Fueron dos declaraciones al hilo, en la misma dirección. Por lo tanto, no fue un accidente. Primero habló el secretario general de la Gobernación, Emilio Achem, al finalizar la paritaria docente. Luego lo hizo el gobernador Marcelo Orrego, en una entrega de viviendas en 25 de Mayo. Ambos apuntaron al castigo que les impuso Javier Milei, sin eufemismos ni caretas.

Todo indica que llegó la hora de llamar a las cosas por su nombre. No bastaron los innumerables gestos de acompañamiento que tuvo Orrego con la Casa Rosada en estos 10 meses de gestión: el alivio no llegó nunca. Las partidas tampoco.

Mientras tanto, el presidente volvió a mostrarse orgulloso del ajuste brutal al que sometió a las provincias y a su gente. Todo cayó en la misma bolsa. Esta semana posteó el detalle del recorte estimado en 4.650 millones de pesos en lo que va de 2024. Equivale a una caída del 82 por ciento real con respecto al año pasado.

X de Javier Milei

Lo más llamativo fue que Milei, en esa misma publicación, consideró que todo esto fue 'ajuste en la casta'. Aquí la tolerancia empezó a deteriorarse. Aceleradamente.

'El dinero es poco y hay que buscar la mejor manera de distribuirlo', dijo Achem al concluir las 12 horas de negociación con los sindicatos docentes. Hubo acuerdo, por fin, aunque para el cortísimo plazo. El secretario general, mano derecha de Orrego en materia política, se involucró desde el principio en el diálogo con los gremios. Nunca fue solo una cuestión de números.

Achem advirtió que 'la recaudación tributaria viene planchada' debido a que la actividad económica no se reactiva. La famosa 'recuperación en V' ni siquiera se asomó. El 85 por ciento de los recursos provinciales provienen de la coparticipación federal. Por lo tanto, la suerte de San Juan está atada a la suerte de la Argentina. Siempre lo estuvo.

A diferencia de Milei, Orrego decidió sostener el salario de los estatales por encima de la inflación como política anticíclica y así lo destacó Achem. No hizo la comparación entre el gobernador y el presidente. Pero la sola mención del criterio aplicado en San Juan sirvió para marcar diferencias.

La obra pública también figura en este menú de políticas anticíclicas para aguantar el temporal que se extiende más allá de lo previsto, a pesar de la desaceleración de los precios. La inflación crece a un ritmo menor, pero la recesión sigue pegando fuerte.

En la entrega de 175 viviendas del barrio Tehul, en 25 de Mayo, Orrego volvió a poner en valor el esfuerzo que está haciendo la provincia para sobrellevar la tempestad. En rueda de prensa, el gobernador puso blanco sobre negro.

'Nosotros tenemos que tomar la obra pública que Nación ha dejado en manos de la provincia y ustedes saben que me toca gobernar con herramientas diferentes a lado de otras administraciones', sostuvo Orrego. A continuación enumeró los costos que tuvo la motosierra para San Juan y para los sanjuaninos.

'Yo no tengo  transferencias discrecionales, yo no tengo la posibilidad de tener el fondo de conectividad y el incentivo docente, yo no tengo la posibilidad tampoco de contar con el subsidio al transporte', advirtió el gobernador.

Este detalle siempre estuvo a la vista. Nunca fue secreto. Pero Orrego se había privado de decirlo personalmente. Tal vez sus funcionarios lo plantearon, pero con mucha mesura. Que lo diga ahora el gobernador tiene un peso relevante. Indica el momento que transita su administración y la fragilidad de la relación con la Casa Rosada.

El voto de las diputadas nacionales Nancy Picón y María de los Ángeles Moreno contra el veto a la ley de financiamiento universitario fue por convicción, pero también llevó impreso este malestar con los libertarios. Las legisladoras, en nombre del gobierno provincial, pusieron la cara en otros debates ingratos. Por ejemplo, acompañaron el veto a la ley de movilidad jubilatoria. Esperaron en vano alguna reciprocidad de parte de Nación. No sucedió.

La frustración fue in crescendo. Por supuesto Orrego no quemará los puentes con Milei. No es su estilo. Y los antecedentes históricos no son buenos. La última vez que un gobernador se peleó con la Casa Rosada, el costo fue elevadísimo. Basta recordar el caso de Alfredo Avelín.

Pero hay lugar para los matices. Será como dijo esta semana el vicegobernador Fabián Martín en Banda Ancha: el no coincidir no los hace enemigos. Tampoco los hace aliados, como alguna vez pudo ser. Las cosas por su nombre.


JAQUE MATE

No lo borren a Gioja porque Gioja no se borra
El orreguismo maniobra para esquivar la polarización entre Milei y CFK