(Perfil.com) Con luces, estruendo y mucho color. Así es como recibió Australia el Año Nuevo, con su ya tradicional espectáculo de efectos pirotécnicos, el cual, por primera vez desde hace 10 años, tuvo a la Casa de la Ópera como sede del lanzamiento de toneladas de pólvora.

Según estimó el alcalde de Sydney, Clover Moore, los festejos costaron seis millones de dólares australianos (3,8 millones de euros), Para Clover, ese es el precio "de la fiesta de año nuevo más bonita del mundo, en el puerto más bonito del mundo", Harbour Bridge.

Mientras tanto, las islas de Tonga en el Pacífico, fueron también de las primeras naciones en dar la bienvenida al 2014, con un festival y el lanzamiendo al aire de "cañones" de bambú.

Amor para todos. Mientras tanto, Taiwan celebró la llegada del 2014 con multitudinarios festejos en las calles. Allí, los más jóvenes ofrecían abrazos gratis y pidieron por los derechos de la comunidad LGTB.

En Japón, la población se dedicó a las milenarias tradiciones del Oshogatsu, el año nuevo nipón, como la preparación de las legendarias tortas de arroz, que simbolizan el deseo de una larga vida.

Por su parte, Filipinas celebró la partida del 2013, aunque los festejos fueron por el recuerdo del tifón Haiyan.

Desafío. La expectativa estuvo centrada en Dubai, que intentó batir el récord Guinness de mayor exhibición de fuegos artificiales. Los íconos turísticos se iluminaron con una serie de fuegos artificiales impresionantes que prometen posicionar a la ciudad como uno de los lugares más importantes del mundo para recibir el nuevo año. Las fiestas se desarrollaron en los sitios emblemáticos de la ciudad, como el Burj Khalifa (el edificio más alto del mundo), el hotel Burj Al Arab, The Palm Jumeirah y el Atlantis The Palm.

El show comenzó con el intento de quebrar el récord mundial Guinness: una exposición de seis minutos, coreografiada en toda la Palm Jumeirah y las islas del archipiélago "The World", que cubrió una distancia de más de 99,4 kilómetros de litoral marítimo y tuvo 450 mil fuegos artificiales coloridos y una serie de escenas proyectadas exclusivamente para el espectáculo, además de una banda de sonido especial. Todos los hoteles en la Palm Jumeirah tenían fiestas y eventos para apoyar el desafío.