A coro, algunos analistas a nivel nacional advirtieron que uno de los riesgos de la cuarentena y el estado de excepción sería caer en el efecto "malvinización" de la pandemia, algo así como la fabricación de una causa nacional con fines políticos. Por supuesto, el rédito de una maniobra semejante sería en beneficio del funcionario de turno. Por eso lo manifestaron, porque las encuestas mostraron un acompañamiento del 80% a la medida del presidente Alberto Fernández. Semejante cuota de popularidad, infunde temor. Básicamente porque en la cúspide del poder, crece la tentación de los excesos.

Puede hasta sonar ofensivo utilizar la causa Malvinas sin escrúpulos. Por eso hay que ser cuidadoso al extremo cada vez que se pretende tomar aquel episodio histórico, que involucró la vida de miles de soldados, tanto caídos en combate como regresados al país y sistemáticamente ignorados. Cuando se habla de la malvinización del Coronavirus en realidad se está haciendo foco en que podría existir un aprovechamiento en democracia como pretendió hacer la dictadura. Sí, también desde este punto de vista es una barbaridad la comparación. Pero se está haciendo. Basta con poner un rato algún canal de Buenos Aires o leer las columnas de los diarios más influyentes del país.

Sin entrar en ese dilema, porque no pasa ningún filtro, puede sin embargo rescatarse una analogía entre esta guerra sanitaria aquel conflicto armado de 1982. El veterano de Malvinas Oscar Albornó dijo ayer en Canal 13 que esta vez todo el pueblo tiene que dar la batalla, quedándose en casa. Su palabra solo merece respeto. El pozo de zorro en el que permaneció, con hambre y frío, escuchando más lejos o más cerca las detonaciones, le enseñó el valor de proteger a la Patria. Y el primer eslabón de esa Nación grande son los seres queridos. 

Por eso, frente al móvil de este medio, el excombatiente dijo que cada vez que tiene que jurar, lo hace por Dios y la Patria, pero también por su familia. Desde ahí parte su compromiso de respetar la cuarentena sin objeciones. Y el pedido concreto y reiterado al resto de los sanjuaninos, de hacer el esfuerzo.

Hay otra analogía posible acerca de Malvinas y es el mensaje.  Aquel "vamos ganando" digitado por el poder ilegítimo de la Junta Militar se reprodujo sin límites en la prensa argentina. La realidad, implacable, no solo demostró que aquella afirmación era falsa, sino que puso en evidencia la manipulación.

Hay razones para interpretar que Argentina, frente a este otro enemigo invisible que invadió el mundo entero, puede jugar con algo de ventaja. Porque se tomaron medidas drásticas de aislamiento y hasta ahora no explotó la curva de contagios, que tanto temor generaba porque hubiera desbordado el sistema de salud. Sin embargo, no hay festejos exitistas.

La titular de Epidemiología de San Juan, Mónica Jofré, dijo ayer que ya se puede ver que las medidas que tomaron a nivel nacional están dando resultados. Hay un aumento de casos, pero la curva hasta ahora no ha sido exponencial, no hizo el pico como en otros países, sino que se ha amesetado.

En San Juan aún hay un solo caso confirmado. Con un solo punto, no hay curva todavía. Pero la habrá en algún momento. Cómo será ese trazado, es todavía un misterio. Están puestas todas las energías para que se pueda copiar la tendencia nacional. Pero hasta tanto pase el tiempo suficiente, cualquier pronóstico sería aventurado. O una falta de responsabilidad.

La apuesta sigue siendo extremar la vigilancia sanitaria, aunque esto implica el encierro domiciliario y el alto costo económico que están pagando especialmente los autónomos y los pequeños empresarios. Esa es la trinchera.

Mientras tanto, ninguna autoridad nacional o provincial se atrevería a hacer una celebración anticipada. La mentira tiene patas cortas. La historia lo enseñó de la peor manera. Decir "vamos ganando", no transforma la realidad.


JAQUE MATE