Entró a una panadería, pidió comida y luego volvió para robar
El delincuente también pidió el celular de la empleada, pero ella le aseguró que no lo tenía.
Un violento robo tuvo lugar este fin de semana en una panadería ubicada en las calles Luro y Madariaga, en el barrio Ameghino Florentino de Mar del Plata. Un hombre ingresó inicialmente al local para pedir comida, pero al no recibir nada, regresó minutos después encapuchado, armado con un cuchillo y exigió la recaudación bajo amenazas.
El hecho quedó registrado por las cámaras de seguridad del comercio. Según relató Griselda, la dueña del local, el hombre pidió comida en una primera instancia, pero la empleada le explicó que no tenía nada para ofrecerle en ese momento y se retiró. A los pocos minutos, el mismo individuo volvió al local, esta vez con una capucha, una mochila y un cuchillo en mano.
“Ella estaba acomodando los fiambres cuando él ingresó de nuevo. La amenazó con el cuchillo, le tiró la mochila y le exigió que le entregara el dinero. Le decía ‘quedate quieta porque te mato’. Ella le dio todo lo que había en la caja”, relató Griselda en diálogo con el medio 0223.
El delincuente también pidió el celular de la empleada, pero ella le aseguró que no lo tenía. Luego de tomar el dinero, el hombre se retiró caminando del lugar.
Griselda señaló que la actitud del ladrón parecía calculada. “Cuando entró la primera vez, miró hacia la cámara para ver si lo estaba enfocando. Después volvió encapuchado para cometer el robo. Está claro que quería analizar la situación antes de actuar”, explicó.
La dueña de la panadería detalló que, según los vecinos, el ladrón es conocido en la zona y había salido de prisión hace aproximadamente un mes. “Me dijeron que roba en la feria, a remiseros, y que siempre anda con la misma ropa porque no tiene otra. Hace unos 15 días había venido a pedir al local”, agregó.
Tras el robo, Griselda realizó la denuncia ante la Policía, quienes confirmaron que el delincuente tiene más de 20 causas previas. “No me robó mucho dinero, pero lo que da impotencia es que ingresó con un cuchillo. Esto pudo haber terminado en una tragedia”, lamentó la comerciante.
La dueña expresó su preocupación por la seguridad en el barrio y el temor de que sus hijos, menores de edad, puedan estar en riesgo si se repite un episodio similar. “Por un momento pensé en cerrar el negocio durante la tarde, pero ¿quién me da de comer si no trabajo?”, concluyó.