Dos historias distintas pero con un común denominador fuerte: la lucha diaria contra una enfermedad muchas veces silenciosa, como lo es la leucemia. Dos pequeños sanjuaninos a los que la vida les dio una prueba difícil, y que día a día le hacen frente. Lucas Cortez empezó su batalla contra el cáncer a los 4 años, casi en el despertar de su vida.  En el caso de Daina Celedon fue a los 13, en plena entrada a la adolescencia.

Lucas empezó con tres días de fiebre y dolor de oído. Los médicos del Hospital Rawson y Marcial Quiroga, así como otros profesionales particulares, no pudieron dar con el verdadero diagnostico, ya que lo trataban de una otitis. En ningún momento le pidieron hacer un hemograma.  ‘Muchas veces un simple hemograma salva vidas’, afirmó Ivonne Paez, su madre.

Finalmente a Lucas le diagnosticaron leucemia linfoglastica aguda grado b. Fue entonces que su vida y la de su familia cambió totalmente. ‘De la noche a la mañana , pasar de que lo vean por una otitis a que te digan a que tu hijo tiene cáncer, es muy doloroso’, relató su madre, que además contó que el tratamiento es tan agresivo que en muchas oportunidades se le vino el mundo abajo. Sin embargo, nunca bajó los brazos y hasta el día de hoy acompaña a su hijo en cada batalla contra la enfermedad.

El pequeño Lucas, ahora tiene 11 años. Hace tiempo que terminó el tratamiento oncológico, pero su batalla contra su enfermedad continúa.  ‘Son siete años de vivir día a día con el corazón en la boca’, contó Ivonne y detalló que si bien su hijo superó el tratamiento, tiene muchos 'bichitos' que siempre complican su cuadro, ya que es paciente inmunosuprimido.

En marzo, Lucas deberá afrontar otra prueba. Junto a su madre viajaran a Buenos Aires para que le realicen una cirugía mayor. Otra batalla más, algo de lo que el pequeño sanjuanino sabe y muy bien.

El 25 de febrero de 2013, a los 13 años de edad,  Daiana comenzó su tratamiento contra una leucemia mieloide crónica, la cual se le agravó con la leucemia filodelfia. Su mamá Mirna Quiroga, relató cómo fue el día que se dieron cuenta de que algo no estaba bien.

Fue un domingo de mucho calor de principios de febrero, cuando la familia entera disfrutaba de la pileta en el Camping de Rivadavia. En un momento la abuela de Daiana notó que su nieta tenía inflamado la panza y le llamó la atención. Su madre se acercó y no solo verificó eso en el cuerpo de su hija, sino que notó que era muy al costado, sin embargo a la adolescente no le dolía en absoluto.

Al día siguiente, Madre e hija fueron a que a esta última la revisara una doctora. Una serie de análisis la derivaron a una oncóloga que trabaja en el Hospital Rawson. El vaso se le había agrandado tanto que la profesional y la ecografa no lo podía creer. ‘Desde que empezó el tratamiento es otra vida para las personas que vivimos el cáncer, nadie lo espera, ahora valoramos el día a día mucho más’, expresó Mirna.

El día que Daiana comenzó con el tratamiento de quimioterapia no entendía nada.  Para ella todo adentro de sí estaba bien, ella se sentía bien. Su madre remarcó que muchas veces una de las características de la leucemia, es que es una enfermedad muy silenciosa, pero que siempre 'salieron adelante porque tienen fe en Dios, que las bendice'.

Fueron 9 meses en los que la joven estuvo internada realizándose las quimioterapias y recuperándose del tratamiento. La doctora que la trataba les dijo que al tener leucemia filadelfia, una vez culminado el tratamiento, necesitaría si o si ser trasplantada, y entonces comenzó la búsqueda del donante.

El donante para Daiana apareció en los Estados Unidos, y entonces llegó la hora de ser trasplantada. La operación del 10 de octubre del 2014 en Córdoba resultó exitosa y en aquella provincia estuvo internada 18 días, tras los cuales regresó a San Juan para continuar con chequeos. A seis años de aquella difícil prueba que la hizo madurar, la joven se convirtió en un ejemplo para otros adolescentes y niños que tienen que librar la misma o parecida batalla.

Los médicos estaban sorprendidos, su caso en la provincia era único y había dos más en Mendoza que lamentablemente fallecieron. ‘Los profesionales no tenían mucha esperanza y al ver a Daina quedaron sorprendidos’, contó su madre.

Mirna contó que la enfermedad de su hija unió a toda la familia. ‘El amor todo lo puede, si  bien fue un cambio grande para la familia, principalmente lo fue para Daiana, que fue la que se soportó los pinchazos. Nosotros siempre la acompañamos con esperanza’.

Las dos madres coincidieron en que tanto Daiana como Lucas maduraron de golpe a partir del tratamiento. ‘Ellos nos enseñan mucho, la fortaleza que tienen es increíble’, expresó emocionada Mirna.