Un par de datos abona la posibilidad cierta de que desde el próximo lunes vuelva la 'normalidad', así entre comillas, el estado de cosas previo a este confinamiento por 9 días. Partiendo del antecedente del año pasado, reinó el temor de que Alberto Fernández dispusiera una extensión de las medidas restrictivas por otra semana y otra semana y así hasta el infinito. Pero aparentemente esta vez no será así. Vendrán aislamientos intermitentes, por sugerencia de los especialistas. Una nueva modalidad que pondrá a prueba la capacidad de adaptación de una sociedad bastante maltratada por la pandemia.

Los dos datos que permiten contar con un regreso a la 'normalidad' entrecomillada desde el lunes son los siguientes. El primero de ellos es la fecha confirmada para disputar las semifinales de la Liga Profesional de Fútbol en San Juan, en el Estadio del Bicentenario. Prever dos partidos con equipos de Buenos Aires en Pocito, sin haber permitido la reapertura de comercios, industrias y escuelas habría sido injustificable.

Puede gustar más o menos la realización de estos partidos de fútbol en la provincia, se puede aplaudir o cuestionar la decisión con igual énfasis. Pero al pasar el dato por la zaranda, se convierte en una garantía de punto final para el confinamiento. Básicamente, porque depende de una organización oficial de carácter nacional.

El segundo dato que abona este punto de caducidad para el confinamiento es una declaración del propio jefe de Gabinete, Santiago Cafiero. En diálogo con El Destape Radio, el brazo político del presidente confirmó que 'estas medidas terminan el lunes 31'. Y que desde ahí en adelante se retomará el régimen anterior, de apertura con protocolos. El funcionario insistió en que 'la semana que viene no vamos a seguir en la situación actual'.

La declaración de Cafiero debería bastar para acreditar la intención del gobierno de acotar el confinamiento a 9 días, como lo anunció el propio Fernández por cadena el jueves 20 de mayo. Pero la palabra está algo devaluada, por un lado. Y la pandemia ya demostró suficiente poder de caos como para dar vuelta los planes de un día para el otro. Entonces el fútbol que se jugará en San Juan termina de darle verosimilitud a lo manifestado. No solo está prometido sino que hay acciones en ese sentido.

Si el lunes se retoma la 'normalidad' entrecomillada, eso no debería interpretarse como el punto final de los confinamientos. Por el contrario, Argentina -San Juan en consecuencia- entrará en una etapa de cierres intermitentes. Frente a un nuevo aumento de casos, decretazo por tiempo acotado. Y a seguir caminando hasta otro ascenso de la curva. Así hasta que pase el invierno. Es una película que ya se vio en el Hemisferio Norte, en Europa puntualmente. Aunque suene doloroso: este es el plan.

La ministra de Salud, Alejandra Venerando, fue bastante clara en ese sentido este miércoles en Banda Ancha. Reconoció que pudo haber pasado el pico de la curva por estos días, pero de ninguna manera habría que cantar victoria. 'Esto es dinámico', sostuvo la funcionaria. Por supuesto que este confinamiento permitirá reducir la transmisión del virus y se podrá apreciar en alrededor de una semana más. Pero el frío apenas está empezando.

Desde el Instituto de Automática de la Universidad Nacional de San Juan, el investigador Daniel Patiño coincidió con Venerando. Según sus modelos estadísticos, la razón de contagios está bajando y anticipa una caída progresiva para los próximos días. Esto es producto de las primeras medidas restrictivas adoptadas desde el 3 de mayo. El confinamiento por 9 días posterior permitirá aliviar más aún las terapias intensivas, que hoy se encuentran al límite. Pero nada de esto significa que no venga luego una tercera ola. Una cuarta. O una quinta. Ya sucedió en los países nórdicos.

Las camas críticas están comprometidas en alrededor del 90 por ciento en San Juan. Hubo ampliación de infraestructura y adquisición de respiradores. Reasignaron profesionales y auxiliares de otras áreas para que se aboquen a las terapias intensivas. Pero nada de esto sería suficiente si siguiera trepando descontroladamente la transmisión viral. Por eso el cierre drástico del confinamiento debería darle un respiro al sistema sanitario, tanto público como privado. Y al personal fundamentalmente.

El confinamiento tiene un costo económico grave. Impactó a las familias que dependen de un ingreso cotidiano para alimentarse. Y también sacudió a las pymes que podrán reabrir justo para afrontar el pago de sueldos y de impuestos después de 9 días de cierre. También el Estado verá resentidos sus recursos. Habrá una caída en la coparticipación cuya magnitud se verá en breve.

'¿A quién no le gustaría tener un comercio abierto, como antes, los niños en la escuela, deportes, todo? Pero hoy hay que hacer foco en priorizar la salud', reflexionó la ministra Venerando. Es el otro gran tema por estas horas. No solo aliviar las cargas en hospitales, clínicas y sanatorios, sino contener el impacto económico en los sectores más afectados. Nación hará lo suyo con una ampliación de la tarjeta Alimentar y en el programa REPRO, para ayudar con el pago de salarios a las empresas en crisis. No es solución para nadie, apenas funciona como un paliativo. Habrá que esperar las próximas mediciones de pobreza e indigencia para ponerle número a una realidad dramática.

La pauperización vino de la mano de la peste, a un país cuya economía sufría el achicamiento desde mucho antes. La urgencia epidemiológica exige acciones fuertes. Los efectos también requieren atención. Y ningún sector puede ser desconocido por el Estado, en tanto y en cuanto se haya visto damnificado.

Mientras tanto, hay una luz en el horizonte. La 'normalidad' entrecomillada asoma a partir del lunes para sacudirse el revolcón, ponerse de pie y seguir adelante. Hasta el próximo cierre.


JAQUE MATE