Graciela Armand busca información de Ana Díaz, su primera identidad
La sanjuanina, de 54 años, quiere conocer los motivos por los que fue dada en adopción. También busca a su madre y entender un confuso momento de su historia.
Graciela Armand tiene un nombre, una familia y una vida que define como llena de amor, pero quiere encontrar su historia. En algún momento se llamó Ana Díaz y tuvo otra madre. Siempre lo supo y no vio necesario enfrentarlo. Sin embargo, ahora, con 54 años, está preparada y dispuesta a hallar datos que le ayuden a completar la vida que le falta.
Creció bajo la tutela de Elva Canto y Oscar Armand, a quienes toda su vida llamó mamá y papá, pese a que siempre tuvo la sospecha de que no lo eran -al menos no de sangre-. Decidió aceptar el contrato de silencio de sus padres y nunca les preguntó si era adoptada, ni nada de su origen.
El motivo por el que no indagó es simple: tuvo una niñez, adolescencia, juventud y adultez feliz junto a ellos. Le dieron una familia que hasta hoy la ama, acompaña y trata sin ninguna diferencia. El respeto por lo que le brindaron le hizo acallar las voces de su cabeza que le pedían respuestas.
Vivió con solo sospechas hasta sus 29 años, cuando le preguntó a su tía si era cierto lo que pensaba. La respuesta fue afirmativa. Era adoptada.
Cuando lo confirmó, no quiso saber más. Graciela siguió como si nada hasta hace noviembre de 2020 cuando asistió a un retiro espiritual de silencio -es católica apostólica romana practicante-. Aunque fue virtual, los días de encuentro consigo misma le hicieron descubrir la herida que no sabía que existía, la que, confesó, escondía en su corazón. Le nació la necesidad de conocer el motivo por el que su madre biológica la dio en adopción.
Le preguntó a su madrina sobre su historia que, al escucharla, le resultó “un poco triste”. En su vida encontró muchos espacios que sostuvo no comprender, no saber por qué existen.
Sus principales dudas giran en torno a que no tuvo identidad legal hasta los 8 años, cuando recién tuvo su primera partida de nacimiento y Documento Nacional de Identidad. También le intriga saber por qué su adopción no fue legal.
Son muchas las incógnitas, pero hay una mayor, la que más le pesa, duele y quiere resolver. Su madrina le contó que cuando tenía 3 años su madre adoptiva y su madre biológica tuvieron un encuentro mediado por una mujer -de la cual no tiene ninguna información-. En la reunión la mediadora le dijo a la madre biológica que le iba a devolver a Graciela si le daba la plata que la madre adoptiva gastó durante ese tiempo de crianza. La señora no tenía el dinero y la niña se quedó con la familia que la adoptó.
Ese duro momento le dejó a Graciela una importante reflexión: “Es triste y doloroso pero descubro algo más profundo que me llena el alma. Que es que mi madre biológica me quiso, me buscó, me quería con ella y mi madre adoptiva me dio una vida maravillosa”.
“He sido el ser más amado de esta tierra. Me siento dichosa de tanto amor. Mi mamá llevó su embarazo, me tuvo y me puso un nombre. No puedo dudar de que me amó. Mis padres biológicos me han dado una vida extremadamente feliz. He tenido una niñez, adolescencia, juventud y adultez maravillosa. Eso nadie me lo puede poner en duda”, añadió.
Respecto a la búsqueda que decidió iniciar a sus 54 años confesó que le llevó tiempo decidirse a iniciarla. “Dios me manifestó que debía buscar, por eso empecé”, comentó y aseguró que está “tranquila, esperando, sabiendo que Dios en algún momento me va a llevar por el camino correcto.
Sabe que nació el 5 de julio de 1966 y que su madre biológica la llamó Ana y le dio su apellido: Díaz. También tiene la certeza que es de Angaco. Agradece cualquier dato que pueda aportar a su búsqueda. “Es el comienzo para conocer mi historia, para saber de mis raíces”.
Contacto de Graciela:
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