Las tres piñas de Uñac
Los estragos de la pandemia son plurales y lo que queda por delante es atemorizante. Frente a la urgencia solo queda ponerse de pie.
Los estragos de la pandemia son plurales. Es cierto que duelen más en algunos sectores que en otros, porque siempre el más vulnerable es el que más padece. Pero esta vez el azote no dejó sector intacto. La provincia tuvo un veranito de 150 días libre de virus pero esa etapa terminó y lo que queda por delante es atemorizante. Frente a ese horizonte incierto, vale sincerar el golpe y encontrar la manera de superar las heridas. Posiblemente, con un resto de oxígeno de los que más pueden.
Con otras palabras, el gobernador Sergio Uñac contó tres piñas -con perdón de la vulgaridad- recibidas por San Juan en este contexto de peste. Tres trompadas que pusieron a toda una población a mirar el reloj esperando la campana. Un respiro al menos para seguir dando pelea sobre el ring.
"Estamos sosteniendo una provincia después de ser impactada directamente en lo sanitario, en lo económico y en lo social por una pandemia", dijo el pocitano en su discurso del Día de la Industria Sanjuanina. En lo sanitario, el 19 de agosto se sintió el cross a la mandíbula con el brote de contagios en Caucete que le puso punto final a la burbuja. En lo económico, el cierre prácticamente total del aparato productivo en el forzoso retroceso a Fase 1, como única alternativa de supervivencia. Y en lo social, desde la dificultad para poner el pan de cada día sobre la mesa, hasta la prohibición de darse un abrazo con la familia.
Fue efectivamente una golpiza. Algo había anticipado el gobernador cuando presentó el Acuerdo San Juan el 18 de junio en el Salón Cruce de los Andes del Centro Cívico. Ahí dijo que de esta pandemia seguramente la provincia iba a salir con peores índices de ocupación y de pobreza. Y que precisamente por ese motivo es que se hacía la convocatoria a todos los sectores, para diseñar estrategias de recuperación.
En el acto por el Día de la Industria Sanjuanina, Uñac fue a Chimbas para inaugurar una planta de productos sanitarios de higiene, limpieza y desinfección, que próximamente también fabricará alcohol y jabón en gel. Fue un hecho extraordinario contar con una inversión privada en tiempos de achicamiento. Ahí pidió más esfuerzo, reconociendo que la tarea es tan amplia como dura en todo el mundo. Pero apeló a la historia provincial, llena de capítulos épicos con muchas batallas y muchas victorias. Los terremotos posiblemente hayan dejado el testimonio más cabal de esa capacidad.
Mientras el gobernador inauguraba la línea fabril en Chimbas, el presidente de la Unión Industrial de San Juan, Hugo Goransky, se conmovía al leer su discurso. Pidió disculpas y se excusó. Es mucho el esfuerzo compartido, dijo escueto. Su sensibilidad fue bien recibida por la primera línea de gestión que viene de soportar algunos reproches en redes sociales y en las calles, por las incómodas restricciones. No es fácil para nadie.
Curiosamente, fue el mismo día que trascendió el ofrecimiento de retiros voluntarios en la cadena chilena Falabella, que ya resolvió el cierre de algunos eslabones en Buenos Aires por la pérdida de rentabilidad. Es un problema de naturaleza global, agravado en Argentina porque, hablando en términos epidemiológicos, el país venía con otras comorbilidades.
El consumo ya se había derrumbado en los cuatro años anteriores a la gestión de Alberto Fernández y San Juan no fue ajena a esta realidad. La industria en general tenía un 50 por ciento de su capacidad instalada ociosa, precisamente porque el mercado interno se vino a pique. Sin demanda, la producción empezó a sobrar. Los trabajadores también.
Sin embargo, todo eso es historia. Frente a la urgencia solo queda ponerse de pie. Según la ministra de Gobierno, Fabiola Aubone, se prevé que el anuncio final de las medidas del Acuerdo San Juan se hará a fines de septiembre. Es decir, en un par de semanas. No habrá que esperar milagros. Pero será saludable alguna reacción del conjunto para soportar el castigo de la manera menos dolorosa posible.
Es cierto que los estragos de la pandemia son plurales. Pero las piñas duelen más en los sectores más vulnerables. Habrá que tenerlo en cuenta cuando a partir de este martes empiece el debate del aporte extraordinario que se espera hagan las 12.000 fortunas más grandes del país. Es enorme el esfuerzo compartido y, sin embargo, todavía hay quienes tienen un resto de oxígeno. Es su turno de ocupar el papel que les asigna la historia.
JAQUE MATE