En muchos lugares del mundo hay sanjuaninos llevando las costumbres, trabajando y representando la cuyanía. Lejos de su tierra natal y lejos de sus afectos desempeñan tareas y labores extrañando mucho quizás. En TardeTrece conocimos a Ezequiel Agüero, un profesor de inglés que en un pueblito en la otra punta del mundo, en Japón, donde enseña inglés.

Desde hace 5 meses que se encuentra allí dando clases a estudiantes de la primaria y lo que se denomina, secundaria baja. “Ahora estoy viviendo en un pueblito que se llama Yamato en la prefectura de Kumamoto al sur. Estoy muy lejos, a 20 mil kilómetros de San Juan y a unos 850 de Tokio”, dijo Agüero.

Es lindo, es un pueblo súper chiquito, la gente es súper amable, me han hecho sentir bienvenido”, dijo agradecido.

Las diferencias culturales son abismales, en lo laboral, en las costumbres y en la alimentación.

En cuanto a las escuelas donde enseña, según contó, “todo es muy homogéneo, tienen el almuerzo en el que ellos mismos se sirven, se van turnando. Tampoco tienen celador, ellos mismo limpian, es un impacto grande en relación a la cultura”.

Agüero cumple un rol importante en el lugar, ya que la introducción de nuevos idiomas no es algo muy desarrollado como en otros puntos del país,  “en Japón no se habla tanto inglés, de ahí que existe esta necesidad de que extranjeros puedan enseñar el idioma”.

En este sentido agregó, “al estar en un pueblo, el dominio del inglés es menor a diferencia de ciudades como Tokio, Osaka y Kioto, que hay una menor predominancia de extranjeros. Acá en el pueblo los extranjeros somos tres”.

Se trata de un programa del gobierno que comenzó en el año 78 solamente para Reino Unido y que paulatinamente se fue abriendo a otras naciones de habla inglesa, pasando por países anglo parlantes como Jamaica o Filipinas. “En el 2020 ha comenzado esta nueva etapa en que la Argentina dentro de los países no angloparlantes tiene un rango bastante elevado y yo quedé seleccionado”.

Aunque extraña comerse una empanada, un lomo o una pizza, reconoció que se adaptó muy bien a la alimentación del lugar, donde se consume mucho pollo y cerdo, mientras que la carne vacuna resulta muy cara. “Me encanta la comida japonesa, si extraño unas empanas o un lomito. Tengo un mate conmigo y tomo generalmente cuando estoy acompañado.  Les he enseñado lo que es a mis alumnos en una de mis primeras clases”, expresó.

Finalmente, mandó un saludo a todos sus familiares y amigos a quienes extraña.