Por pura curiosidad, sería interesante estimar la audiencia que tuvo Cristina Fernández de Kirchner en todo el país este martes, en una virtual cadena como antaño, solo que esta vez en redes sociales. Al borde de una condena judicial, amada y odiada con la misma intensidad de uno y otro lado de la grieta, la vicepresidenta demostró una vez más la centralidad que conserva en el escenario político argentino. Y Latinoamericano. Que San Juan se mantenga al margen de este fenómeno es improbable. Este tsunami llega y moja.

Por eso resulta interesante también repasar las reacciones del arco político sanjuanino, frente al remezón kirchnerista que nuevamente puso a prueba las fidelidades. Ante la opinión pública hubo que elegir entre uno y otro lado. A favor de Cristina o en su contra. La neutralidad nunca se llevó bien con la expresidenta, sus votantes o sus detractores. La polarización llegó para quedarse. Las terceras posiciones pueden resultar poéticas, pero poco factibles.

Dejando de lado la cuestión judicial, las sospechas sobre las obras viales de Lázaro Báez en Santa Cruz, la noticia adquiere otro volumen por la proximidad del año electoral. Por eso, en el alegato de los fiscales Diego Luciani y Sergio Mola importó tanto el pedido de 12 años de cárcel como, fundamentalmente, la proscripción para ocupar cargos públicos a perpetuidad.

Aún en esa hipótesis de prohibición, ¿acaso alguien imagina un 2023 sin Cristina? Aunque esté presa tras las rejas, ¿alguien supone que su figura estará ausente de la campaña? Para los propios se convertiría en heroína. O en mártir. Para los detractores, sería el símbolo de la corrupción que nunca más puede volver. A esta altura, la vicepresidenta ya es uno de los elementos protagónicos de la próxima campaña.

Lo será a nivel nacional y también en San Juan. Sin juzgar convicciones, la presencia de José Luis Gioja en medio de la muchedumbre que fue a Recoleta a apoyar a Cristina, fue una jugada política estratégica. El diputado nacional apostó por volcarse y copar la parada. Pintarse de cuerpo entero. Será una de sus marcas diferenciales en la interna peronista que se plasmaría el año que viene, frente a la postura de Sergio Uñac

El gobernador conservó la distancia. El PJ sanjuanino difundió una nota sobria, sin firmas personales, solo con el sello partidario, para repudiar la 'persecución política' contra Cristina. Aunque a la oposición le sirva de argumento, Uñac nunca fue kirchnerista. Siempre buscó otras alternativas dentro del peronismo. Incluso cuando fue intendente de Pocito.

El capital político de Uñac supo conjugar el voto duro peronista con el voto no peronista. Solo así se construyeron las victorias de 2015 y de 2019. Ante una ola nacional adversa, es entendible que la apuesta sea cerrar puertas y ventanas hasta que pase el temporal. En política esto se llama 'provincializar'. Encapsular la realidad sanjuanina como una rara avis de equilibrio fiscal, obra pública y cadena de pagos al día. No es poco, en tiempos de quebranto nacional.

De todos modos Uñac conserva buen diálogo con el kirchnerismo duro. Dio el consentimiento para las designaciones de La Cámpora en ANSES y en PAMI en San Juan. Cada vez que conformó listas encontró lugares para referentes de Cristina. Pero esta vez su postura alejada de los avatares de Comodoro Py permitió que Gioja se quedara con ese nicho. Hay un voto duro en ese espacio.

También le pusieron el cuerpo a la batalla los dos intendentes oficialistas que mejor miden: Cristian Andino y Fabián Gramajo. Fueron los únicos jefes comunales de San Juan que aparecieron en la nota firmada por 500 intendentes de todo el país. Un sector de la prensa sanjuanina los destrozó. En redes sociales también hubo un fuerte apercibimiento para ambos. Era previsible. Cuando se trata de kirchnerismo, no hay medias tintas.

En la contracara, Andino y Gramajo fueron reconocidos por el ala cristinista. El diputado del Frente Grande, Horacio Quiroga, valoró el gesto de 'los compañeros intendentes'. No estaban obligados a manifestarse en solidaridad con la vicepresidenta. Una fuente del espacio incluso dijo que no firmaron de puño y letra sino que los incluyeron en la nómina como miembros de la conducción de la Federación Argentina de Municipios. Pero tampoco salieron a despegarse luego. Hubo, a la postre, una toma de posición.

Entonces ambos recibieron críticas, pero también un reconocimiento de ese sector duro y fidelísimo del kirchnerismo que habrá anotado el gesto jugado, con perspectiva para 2023. Porque nuevamente vale el recordatorio: todo, absolutamente todo lo que está sucediendo, tiene y tendrá correlato en la campaña que se avecina.

¿Haber aparecido en esa nota de apoyo a Cristina les hace mella a Andino y Gramajo en el caudal electoral que tienen? ¿O, en cambio, les suma un voto que todavía les falta? Posiblemente sea más lo segundo que lo primero.

El chimbero tiene una larga historia peronista. Ha mantenido lazos con todos los sectores, desde el uñaquismo que acompañó en la interna partidaria de 2020 hasta el giojismo. Y el kirchnerismo también. Viene cultivando su vínculo con el PJ bonaerense hace tiempo.

Pero Andino tiene una ficha de afiliación peronista mucho más reciente, que data del año pasado. Su pertenencia pudo ser puesta en duda por los justicialistas ortodoxos. Que saliera a respaldar a 'La Jefa' le permitió superar una prueba interna necesaria para ser reconocido como propio. Le llegaron mensajes de aliento. Se tituló como 'compañero'.

San Juan irá a votar antes que Nación y seguramente la campaña del oficialismo focalizará en los logros de los últimos 20 años. La tarea será convencer al electorado de las bondades de sostener el proyecto político. La oposición se encargará de traer a la provincia las astillas más filosas del tablero nacional. Ser o no ser K, esa es la cuestión.


JAQUE MATE