'No habrá ruptura', dijo días atrás una alta fuente del kirchnerismo sanjuanino. Fue en una conversación reservada, con notable preocupación por las fisuras que no logra superar el Frente de Todos a nivel nacional, tras el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. La marcha camporista del 24 de marzo y las declaraciones vertidas en la Plaza de Mayo solo sirvieron para agravar las tensiones. Pero aún así, en esta lejana provincia cuyana abrigan la esperanza desesperada de que aparezca la pipa de la paz.

El enemigo interno es hoy la peor amenaza en el radar del Frente de Todos. Para el albertismo y para el cristinismo, recíprocamente. Pero en el horizonte hay otro fantasma mucho más preocupante que, paradójicamente, podría servirles para acomodar las cargas y seguir adelante, disimulando las diferencias. 

Ese fantasma es el regreso del mismísimo Mauricio Macri. Con nombre y apellido. No Patricia Bullrich ni Horacio Rodríguez Larreta. Es el expresidente quien concita la mayor atención del kirchnerismo o al menos de una parte del kirchnerismo sanjuanino, muy vinculado al Instituto Patria. 

Identifican en el referente mundial de bridge al principal elemento cohesionador de Juntos por el Cambio. El que mejor vertebra el espacio. El que aún no siendo candidato, jugará un papel protagónico en la próxima campaña. Si Cristina pudo hacerlo en 2019, estiman que Macri también lo intentará en 2023 y tiene las cartas para concretarlo.

En una hipótesis de ruptura del Frente de Todos el costo político no sería únicamente para Alberto Fernández sino también para Cristina Fernández de Kirchner. Esta apreciación también salió de boca de la alta fuente kirchnerista sanjuanina. Pero más que opinión es una observación de la realidad.

'Hay plena conciencia de que Cristina integra el frente que gobierna y si fracasa el gobierno perdemos todos incluyendo el kirchnerismo', dijo textualmente la persona vinculada al espacio. Es una valoración que baja directamente de Buenos Aires. Es allá donde se cocina la política que tiene en jaque a la Casa Rosada.

Ahora bien, esta conciencia de que en la ruptura pierden todos no significa que de un día para el otro las cosas volverán a ser como antes. El kirchnerismo marcará las diferencias por la vía institucional. En criollo: seguirán votando en contra de cada proyecto que venga del Ejecutivo si no están de acuerdo con esa medida en concreto. Habrá que prepararse para nuevos cimbronazos. La oposición interna al acuerdo con el FMI fue en realidad la apertura de una nueva etapa. Así serán las relaciones en adelante.

El kirchnerismo justifica su inflexibilidad en el Congreso con una explicación de tinte electoral. Si se acopla a la mirada albertista-massista amiga del Fondo y de los mercados, el cristinismo estaría traicionando a sus votantes. Por lo tanto, estaría rifando su propio caudal en las urnas. Y el 2023 está demasiado cerca como para perder respaldo popular.

Por otro lado, el espacio K sanjuanino ha tomado nota de que sostener la unidad a como dé lugar tampoco alcanza para renovar la presidencia el año que viene. Urge enderezar la gestión para 'superar la crisis de hiperinflación'. Sí, con esta expresión se están refiriendo al escenario actual: 'hiperinflación'. No lo dicen hacia afuera, pero hacia adentro de nada sirve enmascarar la situación crítica y terminal.

Ponerle freno a la 'hiperinflación' implica en paralelo encender la economía 'con una distribución más equitativa del ingreso'. ¿Qué significa esto? Bueno, que no solamente se pueda hablar de la balanza exportadora favorable, como de hecho está sucediendo, sino que esa bonanza incipiente también llegue a los hogares. Las elecciones se ganan con el voto de aquellos que apostaron por Alberto y Cristina, con la expectativa de llenar la heladera.

Es el huevo o la gallina. Con la unidad sola no alcanza. Pero la unidad resulta indispensable para sostener y encauzar la gestión. Es en este punto donde aparece la amenaza externa, identificada como tal por el kircherismo. Es Macri. Lo consideran como el opositor más fuerte, el que condensa todo su espacio y contiene las internas de Juntos por el Cambio.

Un histórico referente del radicalismo sanjuanino -exfuncionario de Macri- participó días atrás de un encuentro con Patricia Bullrich en el partido bonaerense de Tigre. En esa reunión circuló una encuesta de la consultora Giacobbe. Los números que maneja Juntos por el Cambio son esos. Y coinciden sorprendentemente con los que teme el kirchnerismo sanjuanino. Es Macri.

El expresidente figura tercero en el ranking de imagen de los principales referentes opositores, elaborado por Giacobbe. Tiene un alto porcentual negativo, es verdad. Y tiene un diferencial negativo también. Pero conserva un piso duro del 33 por ciento. Su rol en la próxima elección será decisivo. Nadie en Juntos por el Cambio podría obviarlo, porque estarían cometiendo un error político imperdonable.

En la tabla de Giacobbe, Bullrich encabeza el ranking con diferencial positivo y 44 por ciento de valoración favorable. En segundo lugar, el libertario Javier Milei. Y ahí nomás Macri, cerrando el podio. Rodríguez Larreta figura bastante más abajo, con diferencial negativo y una consideración positiva del 26 por ciento.

Por supuesto hay y habrá consultoras con mediciones diferentes. Pero esta en particular circuló entre los referentes de Juntos por el Cambio que se reunieron con Bullrich en Tigre. No es de las encuestas que se publican sino de las que se manejan en privado. Son las que se consideran a la hora de la rosca. Valen doble.

A cuentagotas, la información va llegando a San Juan. No es la que se publica en letras de molde, teñida por las operaciones interesadas según el espacio que las activa. La preocupación es inocultable. Para el Frente de Todos, el enemigo interno solo importa en el cortísimo plazo. Pero resulta determinante para el 2023.


JAQUE MATE