El régimen electoral para 2023 sigue siendo un tema de minorías, a pesar de que afectará a cada ciudadano y ciudadana de esta provincia irremediablemente. Se está discutiendo nada menos que el modo en que se elegirá al próximo gobierno. Sin embargo el dilema solo le interesa a las mesas chicas de cada búnker político, a una parte de la prensa y a una porción de la Justicia que quedó involucrada en la controversia. En las últimas jornadas hubo una importante definición, pero al mismo tiempo creció la incertidumbre, aunque suene contradictorio. Hay que pasarlo en limpio.

Las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias eliminadas por la mayoría uñaquista en la Legislatura el 16 de diciembre del año pasado prácticamente tienen el certificado de defunción en San Juan.

Fue categórico el fallo por unanimidad de la Cámara Civil que derribó la cautelar de la jueza Adriana Tettamanti: no es tan fácil cuestionar la legitimidad de una ley sancionada por su poder de origen, la Cámara de Diputados. No se analizó la cuestión de fondo, pero como principio jurídico quedó bastante claro. El Poder Judicial tiene jurisprudencia a mano para evitar controversias con el Legislativo.

La sala IV de la Cámara Civil integrada por Juan Jesús Romero, María Josefína Nacif y María Eugenia Varas, desestimó el planteo de los tres diputados del bloque Lealtad, Juan Carlos Gioja, Leonardo Gioja y Graciela Seva. De este modo, hasta tanto la jueza Tettamanti resuelva el fondo de la cuestión, no habrá cautelar. Entonces, por ahora, sigue plenamente vigente la ley sancionada el 16 de diciembre y, por lo tanto, no habrá primarias.

Sepan disculpar los abogados la extrema simplificación, pero el periodismo puede tomarse esta licencia. Incluso se puede abreviar más el asunto: hay indicios de que la Justicia le dará la razón al oficialismo y las PASO serán definitivamente eliminadas. En 2023 solo se votará una vez para cargos provinciales.

No obstante esa cuasi-certeza, hay varios cabos sueltos todavía. Que no haya PASO no significa que esté claro el panorama. Todo lo contrario. Propios y extraños, oficialistas y opositores, siguen presos de la incertidumbre. No tienen ninguna coordenada para el año que viene. En la jerga de un partido de truco, podría decirse que Uñac tiene el as de espadas, que todos lo saben pero nadie podría adivinar cuándo lo jugará y de qué manera lo hará. Posiblemente ni él lo haya decidido aún.

El gobierno pudo respirar aliviado tras el fallo de la Cámara Civil. Aunque no agotó en absoluto la controversia judicial, fue un aliciente acerca del destino final de los tres recursos que están tramitándose para resucitar las PASO. El análisis que sigue es cómo acomodar las cosas para que las alianzas puedan participar, cada una con candidatos propios, todos en un solo llamado electoral.

Si no hay primarias para definir las listas definitivas, ¿cuál será el sistema sustituto? Es lo que Uñac puso en manos de la Legislatura el pasado 1 de abril en su mensaje anual. Dejó un par de consignas, como imponer la ficha limpia y prohibir las candidaturas testimoniales o las dobles candidaturas. La oposición contestó con el pedido de incluir la boleta única, que difícilmente vaya a prosperar.

El debate profundo es otro. Uñac demostró el 16 de diciembre que tiene mayoría propia en la Legislatura, a pesar del desgranamiento del giojismo y el quiebre del idilio con la oposición. Pero tiene mayoría simple y si quiere aplicar alguna otra modificación al Código Electoral debería conquistar voluntades para sumar los dos tercios del recinto. Es posible que suceda, si está el diálogo político abierto.

Suponiendo que las PASO queden definitivamente eliminadas, como aparentemente puede suceder en la Justicia, el gobierno tiene la posibilidad de impulsar directamente una reforma en la ley de partidos políticos para dejar liberado a cada agrupación las reglas de sus internas. En ese caso, no habría inconvenientes en llamar a elecciones para el domingo 4 de junio. Sin embargo, volver a esas internas partidarias clásicas, atadas a los padrones de afiliados, genera mucha resistencia. 

El giojismo no quiere saber nada con esa receta porque se siente en inferioridad de condiciones, frente a la estructura mayoritaria del gobernador. Del mismo modo, el bloquismo y el resto de los socios del Frente de Todos mira con desconfianza esa alternativa porque el PJ tiene el padrón más numeroso de todos. Competir únicamente con afiliados tendría un resultado cantado.

Pero es una alternativa. Reformar simplemente la ley de partidos políticos y dejar que cada frente electoral dicte sus reglas internas para llevar candidatos en la general. La otra alternativa es la que demandaría reunir una mayoría de dos tercios. Es la reforma de la Ley 613 N, que encorseta al gobernador porque impone un plazo de 18 meses antes del comicio para hacer cualquier reforma de carácter electoral.

Sancionar un nuevo sistema sustituto de las PASO, como un régimen de colectoras o incluso de lemas, implicaría contar 18 meses para hacer el llamado. Si se aprobara en abril, habría que caer directamente a elecciones simultáneas con Nación en octubre. No es la intención oficial. Se podría romper ese plazo con una mayoría de dos tercios en sesión especial. Queda en manos de la política construir ese consenso.

Pero ni siquiera está clara la preferencia del gobernador. No la conocen adentro ni afuera. Una fuente muy lúcida y con una prolongada experiencia en cuestiones electorales hizo notar un dato relevante: Uñac debe estar sopesando las ventajas y desventajas de cada sistema -internas partidarias clásicas, colectoras o ley de lemas- con respecto al giojismo y también con respecto a la oposición.

En algunos escenarios ensayados, lo que puede resultar útil para resolver la interna con el giojismo podría colaborar con Marcelo Orrego, facilitándole la sumatoria de votos por distintas vías. Habilitar una participación amplia, vía colectoras o lemas, dejaría a muchos contentos en el Frente de Todos pero también le resolvería varios escollos a Juntos por el Cambio. Hay una luz amarilla encendida.

JAQUE MATE