguridad provocará incomodidad y alguna protesta sectorial. Ahí radica el delicado equilibrio que busca por estas horas Uñac, a la espera de los términos del nuevo DNU de Alberto Fernández.

El presidente fue contundente con los 23 gobernadores y el jefe de Gobierno Porteño: hay que reducir la circulación. La vacunación seguirá avanzando, ahora con 10 millones de dosis arribadas al país. Pero está lejos todavía la inmunidad de rebaño. 

Y no, nada indica que San Juan esté al margen de lo que sucede en el resto del país o el mundo.


JAQUE MATE