El pacto no escrito entre Sergio Uñac y Cristian Andino es el típico acuerdo político, donde importa la palabra pero siempre quedará sujeta a las circunstancias. No hay que explicárselo a nadie. Todo dependerá de una suma de factores.

Hecha la salvedad, si las cosas evolucionaran a pedir de boca, el pacto entre el senador y el ex intendente de San Martín consiste en darle todo su respaldo para que sea candidato a diputado nacional el año que viene. Hay dos motivos, de mínima.

El primero es que Andino mide bien en los sondeos de imagen. Traducir ese porcentaje a voto efectivo nunca será automático. Pero sí un buen punto de partida para iniciar la campaña. Sobre todo, teniendo en cuenta el lugar complicado en que cayó el peronismo en las últimas elecciones.

El segundo motivo que alienta la promoción uñaquista para Andino es una suerte de reivindicación, por haber acompañado siempre con disciplina.

Cuando lo convocó Sergio para ser su compañero de fórmula, el sanmartiniano se subió de inmediato, teniendo una oferta concreta de José Luis Gioja y sabiendo que venía una batalla judicial por la rereelección.

Andino tuvo otro gesto de obediencia, más valioso aún, tras el fallo de la Corte Suprema contra Uñac. Bajó la cabeza cuando en vez de concederle el ascenso en la fórmula lo pusieron como segundo de Rubén. Quedaron terceros, detrás de Orrego-Martín y de Gioja-Gramajo.

Entonces, doble motivo para que Uñac pueda confiar en Andino en 2025: mide bien y demostró fidelidad a toda prueba. Cierra por todos lados.

Ahora vienen los peros, que son varios. Uno es la interna peronista interminable e indisimulable. Es verdad que armaron una lista de unidad para renovar la conducción partidaria. Pero el liderazgo sigue bipartito entre Uñac y Gioja. Las nuevas autoridades terminaron funcionando como portavoces de lo que se decide en otro lado, entre 'El Sergio' y 'El Flaco'.

Gioja tiene buen concepto de Andino. Desde ese punto de vista no habría objeción. Pero hay otro en carrera, que es Fabián Gramajo, y a nadie le conviene espantarlo para que arme lista por fuera del PJ. El peronismo no podría sobrevivir electoralmente a una división de esa magnitud.

Gramajo no ha blanqueado su intención pero está cantada. Ya hay merchandising dando vueltas incluso. Circuló la foto de una camiseta de fútbol con su apellido y el número 25. Más claro, imposible.

Andino confesó en privado en más de una ocasión que le interesa la participación de Gramajo en una PASO, porque reconoce que el chimbero tiene mayor ascendencia en el voto peronista duro. Por el contrario, que el marido de Daniela Rodríguez rompa sería una pésima noticia. Cada punto que se lleve consigo será una resta muy dañina para el armado general.

Ni Andino ni Gramajo están pensando en una diputación nacional como el destino final de sus carreras políticas. La banca representa un paso fundamental para competir en 2027. Es ese el verdadero objetivo de ambos.

Por eso el proyecto de Javier Milei para eliminar las PASO sería un golpe durísimo para los planes del PJ sanjuanino. Nuevamente Uñac y Gioja tendrían la lapicera para unificar lista de diputados nacionales y habrá más enojados que satisfechos. Con seguridad.

Hablando de Gioja, Gioja. El ex diputado nacional se despidió del Congreso en diciembre de 2023 pero nunca dejó de participar de la rosca nacional. Tiene nombre propio, además, por haber sido tres veces gobernador y, antes de eso, senador y presidente provisional del Senado.

Solo su currículum vitae lo pone entre los aspirantes legítimos para competir en 2025. Pero hay otro elemento que alienta las especulaciones: todavía mide bien en las encuestas. Tal vez un poco menos que la nueva guardia, integrada por Andino y Gramajo. Pero Gioja reune suficiente caudal como para estar en la discusión y defender al PJ en tiempos de polarización como ningún otro. Es un oficio que conoce y domina a la perfección.

Ahora viene la pregunta del millón: si Gioja decide jugar el año que viene, ¿qué actitud tomaría Uñac? Posiblemente llegarían a un acuerdo. Y si no hubiera PASO, ese acuerdo sería absoluto. En cuyo caso, los aspirantes a la renovación tendrían que seguir esperando su turno, para otra oportunidad.

¿Parece poco probable? Todo lo contrario.


JAQUE MATE

No solo Avelín espera una señal de Victoria
Sarah Connor antiperonista se busca