Y la bomba explotó
En medio de la visita de Horacio Rodríguez Larreta, una denuncia penal surgida de las entrañas del PRO. Nadie hizo nada para desactivar esa bomba política.
Con perfecta sincronía, la bomba explotó en el PRO justo el día de la llegada de Horacio Rodríguez Larreta. Un viejo afiliado fundador del partido en San Juan presentó una denuncia por enriquecimiento ilícito contra el diputado Enzo Cornejo, presidente de la fuerza en la provincia. El asunto ya está en manos de la Justicia y su resolución se puede demorar largamente. Mucho antes se sentirá el impacto en la opinión pública.
La bomba se veía venir. Quedó constancia el lunes 22 de agosto pasado en esta misma columna Jaque Mate: 'Otra bomba a punto de explotar en la interna macrista' fue el título, a partir de la carta documento que le mandaron a Cornejo las dirigentes Gimena Martinazzo -vicepresidenta del partido- y Eugenia Raverta -vocal y exconcejala de Capital-.
Aunque aquella carta documento fue por una formalidad, para que Cornejo acredite si se convocó o no a reuniones de Consejo Directivo, el hecho de fondo es que anticipaba una acción judicial de mayor gravedad. Por supuesto Cornejo no les contestó, no se dejó intimidar por Martinazzo y Raverta pero tampoco hizo el menor gesto de acercamiento para desactivar la bomba. Hay una pelea irreconciliable e indisimulada de largo arrastre.
El viernes 26 de agosto el exfuncionario macrista del Ministerio de Trabajo de Nación, Fabricio Fachinetti, presentó a la Justicia Federal un pedido de declaración de acefalía del PRO en la provincia y su inmediata intervención. Fue el segundo paso lógico y esperable después de la carta documento de Martinazzo y Raverta. Iba a suceder y sucedió.
Sin embargo, todas estas cuestiones internas del PRO poco podían interesar puertas afuera del partido. En cambio la denuncia de Mario Enrique Ortiz contra Cornejo por presunto enriquecimiento ilícito traspasó esa barrera. El solo señalamiento de supuesta corrupción bastó para estremecer el lobby del Hotel Viñas del Sol, donde Cornejo intentaba sobrellevar de la mejor manera el golpe, a poquísimos metros de distancia de Rodríguez Larreta. Hasta Marcelo Orrego quedó salpicado por el mal rato. Incómodo para todos.
Por supuesto el diputado provincial y presidente del PRO en la provincia se desligó de toda responsabilidad por el delito imputado. Dijo que no tiene nada que ocultar y que la denuncia en su contra es parte de la vieja política. Además, sembró sospechas sobre la oportunidad que eligió Ortiz para hacerse notar: justo el día de la visita del Jefe de Gobierno Porteño. Lo hecho, hecho está. En los titulares la presentación judicial compitió con el evento político de Juntos por el Cambio.
Como ya se dijo también en esta columna Jaque Mate días atrás, para el PRO porteño es un alivio que la capitanía de Juntos por el Cambio recaiga en Orrego. El PRO sanjuanino arrastra una interna feroz hace años y no hay reconciliación a la vista. Mucho menos cuando ir a Tribunales ya se convirtió en moneda corriente para ellos. Si Rodríguez Larreta o Patricia Bullrich tuvieran que contar exclusivamente con su propio partido en San Juan, estarían en problemas.
Pero no. En Producción y Trabajo encontraron un aliado fundamental e incondicional que les aportó un senador y dos diputados nacionales: Roberto Basualdo, Orrego y Susana Laciar respectivamente.
Es en torno de Orrego que ahora gira la oposición en San Juan. La Ley de Lemas aceleró los tiempos de aproximación con algunos referentes de Consenso Ischigualasto. Rodríguez Larreta prácticamente coronó a Orrego como candidato a gobernador para el año próximo. No lo hizo explícito pero quedó clara su gestualidad.
Solo por eso, por el buen romance de Juntos por el Cambio con Orrego es que en Buenos Aires pueden seguir jugando al distraído acerca de la interna sangrienta del PRO en San Juan.
En Buenos Aires se mantuvieron al margen incluso cuando la vicepresidenta del partido en San Juan, Martinazzo, acusó al exdiputado nacional Eduardo Cáceres por violencia de género. La justicia penal terminó dictando el sobreseimiento al exlegislador que hoy se encuentra en España militando contra las falsas denuncias y dispuesto a regresar fortalecido al tablero político.
Desde Buenos Aires siempre miraron para el costado. Todo indica que sucederá lo mismo esta vez, cuando le toca a Cornejo hacerle frente a una denuncia penal de grueso calibre. Nadie dirá nada, escudándose en que tiene que hablar la Justicia.
Dependiendo del tratamiento que le den en tribunales a la denuncia contra el diputado provincial, podría abrirse un dilema político espeso. ¿Podrían quitarle los fueros para que enfrente la investigación sin la inmunidad que le corresponde como legislador?
Solo este aspecto pondría a sus colegas de Producción y Trabajo y de ACTUAR en situación incómoda: ¿cómo votarían? ¿Le quitarían los fueros o resistirían? Lo que hagan siempre tendrá lectura política. Cornejo podría evitarles un transe semejante, si renunciara a esa protección por propia voluntad. Lo hizo Cáceres en el Congreso de la Nación e incluso tomó licencia. Habrá que observar finamente las alternativas del marco legal sanjuanino.
Ortiz, el afiliado macrista que denunció a Cornejo por presunto enriquecimiento ilícito, pudo hacer la presentación un día después de la visita de Rodríguez Larreta. Pero no, optó por consumarla en simultáneo. Expuso a Cornejo frente al presidenciable más importante de Juntos por el Cambio y frente a la prensa. Más allá del debido proceso judicial, comenzó otra batalla impredecible, porque es la que se juega en el campo de la opinión pública.
Más allá de las razones formales, la bomba explotó porque nadie hizo nada para desactivarla. Y el tiempo se agotó.
JAQUE MATE