El ABC de los obsequios diplomáticos: ¿cuál es la regla general?
El politólogo de la UNSJ, Sergio Guzmán, explicó en Banda Ancha las normativas y curiosidades que rodean este fascinante tema.
En el mundo de la diplomacia, los regalos son mucho más que simples gestos de cortesía. En ocasiones, representan una mezcla de cultura, estrategia política y protocolo. Para entender mejor las reglas y particularidades de estos intercambios, el politólogo Sergio Guzmán, de la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ), explicó en Banda Ancha las normativas y curiosidades que rodean este tema.
“En el protocolo diplomático, hay un anecdotario extenso de regalos entre estados, pero también existe una normativa clara para regular estos intercambios”, aseguró Guzmán. En Argentina, por ejemplo, los funcionarios tienen estrictamente prohibido aceptar regalos personales. Guzmán enfatiza: “La regla general es terminante: no se pueden recibir obsequios, estipendios ni prebendas. Sin embargo, hay excepciones cuando se trata de regalos que responden a costumbres diplomáticas o culturales”.
Cuando se aceptan estos obsequios, el procedimiento es claro: “El regalo no es personal; pertenece al Estado argentino. El funcionario debe informarlo a una oficina especial que depende de la Oficina Anticorrupción. Luego, la autoridad superior decide su destino: áreas de salud, educación, acción social o el patrimonio nacional”.
Los obsequios diplomáticos tienen una larga historia. Guzmán mencionó ejemplos icónicos: “En 1910, con motivo del Centenario de la Revolución de Mayo, Argentina recibió monumentos de varias naciones. Entre ellos está la Torre Monumental, conocida inicialmente como la Torre de los Ingleses, en Buenos Aires”.
En otros contextos, los regalos pueden ser insólitos y, a veces, controvertidos. “China regalaba pandas como parte de su estrategia cultural y de conservación. Aunque hoy los presta bajo concesión, sigue siendo un gesto diplomático significativo. También está el caso de Indonesia, que una vez obsequió un dragón de Komodo a Estados Unidos”, relató Guzmán.
No todos los regalos son acertados. Guzmán recordó un caso curioso: “Un artista argentino obsequió al presidente un cuadro inspirado en Napoleón abdicando en Fontainebleau. Sin embargo, lejos de resaltar el heroísmo, representaba a un Napoleón derrotado y desgarbado. Un error que refleja la importancia del contexto y el simbolismo en estos gestos”.
Otro ejemplo se dio entre Estados Unidos y Rusia: “Hillary Clinton entregó un botón que, supuestamente, simbolizaba ‘reiniciar’ las relaciones bilaterales, pero la traducción decía ‘recargar’. Aunque el canciller ruso Serguéi Lavrov lo tomó con humor, el episodio subrayó la relevancia de los detalles en diplomacia”.
Más recientemente, durante el encuentro del G20 en Brasil, el presidente chino Xi Jinping obsequió al presidente Lula da Silva una roca lunar obtenida por una sonda espacial china. Guzmán destacó: “Es un gesto que combina tecnología, diplomacia y un mensaje de prestigio internacional”.
Guzmán concluyó: “En diplomacia, los regalos son herramientas de cortesía, pero también de comunicación política y cultural. Su significado va más allá del protocolo, reflejando los valores y las intenciones de quienes los otorgan”.