Resulta difícil imaginar la tensión que experimenta la autoridad sanitaria de la provincia, cada vez que llega un nuevo reporte de testeos de Coronavirus. En los segundos previos a recibir la información, debe asomar el fantasma del sábado 28 de marzo, cuando se conoció la primera y hasta ahora única confirmación de Covid-19. Desde ese momento a la fecha, siguieron sumándose casos sospechosos. Pero terminaron todos con resultado negativo. San Juan continúa con apenas un punto en la curva epidemiológica, inmóvil, alentador y provisorio al mismo tiempo.

Es previsible que la provincia tendrá eventualmente un segundo paciente con Coronavirus. Y un tercero. La enorme disposición de camas hasta en el Aldo Cantoni da cuenta de la proyección hecha por las autoridades, partiendo de la explosión que ya ocurrió en otras naciones desarrolladas del mundo. Ojalá esas internaciones improvisadas terminen ociosas. Pero siempre será una medida necesaria: prepararse para lo peor, esperando que no suceda.

El logro sanjuanino de mantenerse con apenas un caso importado, sin circulación viral comunitaria, a diferencia de otras ciudades del país, alentaba la esperanza de tener un régimen cuarentenario diferente a partir del próximo lunes. Pero no. La decisión presidencial es que todo el territorio nacional quede bajo el mismo protocolo de distanciamiento social. Las medidas no serán distintas para las provincias sin importar su situación epidémica.

El recelo seguirá siendo absoluto, más allá de la flexibilización de algunas actividades aún bajo estudio. La regla general será quedarse en casa el mayor tiempo posible. Ir a trabajar lo justo y necesario. Mantener la distancia social para dificultar la transmisión del virus. Y esperar. Esperar que pasen los días, las semanas, la temida primera quincena de mayo. Todas las proyecciones oficiales hasta ahora indican que para entonces debería ocurrir el pico de contagios en Argentina.

Falta poco más de un mes para alcanzar esa meta. Hasta entonces, cada informe de Epidemiología será precedido de nerviosismo. Contener la respiración y desplegar los resultados, para exhalar con alivio mientras la cifra siga clavada en un caso confirmado. O sentir el frío por la espalda si es que aparece otra confirmación. Nadie podría arriesgar un pronóstico a esta altura. Solo queda redoblar los esfuerzos.

Tal vez sirva poner en valor un dato prácticamente cotidiano que no ha sido lo suficientemente destacado. Y es la seguidilla de tests de Covid-19 negativos en la provincia. El lunes por la tarde, Epidemiología compartió un dato relevante. Desde que comenzó la pandemia y hasta esa jornada, la provincia mandó para analizar en el Imstituto Malbrán 63 casos sospechosos. Todos fueron descartados en laboratorio.

Cada uno de ellos pudo haber sido el paciente infectado número dos. Pero no sucedió. Podría algún escéptico considerar esta noticia como un dato aleatorio. Un producto de la buena suerte. Del azar. Sería injusto no reconocer que se tomaron medidas estrictas, dolorosas a veces, para preservar la salud colectiva. Los más de 60 casos sospechosos analizados y descartados deberían ser prueba suficiente de que algo se hizo bien, en este ensayo de escala planetaria, donde cada nación hizo lo que creyó más conveniente. 

Argentina priorizó la salud por encima de la actividad económica cuando hubo múltiples voceros internacionales e internos en contra de esa decisión. El Gobierno de San Juan adhirió sin reparos a esa política resuelta en la Casa Rosada. Es justo reconocer que lo hicieron todas las provincias, incluso las que administra la oposición. Por una vez, hubo unidad por sobre cualquier grieta fabricada y alimentada interesadamente.


Podría algún quisquilloso considerar que ni siquiera es noticia, hablar de los casos descartados de Covid-19. Y se estaría equivocando. El día que aparezca un segundo paciente confirmado, será título de tapa. Antes de que eso ocurra, habrá que contar la crónica completa. Que nunca falte la información. Y que seamos capaces de entenderla y transmitirla.


JAQUE MATE