Un hombre que llegó a San Juan para dar amor, pero que también se llevó mucho amor. Un profesional. Un sacerdote que nunca abandonó el altar. Un histórico del rock criollo que desembarcó con un grueso curriculum, que en poco más de hora y media mostró a destellos con himnos propios, ajenos, y uno que ya es de la gente. Todo eso fue David Lebón en el Teatro Bicentenario en la noche del sábado 1 de junio.

El ‘Ruso’ se presentó en el prestigioso escenario con Herencia Lebón, su último lanzamiento, un registro audiovisual con canciones de su autoría y de leyendas que admira. Bien acompañado a su alrededor y con cientos de almas abajo del escenario que hicieron caso a los que les pidió: disfrutaron ese momento y generaron el fuego donde se cocinó una simbiosis a base de infalibles canciones.

El telón se abrió segundos después de que comenzara a sonar ‘No seas dura’, la última entrega de su nuevo álbum, una joya rescatada de su tercer disco: ‘El Tiempo es Veloz del 82’. De arranque, el multiinstrumentista demostró que sería una noche en la que regalaría mucha sutileza y rock del bueno. Tras los saludos protocolares y de haberse sacado de encima tempranamente el ritual de la presentación de la banda, el ex bajista de Pappos Blues le pidió su público que disfrute y prometió que lo que vendría estaría bueno… y no mintió.

Herencia Lebón en San Juan: pinceladas de amor y sopapos de Rock & Roll
Lebón y su banda sonaron en varios momentos del show muy poderosos. Imagen gentileza de Emanuel J. Morte

A pesar de que en la segunda canción desafinó unos segundos, y que en varios tramos del show no llegó a la nota, muy atinada y honestamente, se apoyó poco en el público y mucho en la linda voz de Daniel Ferrón, un talentoso, que junto a Rodolfo García y un eterno Spinetta, conformaron el proyecto Los Amigo, el último del ‘Flaco’.

Tras una breve ‘prédica’, en la que dejó claro que es hombre, esposo, padre, amigo y músico por Dios, sonaron los primeros acordes de ‘Mundo Agradable’ y la fascinación del público hizo su aparición en el show. A ese hit ‘leboniano’, le siguió uno ‘spinettiano’: una fuerte y sólida versión de ‘Despiertate Nena’, en la que además del ex Pescado Rabioso, se lució en la guitarra el joven y también tecladista, Gustavo Lozano.

Párrafo aparte merecen dos puntos: la voz muy bien cuidada de un Lebón de mil batallas y prontos 72 años y el ida y vuelta con el público. Sobre su performance en la voz, hay que destacar que fue el sacerdote que nunca abandonó el altar oficiando cada minuto del  ritual, rockeandola con su Gibson roja y su virtuosa voz. Inexorable don. Con respecto al diálogo con la gente, fue gracioso, cálido y hasta sumó una pizca de ironía y desentendimiento cuando le gritaron ‘felicitaciones por el Gardel’ y ‘Te queremos David’.

Los momentos Serú de la noche oscilaron entre lo enrérgico y lo emotivo. ‘Frecuencia Modulada’  fue vibrante, haciéndole honor y justicia a su versión original. ‘No llores por mi Argentina’ y ‘Encuentro con el Diablo’ tienen eso que hacen a cualquiera mover la cabeza en clave de rockero disfrutando. Lebón cantó: ‘esto yo ya lo ví, esto ya lo escuché, ella no quiere ser amiga de un chico de este pueblo’, pero bien pudo ser: ‘ellos no quieren ser amigos de un chico de este pueblo’. Por otro lado, la gente aplaudió cuando el compositor cantó: ‘Si las papas están caliente, ¿Por qué tengo que ser yo el del primer mordiscón?’, quizás un descargue, una muestra de fastidio con la coyuntura nacional actual.

Herencia Lebón en San Juan: pinceladas de amor y sopapos de Rock & Roll
Lebón interpretando 32 Macetas. Imagen Gentileza Emanuel J. Morte

El 'Ruso' junto a Ferròn y el tecladista Leandro Bulacio (bajo, primera guitarra y batería al banco por unos minutos para reponer energías), provocaron una atmosfera espiritual con una sentida y muy fiel versión de ‘San Francisco y el Lobo’. Pegado a esta espiritual canción, Lebón comenzó a tocar 'Blackbird', y de inmediato se le sumaron los dos muchachos que, como su jefe, nunca dejaron el escenario. Fue una versión dulce y corta del clásico de The Beatles, en la que Lebón se olvidó la última parte del último estribillo, terminando un poquito desprolija. 

Sin duda, un punto altísimo fue ‘Noche de Perros’. La buena banda y Lebón corrigieron sobre la marcha un comienzo un poco errático en donde se debe lucir el bajista, y Roberto Seitz lo hizo. Fue otra canción que dejó al descubierto la muy atinada elección de sus compañeros de ruta y escenario. Con esta formación, puede tranquilamente tocar la guitarra (¡y como toca!), cantar y ser el frontman.

Otro ‘himno leboniano’ llegó, y el público lo recibió con aplausos y vítores. ‘El Tiempo es Veloz’ fue coreado, como cada vez que esa media balada suena en un escenario. ‘Esperando Nacer’, otra de Serú Giran, fue una joya emotiva, que el reciente ganador de un Gardel, se la dedicó a su esposa, a su compañera.

De Herencia Lebón quedaron afuera la excelsa composición de su amigo Charly García‘Desarma y Sangra’; ‘Layla’, uno de los hits de Eric Clapton y una de las nueve perlas de Clics Modernos, ‘No Soy un Extraño’.

Herencia Lebón en San Juan: pinceladas de amor y sopapos de Rock & Roll
El rock en el Bicentenario lo puso Lebón y su banda. Imagen gentileza Emanuel J. Morte

 Otra que el anfitrión de la noche eligió que no estuviera, fue la renovada versión de ‘Puedo Sentirlo’, el corte ‘más radial’ del disco ‘Lebón y Co’, a la que Julieta Venegas le aportó además de su calidez y dulzura en la voz, todo su pop. La versión original de 1986 no tuvo el éxito que la del 2019 sí. El secreto es la participación de la consagrada mexicana, y muestra de ello, es que, en la lista de cinco más escuchadas del consagrado músico en Spotify, está en la primera posición, por encima de pesos pesados como ‘Mundo Agradable’ y ‘Seminare’.

El Rock & Roll que suena como patada en el pecho llegó. La hora de la pequeña dosis de Polifemo llegó. Sonó fuerte y solido ‘Sueltate Rock &Roll’, con la banda a pleno y hasta algunos entre el público que se animaron a revolear el abrigo, sin importarle el elevado target del Bicentenario. Solos de guitarra del ‘Ruso’ y el niño Lozano, sumado a la dura y pareja performance en la batería del consagrado Daniel Colombres, (otro que tocó con Spinetta), quien con esos golpes a los platos y parches rememoró sus más rockeras noches de El Reloj.

Se acercó el fin de un subi y baja de emociones. Lebón volvió a dejar en claro su amor por Dios y su respeto por su público en cada escenario. Entonces el primer final fue con un himno que lo compuso García y el se encargó de inmortalizarlo, pero que desde hace muchos años es de uso espiritual de la gente: 'SEMINARE'

Uno de los mejores y mejores logrados himnos de la música argentina provocó un cierre a toda emoción. El público coreó cada palabra del tema y la banda le hizo justicia al hermoso momento. Exquisito.

El ex Polifemo y sus músicos abandonaron el escenario, pero en el público nadie se movió. Un puñado de nostálgicos entonó el 'ooohuouohoho', pasó cerca de dos minutos y volvieron a las tablas del Bicentenario para ahora si cerrar con el bis. Uno de los temas del disco regreso de García, Lebón, Moro y Aznar, Serú 92: 'Nos veremos Otra Vez'.

La gente corenado a toda garganta en un cierre que tuvo muchas pinceladas de amor y sobre todo patadas de Rock & Roll, que fue respalado por unas visuales de 'alguna autopista que tenía infinitos carteles', que en este caso, si decían algo: Pappos Blues 71', Pescado Rabioso 72', Polifemo 75', Serú Girán 78' y Lebón y Co 2024. Además, y haciendo uso de sus ganadísimas credenciales, ilustraciones suyas tocando junto a Pappo, Spinetta y García. Un curriculum intachable que lo eleva a leyenda del rock argentino.