La Justicia de Tucumán condenó  a prisión perpetua a los asesinos de Rocío Rojas, una nena de 4 años que fue violada, arrojada viva a un pozo y prendida fuego. María Carolina Graneros (40), la madrina de la víctima, y Edgardo Caro (38), pareja de la mujer, recibieron la pena máxima.

Durante su corta vida, Rocío sufrió un calvario de principio a fin. Previo al debate, el propio Caro había confesado que violó a la nena hasta que se descompensó. Tras ello señalaron, que la tiraron viva después en el pozo de una letrina y la prendieron fuego. Cuando ocurrieron los hechos, la nena y su hermanito de 1 año y nueve meses se encontraban bajo el cuidado de Caro y Graneros. 

 Según la Justicia, en ese momento se le otorgó la guarda a la pareja porque los menores vivían en condiciones de vulnerabilidad debido a una supuesta adicción a las drogas de la madre. De acuerdo con lo que consta en el expediente, la nena fue víctima de múltiples maltratos, golpes y humillaciones.

El 1 de junio de ese año, Caro abusó sexualmente en dos oportunidades de la menor, y el ataque provocó que la víctima perdiera el conocimiento. Tras ello, los atacantes trasladaron a Rocío hasta una letrina. Allí incineraron a la nena y esparcieron sus huesos en tres lugares diferentes. Luego de llevar a cabo el crimen, Graneros denunció falsamente la desaparición de Rocío y la pareja aportó información errónea con el propósito de desviar la investigación.

La pequeña vivió un calvario ya que según constataron los investigadores, ella “era obligada a arrodillarse en maíz, a sostener mitades de ladrillos en sus manos, abandonándola en múltiples oportunidades al frío y desnuda en el patio de su casa a horas de la madrugada y arrojándole agua fría mientras le recriminaban que se hacía sus necesidades encima”,