La peor emboscada del Coronavirus
Es grande la tentación de tomarlo como una ficción. Pero la menor distracción puede resultar en un tendal de contagios. Hay ejemplos de sobra. Basta con mirar hacia Mendoza
El monopolio informativo que se impone desde el área metropolitana de Buenos Aires, por la potencia de los medios de comunicación porteños, somete a un riesgo complejo a las sanjuaninas y los sanjuaninos. Por televisión, diarios y radios se recorta la realidad apenas superando el contorno de la avenida General Paz. No es nuevo, pero en esta conyuntura resulta doblemente preocupante.
Visto de lejos, el Coronavirus aparenta ser -inconscientemente- un espectáculo distante. Un show que se entremezcla con una cantidad de eventos, todos tratados por panelistas entrenados para entretener. Desde un jubilado que gatilló en defensa propia en Quilmes hasta el inminente comienzo del Cantando por un Sueño, todo bien sazonado por la siempre presente grieta que reduce el mundo a kirchnerismo versus macrismo, como si esa polaridad fuese suficiente para explicar el país. Una pavada absoluta, si se piensa apenas por un instante.
Despejando la hojarasca, la gravedad de la pandemia ya no admite ser atenuada. Es decir, ya no cabe mirar por TV los números de contagios y fallecidos como si se tratara de un show perdido en el zapping. No termina cuando se apaga la pantalla. Es apenas un reflejo muy parcial de una situación preocupante que no está divorciada de esta recóndita provincia, que con mucho esfuerzo y muchas restricciones a las libertades logra sostener la Fase 5 de la cuarentena, sin circulación viral comunitaria.
La semana comienza nuevamente con un tironeo entre el jefe de Gobierno Porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof. El macrista estaría considerando avanzar en las flexibilidades mientras el kirchnerista está presto para guardar a la mayor cantidad de gente en sus domicilios, frente a una sola y compleja realidad compartida.
Los contagios siguen multiplicándose y, más allá de los enfoques diferentes, el problema sanitario es motivo de preocupación general. Claro que, a 130 días de aislamiento/distanciamiento, también la economía desespera y el desgaste anímico se vuelve irremontable. Si ocurre en San Juan, con mayor razón sucede en la zona más densamente poblada -y hacinada- de la República Argentina. ¿Cómo equilibrar lo sanitario con el resto de la vida cotidiana, incluídas las necesidades más básicas? Bueno, el mundo no ha terminado de ponerse de acuerdo todavía.
Mientras tanto en San Juan el Covid-19 sigue entrando sin anunciarse. Solo es detectado por la guardia anti-pandemia que montó la provincia con hisopados obligatorios para transportistas residentes y no residentes, para repatriados y para cualquier otra persona que intente cruzar la frontera. El costo resulta muy elevado, pero por el momento demuestra ser efectivo para atajar al virus que vino camuflado en pacientes asintomáticos. Hubo al menos un par de sanjuaninos graves, pero lograron recuperarse. Por ahora la peste no se cobró una sola vida en esta jurisdicción.
Este domingo apareció el vigésimo caso positivo. Un transportista de 42 años que ingresó por el control de Bermejo, que estuvo antes en una zona con circulación viral, sin revelar mayores detalles el parte oficial. Sus cuatro contactos estrechos fueron aislados, hasta tener garantías de que no hayan contraído el germen. La frecuencia con que ocurre este tipo de detección es cada vez mayor. Es la demostración indiscutible de que el Covid-19, como enemigo invisible, está atacando el escudo sanjuanino. La defensa no es invulnerable.
Entonces, mientras la atención se focaliza en el drama de los compatriotas porteños y bonaerenses, el problema parece de ellos y se presenta casi como una magnética ficción en la pantalla. El riesgo de esta percepción, suponer que es una novela administrada en capítulos, implica que el sanjuanino se distraiga del propio entorno. Que desconozca sus propias chances de retroceder. Si no fuera así, no seguirían sucediendo las fiestas clandestinas con decenas de personas que desafían a la salud colectiva. Ni seguiría discutiéndose en redes sociales la restricción para entrar y salir de San Juan. No habría un comerciante caucetero demorado por jactarse de viajar a Mendoza por caminos no controlados porque aquí no pasa nada.
No. El Covid-19 no admite evadirse. La menor distracción puede resultar en un tendal de contagios. Hay ejemplos de sobra. Basta con mirar hacia Mendoza, donde este domingo sumaron 49 casos nuevos, acercando el total a 900. Y lo más triste, 25 fallecidos. Son apenas 160 kilómetros de distancia. Es hora de mirar al sur. La peor emboscada del Coronavirus es creerse a salvo.
JAQUE MATE