¡Marche una deconstrucción!
Las repugnantes palabras de una conductora radial hacia las candidatas jachalleras para Embajadora del Sol ponen en evidencia que el patriarcado no tiene género.
Mucho, muchísimo antes del femicidio, hay otras formas de violencia machista. Algunas más sutiles, otras más brutales. Incluso, tuvimos que aprender y seguimos detectando, formas de menosprecio hacia la mujer que tenemos tan naturalizadas en el lenguaje y la vida cotidiana, que hasta parecen pavaditas. Hasta el propio presidente de la Nación, Mauricio Macri, acaba de meter la pata por incauto. Sin embargo, los varones no tienen -no tenemos- la exclusividad en la reproducción de estos patrones.
"Es como si le dieras la tarjeta a tu mujer y ella gasta y gasta", dijo el Jefe de Estado, poniendo a las esposas en el rol de parásitos de las billeteras de sus maridos. Claramente, si Macri hubiese reflexionado dos minutos sobre el peso de sus propias palabras, no hubiera dicho semejante disparate. Menos aún en contexto de campaña electoral. Le costó volver a cargar con el mote de "machirulo".
Y sí, posiblemente para muchos y muchas, esta será una cuestión menor. No es para tanto. Es parte del fanatismo "feminazi", dirían los más reactivos, para denostar el inmenso movimiento internacional que avanza como una ola por el reconocimiento de derechos negados históricamente. No cabe seguir mirando para otro lado. Algo está cambiando y todo aquel que juegue al distraído, terminará azotado por la realidad.
Lo paradójico en todo esto es que el discurso patriarcal, que seguimos enunciando todos porque lo aprendimos desde la cuna, naturalizando las inequidades, no es exclusividad masculina. Las mujeres también pueden ser reproductoras de estos modelos agotados que menoscaban su propio género. Solo así se puede entender el intento fallido de humorada que tuvo la conductora radial Natalia Vargas, que se viralizó rápidamente ayer.
Delante del micrófono, la comunicadora se refirió despectivamente a las tres candidatas jachalleras para esta nueva categoría de Embajadora del Sol, que reemplaza a las reinas y por lo tanto, supone un salto de concepto. Se destierra cualquier ribete del certamen que pueda reducir a la mujer a un objeto estético, parametrado en la muñeca Barbie, y se impone la consideración de la mujer como persona capaz de ser portadora de un proyecto para su comunidad. Se sustituye la cosificación por la aceptación de que no hay edad ni condición física para simplemente ser.
A contramano de este concepto, la presentadora radial jugó una pretendida humorada denostando las características estéticas de las jachalleras. Habló de grasa, habló de nivel socioeducativo, habló hasta del color de piel. Y se equivocó. Es más, teniendo la oportunidad de disculparse, insistió en sus palabras y se escudó en que ella hace humor. Doble error.
Con el humor se han justificado barbaridades. "Si te van a violar, relájate y goza", dijo hace un tiempo el fallecido Cacho Castaña, un talentoso compositor que sin embargo, nunca logró desprenderse de esa cuna machista, alentado siempre por un círculo social que tampoco se escandalizaba por el calibre de sus expresiones. Eso cambió. O al menos, está empezando a cambiar.
A San Juan, por la distancia de los mayores centros urbanos del país, las tendencias suelen demorar en llegar. Sin embargo, por las reacciones que tuvo el audio de Vargas, quedó manifiesto que ya no hay margen para la barbaridad. También quedó plasmado que el machismo no es patrimonio excluyente de los hombres. Lo más doloroso es que todavía haya gente que se resiste a deconstruir su propia historia, para empezar de cero. Estamos a tiempo de ser mejores.
JAQUE MATE