¿Paro general para qué?
El porqué está claro. El para qué, no tanto. El presidente conserva una alta imagen positiva y rechaza cambiar el rumbo.
El paro general de este jueves tendrá alto acatamiento. Solo cortar el transporte público garantiza el ausentismo. Aún así, cabe preguntarse: ¿para qué? ¿Acaso alguien piensa que el gobierno de Javier Milei está receptivo y predispuesto para cambiar mínimamente el rumbo?
Puesto de esa manera, la derrota está garantizada. Pero no debería ganar el desaliento. El derecho a huelga tiene rango constitucional. Es absolutamente legítimo. Será un llamado de atención, aunque de arranque nadie pueda abrigar expectativas de una respuesta satisfactoria.
¿Cuál sería una respuesta acorde a las pretensiones de la CGT? Cualquier mejora del ingreso y el freno a los despidos tanto en el sector público como el privado sería un buen punto de partida. Ninguna de estas decisiones figura en el menú de la Casa Rosada. Y mal no le va.
Milei sigue fuertemente respaldado por las encuestas. La más reciente le reconoce un diferencial de imagen positiva en 17 de las 23 provincias más la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Los números fueron publicados este miércoles por la prensa porteña. Corresponden al relevamiento de CB Consultora, realizado del 1 al 4 de mayo en todo el país.
Si se rankean las provincias en orden decreciente, San Juan figura en el décimo puesto. En esta tierra, el León ostenta una imagen positiva superior al 53 por ciento, contra un 42 por ciento de imagen negativa (ver cuadro en galería de imágenes).
¿Eso significa que los disconformes se tienen que llamar a silencio por decreto de la mayoría? De ninguna manera. Manifestarse es un derecho. Protestar contra un plan de gobierno es inherente al sistema democrático. Tan democrático como ir a las urnas cada dos años.
Aunque sea minoritaria la disidencia con el modelo libertario, supera el 40 por ciento. Cuatro de cada diez es un valor alto. Milei conserva un caudal elevado, pero no logra perforar ese voto que no lo eligió el 19 de noviembre del año pasado. Su exhuberancia poco lo ayudó para amigarse con este sector que lo repele.
Por el contrario, el gobierno nacional parece alimentarse de la polarización. Crece en el conflicto y la división. Referirse a la 'gente de bien' supone poner al resto en la bolsa de los 'malos'. ¿Acaso todo aquel que decida parar este jueves es un villano? La simplificación es burda. Estúpida también.
La caída del salario real está acreditada por los números oficiales del INDEC, al igual que la caída de la actividad económica en general. La inflación en dólares castigó el poder adquisitivo de los trabajadores. La licuadora le pegó de lleno al ingreso de las familias argentinas.
La caída del salario real está acreditada por los números oficiales del INDEC, al igual que la caída de la actividad económica en general.
Más allá del acompañamiento que conserva el presidente en una porción de la sociedad, el resto no está obligado a callar la angustia.
'Es un gobierno para ricos, es evidente', dijo el titular de la CGT Regional San Juan, Eduardo Cabello, en la víspera del paro nacional en Banda Ancha. Apenas terminó la entrevista, llovieron los mensajes en contra del sindicalista. El descrédito de la política hace rato le llegó también a la dirigencia gremial. Las razones están a la vista.
Pero vale igualmente hacer un brevísimo racconto para entender el cuadro. El solo mote de 'los gordos' para referirse a la cúpula de la CGT alude a la buena vida, independientemente de la suerte que les toque a los trabajadores.
Los dirigentes se volvieron muy vulnerables a la crítica, desde el momento en que se disparó el empleo no registrado y las paritarias comenzaron a correr por detrás de la inflación, perdiendo en la mayoría de los rubros, incluso durante la gestión de Alberto Fernández.
¡Alberto! Otro tema. La promesa fallida de 'heladera llena' le costó la caída al Frente de Todos, rebautizado como Unión por la Patria. El efecto dominó se llevó puestos a varios gobernadores. El peronismo sigue hundido en su desconcierto, carente de conducción y de herederos. Milei no tiene contrafigura. Ninguna que le haga sombra.
'No le pedimos a Milei lo que no hizo Alberto', dijo Cabello, puesto a responder sobre la oportunidad del segundo paro general a un gobierno que apenas lleva cinco meses de gestión.
'Alberto Fernández no gobernó', disparó el líder cegetista.
Fue letal, pero no solo con Alberto sino también con todo el frente electoral que lo llevó al poder en 2019. Incluida Cristina Fernández de Kirchner. A ella le imputó haberse extraviado en su 'narcisismo'.
Fue la síntesis perfecta del colapso de la oposición. Hace tiempo dejó de haber una cabeza. Milei, agradecido.
Cabello recordó que la CGT le regaló una lapicera a Alberto, como una exortación grosera para que empezara a gobernar. No sucedió.
Milei, en cambio, asumió con toda la autoridad que hacía tiempo no habitaba la Casa Rosada. Nada ortodoxo en lo político, súper ortodoxo en lo económico. Usó la lapicera apenas comenzó.
Estampó la firma en el DNU que todavía está vigente, a pesar del rechazo del Senado. Mandó una ley ómnibus imposible de aprobar y, al segundo intento, logró mayoría en Diputados. Aplastó el consumo y fabricó un equilibrio fiscal a costa de pisar los pagos. Sigue ilusionado con la 'recuperación en V', que pocos ven en el horizonte.
Es lógico que una parte importante de la población sienta la necesidad de manifesarse, de pedirle un mínimo alivio. Un poco de piedad. El paro será un llamado de atención. Que sirva para cambiar el rumbo, eso es otra cosa.
JAQUE MATE