De toda la entrevista que brindó este jueves el intendente de Chimbas, Fabián Gramajo, en Banda Ancha, posiblemente la respuesta más importante de todas haya sido la última. La pregunta fue si quiere ser gobernador de San Juan en algún momento, sin ponerle fecha a la aspiración, sin pensar siquiera en el 2023. Pudo contestar con la muletilla de que 'todo cura quiere ser obispo y todo obispo quiere ser Papa'. Pero optó por una definición mucho más prudente, tal vez porque se sabe observado minuciosamente. Dijo que no a todo. 

Costó y cuesta bastante imaginar la aparente falta de apetito de Gramajo, un intendente exitoso, reconocido aún por sus adversarios, que le critican algunos modos políticos pero no los resultados de la gestión. Como el chimbero sabe que hay un entorno que lo está esperando, que está atento cada vez que cruza la avenida Benavidez, abundó en aclaraciones. No solo dijo que no quiere ser candidato a gobernador sino que se puso a la vanguardia de un operativo clamor por un nuevo mandato de Sergio Uñac.

Se mostró a favor de que el gobernador compita nuevamente en el 2023 y se puso a disposición para trabajar en esa dirección. Habrá despejado las dudas que puedan seguir rondando por ahí, al dejar este registro grabado como prueba de alineamiento.

Una postura semejante había manifestado tiempo atrás el presidente del bloquismo, Luis Rueda. Sin embargo, que el subsecretario de la Unidad Gobernación pida otro mandato de Uñac pareció bastante natural. Para algunos, Gramajo está sentado en el banco de suplentes y es uno de los que calificaría para la sucesión. Precisamente porque sabe que está en esa posición, el intendente debe moderar las expectativas. Las suyas, que seguramente tendrá aunque no las admita en público ni en privado, y las del entorno que está sacando cuentas anticipadamente.

Hablar de las elecciones de 2023 es tabú porque queda bastante tiempo todavía por delante y fundamentalmente, porque la primera parada está a tan solo 9 días de distancia. El domingo 14 de noviembre el peronismo y sus aliados buscarán revalidar pergaminos en esta legislativa de mitad de mandato que se presenta difícil como pocas veces. Tácitamente, silenciosamente, en oficialismo y en oposición reconocen que el día después de estos comicios habrá bandera de largada para la rosca de 2023. Sucederá en los municipios y, dependiendo de algunos factores, también en la provincia.

Si el oficialismo consigue sostener y mejorar la victoria del 12 de septiembre dentro de dos domingos, Uñac habrá pasado satisfactoriamente la prueba. Habrá validado su gestión, habiéndola sometido él mismo a un plebiscito. Contar con esa aprobación manifiesta en las urnas será el mejor argumento para iniciar el camino de un nuevo mandato. Vendrá a continuación otro debate, de carácter constitucional.

En sectores de la oposición y del peronismo giojista circuló tiempo atrás un documento elaborado por el constitucionalista Daniel Sabsay, abocado específicamente a la pobilidad de que Uñac vaya por un nuevo mandato. Desde la enmienda que promovió José Luis Gioja en mayo de 2011, los gobernadores pueden ir hasta por la rereelección, es decir, hasta tres mandatos consecutivos. La discusión que analizó Sabsay gira en torno de interpretar si la vicegobernación que ejerció Uñac entre 2011 y 2015 cuenta como primer mandato, entendiendo que la fórmula de gobernador y vice es indivisible. Es una sutileza que posiblemente termine en algún alto tribunal para que dicte una acción declarativa de certeza, que clarifique el escenario.

Pero antes de la discusión legal, mucho antes, estará la legitimidad política. Si Uñac conserva su caudal electoral y lo demuestra dentro de 9 días, quedará bien posicionado para avanzar. No es algo que haya manifestado públicamente todavía porque efectivamente es pronto para ventilar una discusión de esa naturaleza. Pero eventualmente llegará el tiempo de definir este punto.

Mientras tanto, Gramajo, que en 2023 no podrá repetir mandato como intendente de Chimbas porque está impedido por la Constitución Provincial, tendrá que resolver la sucesión en su municipio, coronar algún heredero o heredera para continuar el proyecto político, y compatibilizar esa decisión con el escenario provincial. Desde ya está trabajando para ello. Lo dejó al descubierto cuando sentó postura a favor de un nuevo periodo de Uñac. Y se puso a disposición para lo que venga por delante.

Así mandó un mensaje hacia adentro, para que sea escuchado por quienes pueden guardar cierto recelo por las apetencias que pueda tener el chimbero. Y también mandó un mensaje hacia afuera, para los que estén calculando que Gramajo se pueda convertir en el mascarón de proa de una confrontación intestina. No parece dispuesto a romper nada. Muy por el contrario.

No es el único sentado en el banco de suplentes, en absoluto. No son muchos tampoco. Entre los intendentes, hay otros que están culminando su segundo y último mandato con altos niveles de aprobación. Un ejemplo nítido es el de Cristian Andino, en San Martín. Sin embargo, tampoco ha manifestado hasta ahora ninguna aspiración para 2023 y, por el contrario, ha guardado riguroso alineamiento con Uñac. De hecho, su reciente afiliación al PJ fue por invitación del gobernador.

Pueden aparecer incluso ministros en ese banco de suplentes. Solo uno ha reconocido aquel refrán de que todo cura quiere ser Papa y lo hizo en Banda Ancha. Fue el titular de la cartera de Desarrollo Humano, Fabián Aballay. Es amigo personal de Uñac. Se puede permitir la sinceridad absoluta, sin maquillar, porque nunca jamás generaría desconfianza en el entorno íntimo del gobernador. Aballay es parte de ese círculo más pequeño. Son amigos de la infancia. 

Y sí, hablar de 2023 resulta incómodo, inoportuno e inconveniente. Pero esto no acalla las sospechas y los pronósticos. Tanto es así, que Gramajo se declaró uñaquista, con todas las letras, para bajar la pelota.


JAQUE MATE