A José Luis Gioja le gusta más la conducción horizontal de Alberto Fernández que la conducción vertical de Sergio Uñac. Lo dejó bastante claro este lunes en una entrevista imperdible, a fondo, en Banda Ancha. Liberó una catarata de definiciones desde lo nacional a lo provincial y lo municipal. Pero más o menos todo puede confluir en aquella máxima: se lleva mejor con el estilo albertista. Porque el presidente, en sus palabras, 'es un buen tipo, de mucho diálogo, práctico'.

Igualmente la cuestión tiene sus bemoles. El PJ no es un colegio de señoritas. Lo repite Gioja incansablemente desde hace décadas, cada vez que tiene que ponerle un manto de piedad a las peleas intestinas. Son naturales. Son esperables. No por ello resultan cómodas. Siempre dejan cicatrices. Nada que no se pueda remediar con diálogo o, más claro todavía, con mucha rosca.

El justicialismo entonces no admite tanta horizontalidad. Desde el general Juan Domingo Perón en adelante, el rol del conductor ha sido inseparable de esa estructura, ese movimiento que abrevó tanto de las fuerzas militares como de la Iglesia. Esa verticalidad es lo que le permitió subsistir en los peores momentos.

Verticalidad no significa tampoco manejar un rebaño de mansos corderos. Hay espacio para una ancha avenida, como le gusta decir a Gioja, donde cada uno pueda avanzar por su andarivel pero todos en el mismo sentido. Hasta ahí nomás. En algún momento los carriles se pueden cruzar y los raspones resultan indisimulables. 

¿Acaso alguien puede olvidar aquello de los 'funcionarios que no funcionan' que señaló Cristina? Bueno, tiempo después, dos ministras albertistas se tuvieron que ir: María Eugenia Bielsa, en Habitat, y Marcela Losardo, en Justicia.

Uñac mamó conducción peronista. Primero en su propia casa, en Pocito, con su padre Coco. Después también con Gioja. Pero la relación entre ambos se fue enfriando con el paso del tiempo. Se recalentó también, depende cómo uno quiera verlo. Hizo eclosión el 15 de marzo de 2020, cuando se enfrentaron en la interna partidaria. El reparto quedó 70-30.

Tuvo que pasar un año de aquella confrontación para que se aquietaran relativamente las aguas. Hubo un gesto de proximidad la semana pasada, el lunes 22 de marzo, cuando Uñac posteó en su Twitter una foto con Gioja, tomada en el cambio de autoridades del PJ Nacional.

El posteo de Uñac el lunes 22 de marzo en Twitter

Pero Gioja espera todavía otro gesto, no tan para afuera sino para adentro. Por eso ayer cuando tuvo que hablar de la unidad del PJ en San Juan, contestó que 'la diversidad está impidiendo algunos diálogos'. Esa conversación pendiente, que él quisiera tener con el gobernador, no asoma por el momento. No parece que vaya a existir una concesión de parte de Uñac.

Aún así, contra todo pronóstico, Gioja no cerró la puerta a una eventual colaboración si el proyecto uñaquista fuera nacional. Porque es política. Y si él pudo dejar en el pasado las peleas con Cristina, puede hacerlo de nuevo aquí en su tierra. Claro que, antes, tendrían que correr ríos de café. Es difícil, pero no imposible.

En el transcurso de la entrevista hubo un inesperado pase de factura para Emilio Baistrocchi, por la baja de pasantías municipales en Capital. También hubo una definición tolerante y comprensiva hacia Rubén García, porque tiene que gestionar cerca de 'La Paula'. Del chimbero Fabián Gramajo hizo una rápida mención, elogiosa pero apurada. Por eso contrastó el notable énfasis que puso en Cristian Andino, la más rutilante incorporación al padrón de afiliados del PJ.

Gioja también tuvo una respetuosa consideración al eje macrista trazado entre Santa Lucía y Rivadavia. Reconoció las administraciones municipales de los hermanos Orrego y de Fabián Martín, a pesar de su enfrentamiento irreconciliable con Cambiemos.

Pasó Gioja dijo todo lo que tenía que decir. O casi. Hasta se permitió dejar correr la murmuración sobre su regreso en 2023, faltando una eternidad. Mucho antes, ahora, tiene por delante tomar una decisión: ir con lista propia o generar acuerdos. Uñac ya resolvió que abrirá el juego. El que quiera competir, que inscriba a sus precandidatos y que la gente elija. Será una manera inteligente de captar la atención del electorado hasta agosto. Y además cada aspirante dejará en la urna el caudal que haya sido capaz de captar. 

Si el diputado nacional activará a su militancia para medirse nuevamente con algún referente del espacio o cocinará otra estrategia, eso está todavía por verse. Eso sí: quedarse sentado, jamás. No sería Gioja.


JAQUE MATE