Las razones de Roberto y de Kanki para no jugar
En Banda Ancha tanto el ex senador como el actual intendente se bajaron de la carrera de especulaciones. Fuerte mensaje de verticalidad hacia adentro.
Roberto Basualdo primero y Juan José Orrego después se bajaron de toda especulación acerca de las elecciones de 2025. Ambos son nombres potentes dentro de Producción y Trabajo para eventualmente competir por una banca en el Congreso. Sin embargo aquí en Banda Ancha los dos dijeron no. Hay un par de razones de peso para hacerse a un lado.
La primera de todas es no obstaculizar el poder de decisión de Marcelo Orrego. El gobernador será el gran decisor del oficialismo en 2025. Cualquier amague de indisciplina en sus filas le provocaría inestabilidad. Inútil inestabilidad, cuando el botín político es tan minúsculo como una banca en Diputados de Nación.
Objetivamente, Orrego pondrá a prueba su capacidad de retener la banca que ganó Susana Laciar en 2021 y que hoy ocupa la silenciosa María de los Ángeles Moreno. La actual diputada quedó en ese lugar como la última suplente disponible de aquella lista original.
A diferencia del 2021, el 2025 encontrará a Orrego en la cúspide del poder político. Su espacio se alineó con absoluta verticalidad, desde el vice Fabián Martín en adelante. Por lo tanto, la autoexclusión de Basualdo y de Kanki fue más un mensaje hacia adentro que hacia afuera.
Si dos figuras competitivas y extremadamente cercanas al gobernador le liberan las manos, el resto de la dirigencia tendría que imitar. No solo los afiliados de Producción y Trabajo sino, sobre todo, los aliados de Juntos por el Cambio. Los del PRO, los de la UCR, los de Dignidad Ciudadana, los de ACTUAR y todos los que se fueron arrimando con posterioridad.
El año próximo habrá tres bancas en juego. La que hoy ocupa Moreno en nombre de Laciar, y las dos peronistas de Walberto Allende y Fabiola Aubone. Ese reparto refleja la votación del 2021. Está claro que en el medio pasaron cosas.
Orrego hizo valer el voto de Moreno junto con el de Nancy Picón en cada negociación política con Javier Milei. Es todo lo que tiene para defenderse en esa relación asimétrica con la Casa Rosada, teniendo en cuenta que no pudo hacerse de una banca en el Senado. Por lo tanto, para el gobernador será fundamental conservar ese músculo en el Congreso y, para ello, tendrá que actuar con inteligencia.
Hoy las encuestas de imagen lo favorecen. En San Juan es el dirigente político de mayor reputación. Trasladar ese capital a un referente de su espacio no será tarea sencilla. En frente estará el candidato de Milei con un mensaje de motosierra anticasta que todavía rinde. Y estará también el PJ, con aspiraciones de recuperación y con el monopolio de la oposición dura.
Orrego no va a plantarse como opositor a Milei. No lo hizo hasta ahora y no lo hará en adelante. Tiene una coincidencia fundamental con el presidente acerca del ajuste y el equilibrio fiscal. Los divide la manera de encarar la administración, el léxico agraviante que tanto le gusta al León.
Por eso se puede anticipar que el peronismo tendrá el monopolio de la oposición, sin contar las fuerzas de menor representatividad. Orrego tendrá que encarar la campaña por otro lado. Seguramente, por la defensa de los intereses de la provincia sin volver al pasado. La receta está servida.
En definitiva, por interpósita persona, el candidato será Orrego. Pero no Juan José, contra todas las estimaciones que proliferaron a lo largo de este año. El cálculo más sencillo indicaba que si Marcelo mide bien, su hermano intendente podía fácilmente captar ese respaldo.
La sola mención del apellido mantuvo a todos los otros aspirantes a raya. El que tenía ganas se llamó a silencio. Contra Kanki, no. Porque Kanki es Marcelo. Pero si Kanki se autoinhibe, como lo hizo este martes en Banda Ancha, entonces puede liberarse la carrera interna.
Hasta ahí nomás.
El lunes, Basualdo también aclaró que no será candidato a nada. Que está acompañando la gestión desde afuera, sin cargo público. Y que planea seguir así. Pero dijo también que el que decide es Orrego, Marcelo. Que escucha mucho, a todos. A los funcionarios y a los militantes de base. Pero la última palabra es la suya.
No se diga más, entonces. Si Juan José y Roberto prácticamente al unísono trazaron esa línea rigurosa para frenar las teorías internas, el resto tendrá que entenderlo. Y esperar con paciencia.
JAQUE MATE