Este lunes, 31 veces el testeo de Coronavirus dio negativo en el laboratorio del Hospital Rawson. Cualquiera de esos hisopados pudo haberse convertido en el cuarto caso efectivo en la provincia. Pero no ocurrió. Nuevamente, San Juan revalidó su estatus sanitario de territorio libre de circulación viral comunitaria. 

Sin embargo, las muestras siguieron y seguirán llegando. Y cada vez que se sometan a la reacción en cadena de la polimerasa, o PCR, se abrirá otra vez la puerta para que haya novedades. Ocurrió el sábado 28 de marzo, el viernes 10 de abril y el martes 5 de mayo. En cada uno de esos días, hubo uno testeo que arrojó resultado positivo.

Sin embargo, en los tres casos hasta ahora confirmados hubo nexo epidemiológico con otros países, en las dos primeras pacientes, u otra provincia, en el tercer contagiado de Covid-19. Por lo tanto, San Juan sigue sin germen en sus calles. Al menos por ahora.

Esa es la clave: entender que la situación sanitaria se renueva cada vez que se completa un testeo en el laboratorio del Rawson. Que la cuarentena preventiva obligatoria ha permitido a San Juan tener un presente muy distinto al de otras grandes urbes. Pero al mismo tiempo, ese presente es absolutamente precario.

Como es así de provisorio, un descuido podría resultar fatal. Tanto es así, que justifica un operativo inédito, histórico, inolvidable, para acceder a la peatonal totalmente vallada y convertida en un laberinto para guiar el recorrido de las personas por terminación de DNI.

En la primera jornada de atención al público, ingresaron al microcentro unas 8000 personas. Dicho así el número impacta, porque choca de frente con la imagen mental de la cuarentena que supimos construir en más de 50 días de confinamiento. Sin embargo, la cifra no es para asustarse, porque es apenas una fracción del volumen que entraría a Tucumán y Rivadavia en un día normal, de esos que por ahora solo habitan la memoria.

Para las autoridades que controlan la cuarentena, el balance del primer día de comercio abierto al público fue positivo. No hubo descontrol. Seguirá implementándose entonces la misma modalidad, ensayando esta nueva fase inexplorada de flexibilidad administrada. Cada día, no obstante, será un nuevo desafío. Porque seguirán llegando muestras al hospital para ser analizadas. Y de esos resultados dependerá la evaluación final sobre el éxito o el fracaso colectivo.

Apelando a su poesía futbolera, el gran Alejandro Dolina lo explicó con destreza en una entrevista radial, bien de madrugada. Recién empezaba el lunes. Dijo que esta etapa de la cuarentena le hace acordar mucho a un entretiempo, cuando apenas han pasado los primeros 45 minutos. Entonces, en vestuarios, se respira la tensión del cero a cero que hay que preservar en el complemento, con plena consciencia de que el menor descuido podría significar el gol del equipo oponente.

La comparación merecía ser reproducida aunque sea aquí, en este modesto espacio periodístico del interior, porque tiene la inmensa virtud de poner en términos sencillos una realidad que debe ser comprendida por todos y todas, por cada uno de los que intentan recuperar algo de aquella rutina extraviada en el pasado. Porque hace tiempo la pandemia dejó de ser cosa de científicos, o de gobernantes, o de empresarios, o de comunicadores, o de economistas. 

Hace tiempo se convirtió en un asunto del conjunto. Si alguno elige darle la espalda, descuidar su posición, entonces sí podría afectar al equipo completo, para retomar el ejemplo de Dolina. No hay sitio para la fatiga o el hartazgo, mucho menos para la falsa confianza en que todo estará bien porque sí. Todavía queda un largo invierno por delante.


JAQUE MATE