Que Marcelo Orrego está atado a la suerte de Javier Milei y que la gestión presidencial irá en picada. O no. Que el gobernador tiene perfil propio y, fundamentalmente, ostenta la centralidad del poder en la provincia. Es decir, que siempre sabrá esquivar las balas de Nación con oficio político. Entre estas dos miradas se debate la oposición por estas horas, en el ocaso del 2024 y en el primer envión para el 2025 electoral.

La división se aprecia a simple vista en la Legislatura, donde la oposición ya no tiene la uniformidad aparente del 10 de diciembre. Tanto en la lista del uñaquismo como en la lista del giojismo hubo desprendimientos. Gradualmente el orreguismo fue incorporando adhesiones a punto tal de construir su propia mayoría con aliados circunstanciales. Es lógico anticipar que habrá cierto correlato cuando llegue el momento de las urnas.

Dentro del Partido Justicialista no hay dudas: la única manera de subsistir electoralmente en el plebiscito en 2025 será posicionarse en la vereda de enfrente a Milei. Si eso incluye rivalizar abiertamente con Orrego o no, eso es una cuestión todavía no resuelta.

Un sector del justicialismo considera que no conviene confrontar con el gobernador. En este grupo habría que anotar a Mauricio Ibarra, el más activo operador del uñaquismo. Una fuente muy cercana reveló que ya tuvo esa charla con el flamante presidente del PJ, Juan Carlos Quiroga Moyano.

El veinticinqueño es, ante todo, el jefe del bloque justicialista en la Legislatura. Que Ibarra le pida expresamente no entorpecer la gestión del orreguismo fue muy significativo. No se trata de una sociedad política en gestación sino de un cálculo específico. Contiene una especulación.

Entienden Ibarra y quienes lo rodean que Orrego estará muy condicionado a la malaria nacional. No se divisa en el horizonte ningún tipo de oxígeno. Milei solo promete ajuste y más ajuste. El malhumor social debería escalar. Y una vez que eso suceda, ningún oficialismo podría quedar a salvo.

Todo el razonamiento tiene lógica, pero no deja de ser una conjetura con una buena dosis de futurología.

Enfrente de este pensamiento, hay otro sector del justicialismo que reclama elevar el perfil opositor. En este sector se ubica, por ejemplo, la intendenta de Caucete, Romina Rosas. El viernes pasado en Banda Ancha fue categórica al respecto. Le reclamó abiertamente a Orrego que eleve la voz en defensa de los sanjuaninos.

Para Rosas, la responsabilidad no es solo de Milei. También le cabe el señalamiento al gobierno provincial en tanto acepte mansamente las restricciones sin protesta alguna.

La intendenta dijo que el peronismo se desconectó con la sociedad. Por lo tanto, el silencio en estos tiempos dramáticos tendrá un alto costo más adelante. La caucetera rechaza el tono amistoso que se respira en San Juan y paga el costo, por supuesto. Hoy su relación con Casa de Gobierno es muy tirante. No le pasa lo mismo a Carlos Munisaga, por citar un ejemplo.

El bloquismo de Luis Rueda ya armó las valijas para abandonar el uñaquismo e iniciar conversaciones con Producción y Trabajo. En una tesitura similar se encuentra el massismo de Franco Aranda, que llegó a la Legislatura aliado al giojismo. Ambos casos grafican el éxodo hacia el nuevo eje del poder.

Orrego, con el buen oficio de su vice, Fabián Martín, permitió estos acercamientos. Fueron necesarios para construir una mayoría parlamentaria menos condicionada a la voluntad de Sergio Uñac.

El senador retomó hace un par de semanas su trabajo político en el territorio. Lo hizo saber por redes sociales, sin aceptar entrevistas periodísticas por el momento. Comenzó a visitar vecinos de barrios populares, tanto en Chimbas como en Rawson. También fue al encuentro de intendentes como el ullunero David Domínguez. En cada ocasión hubo foto y posteo.

Uñac no será candidato el año que viene, pero igualmente tendrá un rol importante en la próxima campaña. Su nombre está en consideración para la nueva conducción del PJ nacional. Sigue gravitando en el esquema del peronismo sanjuanino, es innegable. Por eso resulta interesante reparar en el tenor de su discurso elaborado para redes: con Milei está todo mal, con Orrego no.

La coincidencia de Uñac con Ibarra no debería interpretarse como una casualidad. Todo lo contrario.

Tampoco José Luis Gioja ha criticado en estos casi 10 meses de gestión al gobernador. Apuntó los cañones siempre contra la motosierra libertaria. Incluso valoró los esfuerzos de Orrego por cuidar a los sanjuaninos, dentro de lo posible y con los recursos provinciales.

Pero el año que viene habrá que barajar y dar de nuevo. La armonía se pondrá a prueba. 


JAQUE MATE