Posiblemente haya que insistir en una de las verdades más repetidas hasta ahora: la cuarentena seguirá en Argentina después del próximo domingo. Pero no solo eso. También habrá que recalcar que la fecha que diga el presidente Alberto Fernández será tan solo otra posta. Esta en una carrera mucho más larga. Habrá que aceptar finalmente que la cuarentena, maratónica, extenuante, todavía no tiene línea de meta.

Hay versiones, solo eso, acerca de que el presidente extenderá los tiempos hasta el domingo 10 de mayo. Es decir, un par de semanas más, con la lógica que vino aplicándose desde aquel 20 de marzo. Dos semanas. Y dos semanas más. Y otras dos semanas. Una constante que solo ha tenido mínimas variaciones y que posiblemente siga ese camino, el de las flexibilidades minúsculas, esta vez ajustadas a la realidad epidemiológica de cada provincia, de cada distrito.

Más allá de las versiones, hay consenso científico acerca de una realidad mundial. Ese es el marco en el que se podrá mover Argentina -y en consecuencia San Juan- en el corto, mediano y largo plazo. Sí, en el largo plazo también, aunque cueste metabolizar este nuevo entorno, con reglas de vida absolutamente diferentes a las anteriores.

No fue casual que el flamante titular de PAMI en San Juan, Marzio Meglioli, coincidiera con el director general de la Organización Mundial de la Salud. Cada uno en su escala, en su lugar, en distintos momentos pero a lo largo del mismo día. El sanjuanino, médico gerontólogo de vasta experiencia en esa rama de la salud, dijo en Canal 13 que la pandemia se extenderá por dos años. Así, sin anestesia.

En la misma línea, se expresó en una conferencia de prensa en el otro extremo del globo terráqueo, el jefe de la OMS, el etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus. Advirtió que "el virus estará con nosotros durante largo tiempo". Fue un pronóstico en tono profético, solo que esta vez, con el respaldo de la ciencia para hacer la predicción.

Y fue más allá el líder sanitario mundial, al decir que: "esto no se va a solucionar de inmediato cuando se levante la cuarentena sino que vamos a tener que continuar con las costumbres que estamos adquiriendo en estos días". En otras palabras, habrá que diseñar una nueva normalidad. Aquellos días de proximidad hasta el hacinamiento, de salones repletos de calor humano, de abrazos de gol con perfectos desconocidos, quedaron en la memoria.

Dijo también el epidemiólogo africano que en algunos países la pandemia está todavía en su fase preliminar. Sonó como una frase hecha a la medida de Argentina, donde la curva de contagios se contuvo pagando el alto costo del aislamiento y la brutal caída de la actividad económica. Pero en otras naciones que habían dado por ganada la batalla, habiendo pagado con vidas humanas el traumático momento, hay rebrotes virales.

La cuarentena sigue siendo la única receta conocida y recomendada por los especialistas contra el Covid-19. Solo con el distanciamiento social se logró con éxito frenar la transmisión del germen. Pero el virus sigue siendo muy peligroso. No se extingue.

El jefe de la OMS le dio argumentos de sobra al presidente Alberto Fernández, a los gobernadores, para seguir insistiendo en el confinamiento domiciliario. Dijo que uno de los mayores riesgos en la actualidad es "caer en la complacencia". Puede interpretarse como festejar antes de tiempo. Darse palmadas de victoria en la espalda, mientras el virus sigue agazapado para volver al ataque.

No es gratuito. No solo en términos económicos, sino fundamentalmente anímicos y emocionales. Hasta la OMS reconoce que la gente puede sentirse "frustrada", por llevar semanas de confinamiento sin un horizonte de libertad.

Las cosas no volverán a ser como antes. Serán diferentes. Todavía suena prematuro adivinar cómo será la nueva normalidad. "Estamos viviendo una situación extraordinaria y transitoria", reconoció la viceministra de Salud de Nación, Carla Vizzotti. Que así sea. Extraordinaria y transitoria.


JAQUE MATE